Suplementos | Más que domesticados, los canes han llegado a ser ''humanizados'' El cantar de los perros Más que domesticados, los canes han llegado a ser ''humanizados'' Por: EL INFORMADOR 6 de abril de 2014 - 00:13 hs Algunos convierten a sus perros en pequeñas personas. / GUADALAJARA, JALISCO (06/ABR/2014).- Hace más o menos 15 mil años que la Humanidad domesticó al primer perro. La fecha en que comenzó a ponerles suéteres y meterlos al cine dentro de bolsos de mano es menos remota. No hay otro animal tan flexible a nuestros deseos. En nuestras sociedades, el perro es mascota, guardia de seguridad, alarma, pastor, acompañante, lazarillo, terapeuta, juguete. También es víctima y paria. Algunos son tratados como hijos y cubiertos de arrumacos y otros, muchos más, sufren vidas miserables, peligrosas, violentas. Su destino está ligado de tal modo al nuestro que sus peripecias, a veces, nos representan como una suerte de sombras chinas. Nuestra cercanía milenaria los ha transformado de tal modo —alguien dirá que los ha desnaturalizado— que su variedad de aspectos y actitudes es, a estas alturas, tan amplia como la de los propios humanos. Hay perros colosales y diminutos; unos muestran modales de Lord británico mientras que otros, por el contrario, se comportan con la irritante malevolencia de un chamaco mimado; los hay glotones y faquires, expansivos y reservados. Los hay abnegados y los hay buenos para nada. Una tipología precisa de los perros correría quizá el riesgo de convertirse en un estudio de los caracteres de los hombres y mujeres que los han criado. Los hemos humanizado a tal punto que tendemos a juzgar sus acciones y reacciones con categorías que a pocos se les ocurriría utilizar para otra bestia, digamos un pato, ornitorrinco, guepardo o tapir, animales raramente asociados con palabras tan tremendas como “lealtad” que, sin embargo, al respecto del perro es lugar común. También hay que aceptar que, en ocasiones, les exigimos demasiado. Los perros son, en general, menos sucios que los borregos, cuya lana blanca, sin embargo, solemos asociar triunfalmente con la limpieza (asunto simbólico que nadie que haya tenido la oportunidad de olfatear un corral de granja y atestiguar la mugre que acumulan sus inquilinos se tomará demasiado en serio). Y, aunque los aficionados a los gatos quizá se resistan a creerlo, la tradicional superioridad intelectual de los felinos con respecto a los canes no es, probablemente, nada más que una ficción. Según un estudio publicado en 2009 por la revista británica New Scientist, los perros, como especie, superan en inteligencia a los gatos, al menos por lo que se refiere a su capacidad de comprender a los humanos. Puede sostenerse que a los enemigos del perro, mejor que a los de cualquier otro bicho, les acomoda aquella reflexión de Chesterton en torno a que cualquiera que odie activamente a los animales es un decidido misántropo que no tardará en volverse contra el humano (a fin de cuentas, otro animal). Eso sí, es más que posible que el viejo Chesterton considerara que tratar a los perros como a muñequitos y sentarlos a la mesa, dormir entre sus patas y hasta orillarlos a hábitos insólitos para los carnívoros, como el vegetarianismo, no es sino otra forma de maltrato, no menos nocivo que la evidente barbaridad de criarlos para que sean gladiadores. Pero es difícil, a estas alturas, sostener posiciones ortodoxas al respecto de seres a los que nos hemos afanado en modificar y que hemos llevado con nosotros a bordo de barcos, aviones y naves espaciales, a través de migraciones, guerras y conquistas, a quienes hemos confiado, en su momento, nuestros rebaños, nuestras casas, nuestros hijos. Nos acompañan desde antes de que supiéramos sembrar, escribir o montar a caballo. Fueron nuestros primeros aliados. Y, por concluir también con Chesterton, digamos al fin que se podría comparar a un perro con un Almirante salvo porque un perro es, con toda probabilidad, un tema mucho más crucial y atractivo que un Almirante. Temas Tapatío Perro Lee También ¿Qué pasa si duermo con mi perro todos los días? El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Año de “ballenas flacas” El maestro de la brevedad: a 107 años del nacimiento de Juan José Arreola Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones