Suplementos | Por: Juan Palomar Diario de un espectador jpalomar@informador.com.mx Por: EL INFORMADOR 12 de junio de 2010 - 01:13 hs GUADALAJARA, JALISCO (12/JUN/2010).- El cielo de la noche exhala una extraña luminosidad. El calor del día desprendió fragmentos y jirones de la piel de la ciudad, los levantó por los aires, y ahora forman una capa cerrada y difusa que refleja una luz enfermiza y macilenta, casi pegajosa. El temporal se resiste a comenzar y apenas una mediana lluvia pasó dejando al jardín apaciguado pero pidiendo más. Pero ya llega el día de San Antonio. A whiter shade of pale, los árboles y las plantas sin embargo saben su oficio: resistir y empecinarse en reverdecer. Y lo hacen. Despuntan, al fragor de los calores, las granadas que comienzan a chapiarse. Un viento distante trae algunos retazos de nubes aún muy altas, comienza a desbaratar el turbión de polvo y humo, y las estrellas, puntuales, comparecen. Polyphonic Spree acomete uno de sus himnos más entusiastas. ** Cumpleaños. Cruza liviano el umbral de su sexto año, más atento al discurrir de los pájaros que a la cuenta de los días que asoman sus quillas afiladas desde el fondo del jardín, llameando en los reflejos de la caja del agua. Dibuja largamente dinosaurios y castillos a los que sostiene el pulso firme de su edad bendita. Pregunta con esa sabiduría pasmosa que sólo a esas alturas se tiene. Una muy antigua savia alumbra sus pasos, una novísima mirada le va entregando el mundo. ** Se murió, en su querida laguna de Santa María del Oro, Chava Santoyo. Fue un privilegio estar en la misa que en su memoria e intención se celebró en El Calvario. A la salida, un niño del Hospicio Cabañas llevaba, parte de las ofrendas, las viejas cámaras fotográficas que tanto prefería Chava. Fue un honor y un gusto ser su alumno en el Instituto de Ciencias, en sus legendarias clases de Química. Desde entonces los espléndidos nombres de ciertos elementos ignotos, el concepto de “valencia”, los arcanos experimentos y las muy divertidas resoluciones a las fórmulas propuestas forman parte de un bagaje que durará de por vida. De por vida quedará, sobre todo, su lógica cristalina y sonriente, su atenta dedicación a su oficio, su bonhomía esencial de gran maestro y gran señor. A la salida de misa, la perspectiva de las ceibas del parque enmarcaba la actual versión de la famosa “Furgo” del Caic, y una brazada de piolets. Un largo, largo aplauso despidió el cajón de muertos en el que Chava se fue. Fue un privilegio ser guiado cerro arriba por este andarín prodigioso. Y cantaba. Alguna vez, a la bajada del muy arduo Sangangüey, un vasto incendio sorprendió al grupo capitaneado por Chava. No aparecía la ruta, las llamas iban subiendo, caras demudadas y exangües veían como se iba la última luz. Pero el guía sabía lo que hacía. Bastaba oírlo reflexionar, recibir de él una palabra de ánimo para tranquilizar al más asustado. Nadie como Chava tenía un innato instinto del territorio y sus posibilidades, de los escarpes practicables y las alternativas a tomar. Cada vez, era una estrategia de la marcha la que el guía proyectaba y cumplía. También esa vez en el Sangangüey: no sin dificultades, pero a salvo, llegó el grupo de excursionistas, ya en la madrugada, al campamento. Junto a la fogata, no lejos del “Camello” –el viejísimo Cadillac de siete asientos de su familia- esperaba, paciente, el Padre Hernández Prieto, fumando un Príncipe tras otro. Las llamas de esa lumbrada iluminan ahora estos recuerdos de Salvador Santoyo Cázares, y agradecen –de por vida- el gusto y el honor de haber sido alumno de tal maestro, de haber sido guiado por tal guía. Otra Luz, más alta, lo alumbrará ahora. ** “El papel dura más que las piedras”, solía decir Luis Barragán cuando alguien mencionaba la pérdida o la mutilación de alguna de sus obras. “Hay que fotografiarlas con cuidado”, concluía. La arquitectura es extremadamente frágil. Basta juntar la necedad con la iniciativa para dar al traste con edificaciones que costaron mucho trabajo de imaginar, construir y mantener. Por décadas o por siglos. Piénsese simplemente en la arquitectura religiosa: no se olvida el ciprés o altar mayor de catedral. Y, por poner un ejemplo contemporáneo, el interior de la iglesia del Sagrado Corazón, obra de Pedro Castellanos situada dentro de la muy notable, poco estudiada y menos cuidada producción litúrgica de este gran arquitecto. Resulta que en dicha iglesia había, sobre el altar, un baldaquino de muy refinada concepción y ejecución. Metálico y absolutamente contemporáneo. Seguramente con la mejor intención “actualizadora”, la bonita estramancia fue removida hace años, con lo que la valía del templo se vio seriamente demeritada. Un caso actual y aparentemente menor: en San Ignacio de Loyola, iglesia bastante nueva y ciertamente limpia y sencilla, con estructura de concreto aparente, les dio repentinamente por pintar de blanco lo que era de su color normal (algo así pasó también con La Paz). De un plumazo se borra la expresión original, y se somete a la edificación a un costoso programa de pintar y repintar. Habría que pensarle. ** Años que se cumplen, maestros que en el agua levan anclas, músicas nuevas, elementos de la tabla periódica. De León Felipe: Marinero, Tú tienes una estrella en el bolsillo… ¡Drop a star! Enciende con tu mano la nueva música del mundo, la canción marinera del mañana, el himno venidero de los hombres… ¡Drop a star! Echa a andar otra vez este barco varado, marinero. Tú tienes una estrella en el bolsillo…, Una nueva estrella de paladio, de fósforo y de imán. Temas Tapatío Diario de un espectador Lee También Samuel Kishi y su cine que cruza fronteras y generaciones Un museo vivo: Experiencias y arte en el Cabañas La gran estafa que nos hizo “americanos” El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones