Martes, 22 de Abril 2025
Suplementos | Por Vicente García Remus

El Cocodrilario de San Blas

En la bahía de Matanchén, del lado Oeste, a pocos kilómetros tierra adentro, se encuentra el fantástico Cocodrilario de San Blas.

Por: EL INFORMADOR

De La Tobara, regresamos al embarcadero y después nos dirigimos a apreciar unos bizarros cocodrilos, recorrimos una corta distancia por la carretera costera y luego nos desviamos por un camino de tierra rumbo a la sierra. El camino nos fue mostrando huertas de plátanos, de papayos y uno que otro cafetal. Enseguida miramos unos charcos con lirios floridos que embellecían un valle, donde unos caballos pasteaban y eran seguidos por unas garzas blancas que buscaban insectos en los pastos que movían los cuacos. Tras una curva, el camino subió una loma y nos llevó a un fascinante canal sombreado por gruesos árboles. Anduvimos otra pendiente animada por plantas y llegamos al cocodrilario, al cual también se puede llegar por lancha, puesto que colinda con un canal.
Nuestra emoción se desbordó al acercarnos a los maravillosos cocodrilos, parientes de los dinosauros,  Lagartos  de bonitas escamas curveadas en las orillas de la cola (forma que permite los giros) y otras verticales sobre el lomo. Ostentan pieles de color verdoso con amarillo y motas pardas, la panza es blanca. Especie limitada al agua. Pocas son las especies que viven fuera de los trópicos. Se conforman en dos familias: Crocodylidae, que comprende los verdaderos cocodrilos, los caimanes y los aligátores, y la Gavialidae, con solo un miembro, el gavial, que tiene un largo hocico para atrapar peces. Los verdaderos cocodrilos muestran el cuarto diente de la mandíbula superior cuando tiene la boca cerrada y ponen sus huevos en un hoyo que hacen a la orilla y los aligátores los ponen sobre una vegetación en descomposición. Otra distinción es que los aligátores y caimanes tienen de 17 a 22 dientes a cada costado de la mandíbula y los verdaderos cocodrilos de 14 a 15.
Luego de observar varios inmóviles caimanes (por cierto, unos permanecían con sus impresionantes hocicos abiertos indefinidamente, parecían un poco más vivos), nos acercamos a una jaula que se adentra al canal y admiramos un caimán en el agua, con sus afloradas fosas nasales, que le permiten sumergir el resto del cuerpo. Cuando se sumergen completamente, unas válvulas cierran los oídos y las narices, y los ojos son cubiertos por una membrana. Están habituados a comer dentro del agua, gracias a una válvula que impide la entrada de agua a la tráquea y siguen respirando por las narices. Su dieta principal son peces. Y su rapidez en el agua se debe al impulso de su fuerte cola.
Subimos a un mirador a contemplar los pintorescos paisajes del estero, delimitado por abundante y variada vegetación tropical, posteriormente dimos unos pasos al embarcadero, donde nos sentamos al pie de una higuera a disfrutar del sensual ambiente de los escurridizos lagartos.

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