Suplementos | las misceláneas En Guadalajara, “así es esto del abarrote” Misceláneas o tienditas. Estos comercios que abundan en Guadalajara, se resisten a perder la batalla ante las cadenas de autoservicio que “aparecen” de un momento a otro en cualquier esquina Por: EL INFORMADOR 1 de agosto de 2008 - 22:07 hs La palabra abarrote se refiere a todos los artículos para el abasto, aquellos que se necesitan en el día a día de cualquier persona y que sólo se encuentran en un lugar: abarroteras, misceláneas o tienditas. Estos comercios que abundan en Guadalajara, se resisten a perder la batalla ante las cadenas de autoservicio que “aparecen” de un momento a otro en cualquier esquina. Algunos de estos establecimientos han sido testigos del crecimiento de la ciudad y de la transformación que los tapatíos han tenido como consumidores. “La Wolmart” de Santa Eduwiges Hay gente que nada más entra a verla, otros van a misa y pasan a conocer una de las abarroteras más singulares que existen en Guadalajara; en la esquina de las calles Quebrada y Bahía, en el corazón del barrio de Santa Eduwiges, está la que un día era “La tienda del no hay”. La historia inicia hace casi 40 años, cuando esa parte de la ciudad estaba sin pavimentar y algunas casas grandes, estilo hacienda, aún permanecían como testigos del paso del tiempo. Uno de esos inmuebles habilitó un espacio para vender sólo petróleo, la gente llegaba y siempre preguntaba por la existencia de algún producto y la respuesta era la misma “no hay”, de ahí su primer nombre. Entrar a esta abarrotera pareciera como entrar a la “cápsula del tiempo”, sus paredes de adobe, estructura de madera, las tejas del techo, los anaqueles, todo es como las tradicionales “tienditas de pueblo”. Además de lo que toda tienda debe tener, leche, refrescos, pan y dulces, esta abarrotera tiene de todo: alcancías en forma de cerdito, ollas de barro, jaulas, canastas, máquinas para hacer tortillas, velitas de cebo, sopladores, sidra, suero, cartas de lotería, rompope de Mazamitla y hasta aceite de víbora. Venden también frijoles caseros, maíz pre-cocido y cuando se tiene tiempo elaboran mermelada. “Es la Wolmart de Santa Eduwiges”, dice Norma, una de las ayudantes de la familia responsable de mantener la tradición que inició generaciones atrás. Cuatro integrantes trabajan de siete de la mañana a tres de la tarde y de seis a 10 de noche, todos los días de la semana. Mayra Martínez Medrano, una de las dos hijas de la familia, dice que hay personas que surten todo lo que necesitan de la despensa en su tienda, otras van por lo del día, pero siempre hay trabajo “cansado porque es surtir todos los días, estar al pendiente”. La mamá, doña Irma Medrano, platica de cómo empezó el negocio que les ha dado para trabajar y vivir. “Era un señor de nombre Roberto el dueño de toda la manzana, empezó a repartir terrenos, antes había pura tierra en lugar de las calles, esto era una hacienda, la tienda sigue exactamente igual, le hemos modificado un poco la lámina pero la madera tiene más de un siglo; cuando llegamos a este lugar yo me acuerdo que estaba adaptado como escuela, había pizarrones, alrededor muchos árboles. De lo que había antes nada más quedamos nosotros y la casa de al lado, que es donde vivimos”. Más productos, más “chucherías” La señora Medrano destaca la importancia de los clientes. Cuando ella empezó de niña a enrolarse con su madre en el negocio, se consumía sólo lo necesario para comer. No existían tantos productos como en la actualidad, “la gente consume más ahora, y claro que hay más cosas, pero también muchas chucherías, comida chatarra”. Sobre los productos que más se le venden están los llamados light, “no tienes idea la cantidad que se vende, la gente los busca mucho, está muy preocupada por eso”. Entre frutas, camote dulce y la leche que compra una clienta, Mayra dice que su tienda ha visto pasar a clientes de la talla del ex gobernador Francisco Ramírez Acuña, su esposa Mary Paz Verduzco y el recientemente lesionado Luis Michel, portero de las Chivas: “Sí, venían seguido cuando vivían por aquí”. ¿Callos? ¿Reumas? Aceite de víbora, la solución Del montón de productos y artículos con los que cuenta esta abarrotera sin nombre, destaca justo detrás del mostrador el aceite de víbora. Cuesta 22 pesos, viene en una pequeña botella de plástico y la familia Martínez Medrano lo surte “con un viejito que pasa”. Compuesto por aceite de víbora, plantas de sasafrás, romero y trementina, este líquido que huele a esencia refrescante, que según la etiqueta se trata del wintergreen, es buscado por los clientes debido a las supuestas propiedades que ayudan en moretones, reumas, músculos tensos, golpes y hasta callos dolorosos. Como en familia En un típico gesto tapatío, muchos de los clientes que acuden a comprar lo hacen con mucha confianza, saludan como parte de la familia y se van, otros regresan, algunos nuevos entran por casualidad, pero todos de alguna u otra forma caen rendidos ante el encanto que ofrece esta abarrotera. Si pudiera estar en otro lugar estaría en cualquier pueblo de Jalisco, donde todo es más tranquilo que la ciudad. En una esquina, con poca luz en su interior, queda una bella reminiscencia de Guadalajara... Temas Tapatío Lee También Samuel Kishi y su cine que cruza fronteras y generaciones Un museo vivo: Experiencias y arte en el Cabañas La gran estafa que nos hizo “americanos” El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones