Martes, 21 de Octubre 2025
Suplementos | El Volcán de Colima despierta la curiosidad de expertos por su constante actividad

'En las faldas del volcán'

El Volcán de Colima se ha ganado las miradas de curiosos y expertos en las últimas semanas, debido a su constante actividad

Por: EL INFORMADOR

Un imponente a fumarola del volcán vista desde el lecho mismo de la laguna la María.. EL INFORMADOR /

Un imponente a fumarola del volcán vista desde el lecho mismo de la laguna la María.. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (01/FEB/2015).- Las posibilidades de ver de cerca una erupción del Volcán de Colima ahora que está enojado, nos llevaron a hacer una excursión por los lugares que se mencionan como “zonas de riesgo”.

La Yerbabuena, el lugar habitado más cercano a las faldas del volcán, se presentó como el lugar más viable.

Seguimos la carretera de cuota a Colima, y 2 kilómetros adelante de la segunda caseta de cobro, dimos vuelta rumbo a Tonila; luego Quesería, El Naranjal y La Becerrera (otro lugar de riesgo) y luego, a la derecha por el pequeño empedrado que va rumbo al volcán, nos encontramos una lagunita en la cuenca de un pequeño cráter, que está a no más de unos 9 kilómetros de la gran caldera.

Ahí en la Laguna La María, con una incomparable vista del volcán, decidimos instalarnos en unos bungalitos que nos parecieron más que adecuados para nuestra excursión.

Jesús Márquez, encargado del lugar y magnífico anfitrión, para nuestro contento nos estaba platicando muy ameno, sobre las historias y las leyendas de fantasmas, de los  duendes colorados que rodean a la laguna, y de la legendaria María, que por andar de ambiciosa, celosa y peleonera, el diablo se la llevó volando para tirarla en el mero centro de la laguna; y como nunca más volvió a salir, todavía se pueden oír sus llantos lastimeros en noches de luna llena. En eso estábamos, cuando se presentó un grandulón sudoroso, con mochila, botas y acento europeo, preguntando cosas a las que no pusimos mucha atención.

Como una hora después, se me ocurrió preguntarle a Jesús, que quién era ese cuate tan extraño.

—Es un vulcanólogo— me contestó.

—En cuanto supo de la explosión del volcán, sin más ni más, agarró un avión en su nativa Bélgica y sin tardanza se lanzó a Colima; y dice que pidiendo raite llegó hasta aquí el día de ayer— nos platicaba.

—Ahorita emprendió solo la caminata, que dizque hasta el cráter del volcán— agregó con incredulidad.

—¿Qué que?— le dije a Jesús

—¿Vulcanólogo…? ¿Vino desde Europa a ver el volcán, y va a subir hasta el cráter?— Le dije casi gritando.

—No sé cómo; pero… si él sube, yo subo; esta no me la pierdo— pensé.

Ni tardo ni perezoso, me calcé las botas, tomé suficiente provisión de agua, algo que comer, y me lancé a perseguir al que bauticé como “el abominable hombre de los volcanes”.

En cuanto lo alcancé, y después de lanzarle un “bon jour” apresurado, le dije que si podría yo acompañarlo si intentaba subir al cráter.

Tras una revisión visual de arriba abajo a mi persona, gruñó —¿Quiegres mogrir?— con marcado acento me preguntó en tono burlón.

—No— me dijo riéndose -voy a aproximagrme al cono lo más posible, pagra estudiagr la peligrosidad de los “lahares” (ríos de lodo y piedras de los volcanes) y vegr si tengo la suegrte de que me toque una explosión-

—¿Puedo acompañarte?— insistí.

Y con un —“Pour quoi pas”— (¿por qué no?) emprendimos la extenuante caminata, que se fue haciendo cada vez más pedregosa y cenicienta.

Bajamos hasta los “lahares” del fondo del “Río de la Lumbre”, en donde nos asombramos del tamaño de las rocas que bajan entre el lodo de ceniza a velocidades sorprendentes cuando hay una erupción o al caer lluvias torrenciales. Estimamos las toneladas de potencia acumulada en aquellos ríos de ceniza y piedras de decenas de metros de espesor. Consideramos las pendientes, las barrancas y la posición de los poblados. Bajamos hasta el lahar del “Codován”, y se hicieron fotos y estimaciones de los riesgos en cada caso.

Francamente fue una interesantísima expedición en la que, al quedar cubiertos de cenizas y gravilla caliente en cada exhalación, las emociones de la experiencia se acentuaban al tener la cátedra inigualable, detallada, “in situ”, y rica en conocimientos y experiencias de mi amigo.

Alain mismo, en su sitio de Internet (melchior.alain@skynet.be) relata algo de esto que aquí les platiqué.

vya@informador.com.mx

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