Ejemplos buenos y malos

Siempre que hablamos de esperanza, la mente vuela hacia un bien que esperamos o deseamos recibir. No obstante es bueno preguntarnos como lo haría el agricultor, qué hemos sembrado… no vamos a cosechar calabazas si sembramos papas; ni van a crecer las milpas donde sembramos chícharos.

Es exactamente igual en nuestra vida, a otros niveles. Lo que damos se revierte inevitablemente. Y me refiero concretamente a los ejemplos que damos: buenas o malas, nuestras acciones tiene una repercusión  muy importante, tanto en casa, en familia, como en los otros ambientes en los cuales nos movemos.

Incluso también a nosotros mismos afectan los buenos o malos ejemplos que estamos repartiendo a nuestro paso.

Los padres quieren hijos cumplidos, estudiosos, responsables… y muchas veces no son capaces de preguntarse qué es lo que están aprendiendo de los ejemplos que reciben.

El chico que oye gritos en casa, que está bebiendo violencia a diario, la asimilará para hacerla parte de su conducta. Si no ve ejemplos de sinceridad, obediencia, honestidad, amabilidad, ¿qué será lo que puede aprender?

En cambio quienes ven en casa buenos ejemplos, sin duda aprenderán generosidad, respeto, desprendimiento, amor…  lo llevarán en la vida para trasmitirlo en su entorno.

Siempre hemos escuchado que “las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra” y es un hecho, es más que un dicho; aprendemos mucho más de lo que vemos que de lo que nos dicen.

Urgen buenos ejemplos

En efecto, hoy por hoy, lo que más necesitamos son líderes que nos den ejemplos válidos sustentados firmemente en valores sólidos. Sólo quien sea capaz de dar buenos y muy buenos ejemplos, puede ser verdaderamente líder.

Y nuestro mundo adolece de una falta de líderes impresionante, a todos los niveles, en cualquier estrato, la persona íntegra que sabe lo que hace, lo que vive y puede dar razón de su por qué, es la que tiene influencia, e incluso trasciende los tiempos y puede pasar a la historia.

El máximo ejemplo de vida

El mejor líder de todos los tiempos, el que han seguido multitudes y cuyos ejemplos son todavía válidos a pesar de los dos milenios transcurridos, es indudablemente Jesucristo.

Esa fue precisamente su misión, con su vida en este mundo nos dio los mejores ejemplos para enseñarnos a vivir según Dios.

No es indiferente que a lo largo de estos siglos sea el que más seguidores ha tenido y el que más honda huella ha dejado en la historia.

Aprender de Cristo Jesús, imitarle, seguirle en lo que hemos aprendido desde el Evangelio que nos relata sus palabras y sus ejemplos, tan actuales, ahora como entonces, es mucho más que rezarle a un santo nada más porque creemos que es muy milagroso, pero al cual no nos atrevemos a imitar.

Es impresionante cómo en la espiritualidad popular tienen tanta influencia algunos santos que se distinguieron por su vida de entrega total, de desprendimiento y de servicio, pero ¿quién estaría dispuesto a seguir sus pasos?

Es más fácil y más efectivo aprender de Jesús, su bondad, su cercanía, su amor a todo lo que es vida y su preocupación por el que sufre, por el enfermo, por los más necesitados. Esto nos preguntará el último día de nuestra vida. Ese será el día en el cual cosecharemos todo cuanto hayamos sembrado.

ORACION.

Señor Jesús, hoy acudimos a Ti para pedirte
que nos ayudes a comprender qué es lo que nos pides cada día,
porque a menudo nos desorientamos y vamos por caminos
alejados de aquello que Tú nos  enseñaste con tu Palabra y tu vida.
Te pedimos que nos ayudes a rectificar nuestra esperanza
cuando pedimos a la vida lo que sólo tú puedes darnos
y cuando imploramos al cielo lo que es un compromiso
que debemos construir con nuestras manos aquí y ahora.
Perdónanos cuando pretendemos cosechar buenos frutos
donde tan sólo hemos esparcido semillas defectuosas o podridas.
Ayúdanos, Señor, a mirarte, a aprender de ti, y a imitarte.
 
María Belén Sánchez, fsp