Viernes, 10 de Octubre 2025
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El Cerebro Místico

La ciencia nos demuestra ahora la verdad evangélica proclamada hace más de dos mil años

Por: EL INFORMADOR

     El cerebro es el órgano que controla las funciones de nuestro cuerpo, tanto como nuestras emociones y sentimientos. Asimismo, el desarrollo y funcionalidad del cerebro se condiciona y afecta por nuestros actos, constituyendo así un círculo en el que toda acción modifica el cerebro, y a su vez, éste ejercerá el control sobre las partes corporales relacionadas, aún dentro del cerebro mismo. Por ejemplo, cuando se cometen errores aparecen sentimientos de frustración, enojo, culpa, etc., y todo ello afecta al cerebro en mayor o menor medida. Como consecuencia, generalmente se induce estrés, uno de los más grandes males de la civilización actual. Al respecto, estudios recientes han demostrado que pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando cometen errores, y tiene el efecto contrario en personas ateas.

     Michael Inzlicht, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough, líder del equipo que realizó el estudio, explica que, dado que el 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa, para los científicos tiene interés e importancia comprender y explicar porqué la gente tiene tales creencias, explorar las funciones de la fe y su utilidad práctica. Una de las hipótesis que se han manejado es que la religión se relaciona con la posibilidad de darle orden y significado al mundo y a la vida, y una consecuencia de esto es la disminución del estrés y la ansiedad.

     Para probar --o desechar-- la hipótesis los investigadores de la Universidad de Toronto realizaron, en 2009, un estudio en el que analizaron la actividad de una región del cerebro denominada amígdala cingulada ante situaciones de error, como función de la religiosidad de los participantes. En tal estudio, los científicos midieron la intensidad de un tipo de ondas cerebrales de los participantes relacionadas con la respuesta humana de defensa ante errores mientras cometían fallos en un test. Los resultados mostraron que las personas con pensamientos religiosos presentaron respuestas cerebrales menos intensas que aquellas que no poseían este tipo de pensamientos. Estas respuestas neuronales menos intensas permitieron a las participantes enfrentar sus contratiempos sin perder la serenidad y reaccionar con menos ansiedad ante sus propios errores para aceptarlos y corregirlos. Se observó también que cuanto más fuerte era el fervor religioso de los participantes, y cuanto más creían en Dios, menor actividad se detectaba como respuesta a sus propios errores en la prueba y, como consecuencia, cometían menor cantidad de errores.

      La respuesta de reducción de la actividad de la amígdala cingulada no se observó en ateos, sino que al contrario, tal actividad aumentó, junto con la observación de que los individuos religiosos cometieron menos errores en la prueba que sus compañeros no creyentes. La explicación que dan los científicos a cargo del estudio es que pensar en Dios tranquiliza cuando se está bajo presión, y reduce el estrés que produce cometer errores. Esta constatación demuestra que la fe tiene un efecto calmante en los creyentes, porque los hace sentir menos ansiosos frente a lo desconocido y ante sus propios errores.

     Se piensa que estos descubrimientos pueden ayudar a comprender algunos aspectos religiosos realmente interesantes sobre las personas religiosas, como el hecho de que algunas evidencias sugieren que estas personas viven más y tienden a ser más felices y saludables, además de que se ha demostrado también que la religiosidad puede generar actitudes de satisfacción vital.

     La ciencia nos demuestra ahora la verdad evangélica proclamada hace más de dos mil años: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas y yo los haré descansar (...) y aprendan de mí que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso.”(Mt 11, 28-29) Y antes de esto, 600 años a.C, el profeta Jeremías hizo saber que el Señor pedía a su pueblo que siguiera el mejor camino hacia el descanso, pero el pueblo no quiso escuchar, por lo que envió desgracias como consecuencia de sus planes malvados (Cfr. Jr 66 ss.). Actualmente se cumple la sentencia de Dios: si no estamos con su Hijo y seguimos Su camino, entonces viviremos menos, en medio del estrés con la salud deteriorada, las desgracias bíblicas de Jeremías. Nuestra religión, la religión del amor, promueve la honestidad, la aceptación, la tolerancia, la paz y otras cualidades --virtudes-- que, si todos los seres humanos realmente practicáramos, haríamos del mundo un sitio mucho mejor para vivir. Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara@up.edu.mx  

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