El idioma del cuerpo

GUADALAJARA, JALISCO (06/JUN/2013).- Una frase reza: “Tu cuerpo dice más que mil palabras”, aunque el dicho original sea otro, esas palabras tiene mucha verdad, por lo menos para el asesor en imagen Juan Pablo Altamirano, quien nos acompañó en la segunda entrega de la serie en Consultoría en Imagen con el tema ‘’Lenguaje no verbal”.

¿Qué dicen nuestras muecas cuando estamos enojados, nerviosos o preocupados? “el cuerpo puede decir más que las palabras que salen de nuestra boca” asegura Altamirano en el encuentro virtual desde Google Plus.

Algunas señas de desinterés tienen que ver con la distracción, es decir, cuando alguien voltea la mirada o no atiende como es debido. “Imagínate que en ese momento (cuando no estas prestando atención) llega alguien y te pregunta sobre la persona que te acaban de presentar, su nombre por ejemplo. Seguro no sabrás qué contestar”. En ese caso la persona no expresó que está aburrida sino su lenguaje corporal.


Tranquilo, que estamos en confianza

La confianza es algo que se gana y si tu cuerpo pone barreras es porque uno no está agusto en la situación o con las personas con las que comparte el momento. Uno muestra que se encuentra confiado cuando derriba esas barreras, o sea, baja las piernas, se acerca a su interlocutor o hasta cuando uno sonríe. “Si usted quiere demostrar confianza sonría, eso le abre muchas puertas” dice Altamirano.

“Ustedes miren a un niño, ellos son los más sinceros al expresa sus sentimientos. Cuando están incómodos, comienzan a moverse, no se quedan quietos en el asiento y patalean”. Eso es lo mismo que ocurre con una persona adulta: comienza a incomodarse en el asiento, no encuentra su lugar y busca una pausa o salir de esa situación. Sin duda el cuerpo lo emite y usted puede sentir a alguien poco apto a la situación.


Cuando el cuerpo miente

Seguro recuerda programas de la televisión en donde nos invitan a ser como detectives o criminalistas, donde las señas resultan ser tan obvias que uno exclama: ¡Ah pues claro, tenía la mirada perdida cuando lo entrevistó el agente!.

Sin duda hay señas que la cara hace cuando uno está nervioso o mintiendo, dice el asesor que la mirada hacia arriba y ala izquierda indica que la persona está inventando una respuesta o cuando hablan.

Cuando al saludar, advierte que le sudan las manos, o quizás mira contantemente al piso o no sostiene la mirada.

Otro síntoma es la incongruencia entre sus palabras, actos y gestos.


¡No invadas mi espacio vital!

En la Consultoría en Imagen, también se revisó el tema de la Proxemia, referente al tratado del espacio vital frente a un lugar o una persona, la interacción con ello y la reacción que se tiene al enviar ciertos mensajes.

Se tocaron temas en donde advierten el sitio en donde nos encontramos (el ambiente en específico) y el mensaje que quiere dar a entender la decoración o el acomodo de los elementos en el lugar. “Al encontrarnos en un sitio moderno, o decorado con muebles estilo Luis XV o en una biblioteca, eso nos influye en nuestra reacción” comenta Altamirano.

El espacio lingüístico implica el correcto uso del lenguaje escrito de acuerdo con el mensaje que queremos comunicar, aquí el asesor incluye las redes sociales: “Muchas veces pensamos que podemos hacer uso indiscriminado de nuestro lenguaje en Facebok o Twitter, pero pocos tienen la conciencia de que es una red en donde otros pueden estar al pendiente de nuestros comentario. Siendo figura pública deberían de cuidar su lenguaje y dirigirse con propiedad”.

Altamirano deja claro un aspecto importante al momento de evaluar a una persona, “Seguramente estas reglas no aplican para todos, imagínese a una persona del norte quienes tienen una inclinación a hablar fuerte y marcado, seguro su intensión no sería de enojo. O quien se rasa la cabeza con constancia, puede ser que sea una manía que no tenga que ver con confusión o incertidumbre”.


EL DATO:

La serie de Consultorías en Imagen continúan dentro de 15 días, el asesor colaborará en varios encuentros virtuales con temas, manténgase al pendiente de su colaboraciones.


EL INFORMADOR/ ALEJANDRO OROZCO