El puente de Rancho Viejo

GUADALAJARA, JALISCO (08/DIC/2013).- El Rancho Viejo de Cuautitlán tiene un fabuloso puente y es de fierro, sus vigas fueron peraltadas y estructuradas a base de triángulos para brindarle mayor refuerzo, el piso es de lámina y su claro sólo permite el paso a automóviles y camionetas, los camiones no son bienvenidos, un puente algo peculiar. Lo fabuloso del puente estriba en sus encantadoras vistas al hermoso arroyo Las Marías. Asomarse al arroyo en tiempo de aguas es maravilloso, pues manifiesta más vida. Del puente que enlaza a Jalisco con Colima, nos regresamos para Cuautitlán. Pasamos el crucero de Chacala, luego el poblado de El Chico, disfrutando del fantástico camino y de su río, después nos desviamos a la derecha, por la carretera inconclusa a Las Marías.

Rubén Villaseñor Bordes, en su libro Autlán, evoca unas mercedes: “Merced a Martín de Robles de un sitio de estancia, en términos de Chacala. D. Lorenzo Suárez de Mendoza, Conde de Coruña… Por la presente hago merced a Martín de Robles Castañón de un sitio de estancia para ganado mayor, en términos del pueblo de Chacala entre unos dos cerros grandes que están allí, e junto a ellos pasa un río pequeño, que por mi mandado y comisión, fue a ver e vido, el corregidor de Amula… Fecho en México a veintidós días de agosto de mil e quinientos e ochenta e un año”. Y, “hago merced de dicho Hernando de Ryvadeneira, de los dichos dos sitios en términos del pueblo de Cuzalapa, en el valle de Tlalchichico, el uno que se llama Xocotepeque, en un cerrillo pedregoso con algunos árboles, linde por la parte de arriba con estancia de Francisco de Monroy; y el otro sitio está en un río y paso que llaman de Los Amores, camino que va al puerto de la Navidad, en unas arboledas grandes, por el río abajo do corre, el dicho sitio: y río arriba está el pueblo de Tlachichilco… 1582”.

A corta distancia del crucero nos encontramos de nuevo con el atractivo río Cuzalapa, pero con diferentes paisajes, cada uno con encanto propio. Serpenteaba un bosque de higueras para salir a una playa conformada por arena blanca y piedras grises. Detrás del bizarro bosque admiramos la Sierra Manantlán, con su cerro Alto de San Miguel, que supera los mil 700 metros de altura, Sierra vecina a las Sierras: El Mamey y Perote. Cruzamos un puente para continuar al Norte, a Rancho Viejo. La carretera siguió paralela al Cuzalapa por medio kilómetro aproximadamente y después giró al Este para acercarse al precioso arroyo Las Marías, que nos mostró al Norte un lecho rocoso y blanco, delimitado por bastantes árboles a ambos lados, al Sur, el lecho era arenoso, extendido y con pocas piedras, diferentes lechos en un sólo tramo. El camino fue bordeando el arroyo y deleitándonos de su belleza, nos detuvimos a ver un bonito zalate, aledaño al arroyo, que creció en una playa, a base de persistir y de querer desarrollarse, la naturaleza es tenaz, playa humedecida por el arroyo y por un arroyuelo, humedades que dan vida al zalate.

Al acercarnos al puente de Rancho Viejo nos detuvimos, nos apeamos y para pronto lo subimos. Aparte de funcionar como puente es todo un mirador, cuesta arriba el arroyo corría sobre un lecho recto y rocoso, al acercarse al puente se fue estrechando para entrar a unas preciosas peñas blancas y hacer una caída a una fosa, luego salía por el costado izquierdo de la fosa para caer a otra fosa, para después continuar por un canal rocoso, que zigzagueaba con garbo hasta perderse en un recodo. Gozamos de los parajes que nos regaló aquel inolvidable puente por un buen rato, después subimos a Rancho Viejo, para refrescarnos con una bebida y entre cada sorbo veíamos las fincas añejas, de tapias de adobe, tejados a dos aguas, ventanas de cuatro hojas y puertas de mezquite.