Jueves, 18 de Abril 2024
Suplementos | Expresiva meseta selvática, jungla de suaves elevaciones y plataforma calcárea

El Palacio de Gobierno de Yucatán

Expresiva meseta selvática, jungla de suaves elevaciones, plataforma calcárea, gran losa salpicada de cenotes

Por: EL INFORMADOR

Palacio de Gobierno de Yucatán. EL INFORMADOR / V. García

Palacio de Gobierno de Yucatán. EL INFORMADOR / V. García

GUADALAJARA, JALISCO (09/ABR/2017).- La Plaza Grande de Mérida, está delimitada por pintorescas fincas, al este, la Catedral, al oeste, el Palacio Municipal, al sur, la Casa Montejo y al norte, el Palacio de Gobierno. Los primeros capitanes peninsulares que se acercaron a las costas yucatecas fueron: Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez Pinzón, por 1508, díceres que llegaron a Río Lagartos. Y en 1511. El alcalde de Darién (Panamá), Núñez de Balboa, envió una embarcación a La Española (Santo Domingo), por alimentos.

Entre los tripulantes y pasajeros, sumaban veinte. Fueron sorprendidos por un huracán y se estrellaron en los arrecifes Las Víboras, lograron subirse al bote salvavidas trece, al llegar a la costa fueron hechos prisioneros, Juan de Valdivia y cuatro de sus hombres fueron sacrificados. Algunos lograron huir, llegando hasta Xamancaan, su cacique, Ah Kin Cutz los acogió como siervos. El soldado Gonzalo Guerrero fue nombrado por el cacique de Chetumal (Nah Chan Can), jefe de sus tropas y se casó con su hija, germinando el mestizaje. Para 1519, Cortes llegó a Cozumel y se enteró de los náufragos, entre ellos, fray Jerónimo de Aguilar, a quien miró posteriormente en una canoa maya.

Nicolás discurrió realizar un viaje a Yucatán, y para pronto Marisol y yo nos emocionamos. Se llegó el día y partimos antes de amanecer rumbo a Mérida. Desde el avión, Celestún nos dio la bienvenida al hermoso estado de Yucatán. Nos registramos en el Hotel Ambassador y nos dispusimos a disfrutar de la bella población, nos detuvimos a almorzar en El Trapiche, degustamos: panuchos, salbutes y papadzules. Luego dimos unos pasos y altas frondas nos delataron la Plaza Mayor, sombreada por gruesos árboles y animada por las románticas sillas confidentes, frente a Catedral, los coches Victoria, listos para dar un fantástico paseo.

Apreciamos el Palacio Municipal, de dos pisos, con arcadas en medio punto en ambos niveles, arriba de la segunda arcada y al centro, el escudo nacional en relieve y un asta, a los costados, barbicanas con almena, y abajo, el escudo de armas, detrás, sobresale la torre, de tres cuerpos, de planta rectangular, que al llegar a unos balcones se reduce a cuadrada y antes de la cornisa, luce el escudo de armas de Mérida, con laureles, una finca, un león y una corona, arriba, posa el reloj, de caratula redonda. Sobre el cornisamento, balaustradas con almenas y por cubierta, una cúpula con linterna, su tambor, octagonal, alto y con un vano arqueado por cara.

A un costado, la preciosa finca Olimpo, del arquitecto Augusto Quijano, en bajos el restaurante “La Vía Olimpo”, donde se saborean enfrijoldas yucatecas y poc-chuc. Y en altos, el Centro Cultural Olimpo, recinto de exposiciones y actividades culturales.

En la calle aledaña, admiramos el Palacio de Gobierno, edificio que proyectó el ingeniero Olegario G. Cantón, la obra inició el 2 de abril de 1883 y se terminó el 15 de septiembre de 1892, cuenta con dos pisos, nueve arcos de medio punto sobre capiteles toscanos comprenden el portal, el arco central obedece con la puerta principal, cada arco corresponde con un balcón, excepto los tres de en medio, que tienen un balcón corrido, las puertas con elegante remate de volutas y arriba un vano circular, la central con una réplica de la campana de Dolores. Entre cada balcón, una media columna estriada con capitel dórico. Arriba del friso y al centro, un frontón y atrás, un asta.

El patio fue delimitado por cuatro corredores en ambos pisos, conformados por columnas redondas, capiteles dóricos y arcos en medio punto, sobre el cornisamento, balaustradas. En los muros de los corredores y en el cubo de la escalera observamos expresivos murales de Fernando Castro Pacheco.

El Mayab eterno, “según el libro sagrado del Popol Vuh, el hombre maya fue hecho de maíz. Surgió de la amarilla fecundidad de mazorca, sostenida por la mano del Bacab del sur, ante la mirada de las estrellas”.

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