Suplementos | De viajes y aventuras Despacio… que voy de prisa Con el tiempo justo, a paso lento pero efectivo, un lector de De Viajes y Aventuras comparte su experiencia desde el extranjero Por: EL INFORMADOR 19 de enero de 2013 - 20:29 hs Contemplación. Mirar la vida despacio y desde muy, muy lejos, para poder apreciarla en todo su valor. / GUADALAJARA, JALISCO (20/ENE/2013).- Ahora que en los relatos semanales hemos estado haciendo alusión a nuestra insulsa actitud por “la prisa”, me impresionó este correo que tuve la dicha de recibir -de parte de un lector lejano a quien no tengo el gusto de conocer- en donde me relata las experiencias que ha tenido viviendo en un país en el extranjero, en donde se considera “la prisa” como un factor negativo en el diario vivir. Leamos (hice un resumen) las reflexiones de mi amigo, en su vivir en un país “extraño”… “Ya van 18 años que estoy trabajando en la Volvo (me dice); una compañía sueca en donde el hecho de trabajar ahí ha sido una experiencia personal muy interesante. Quiero decirte (me sigue diciendo) que aquí, cualquier proyecto… tarda por lo menos dos años en materializarse por más brillante y lógica que sea la idea. Los procesos mentales de los suecos, que a los latinos que somos tan afectos a los resultados inmediatos nos desesperan -sin que nuestras prisas causen efecto positivo en el proyecto-, en cambio los suecos lo discuten y lo discuten con dedicación en interminables reuniones que siempre se trabajan bajo el esquema de “slow down” o sea: “sin prisa”. Estocolmo, que es la capital, siendo una ciudad pequeña, entre las compañías con que cuenta está la Volvo, que -entre otras cosas- fabrica los motores para los cohetes de la Nasa; La Scania de los grandes camiones que bien conocemos. La enorme Ericcson de telefonía; La Electrolux de electro domésticos; La Nokia de tecnología de vanguardia, y otras más por el estilo en importancia mundial. ¡Nada mal para ir tan despacio! ¿No creen? Cómo anécdota de la idiosincrasia de esta gente (me cuenta) te platicaré de lo que diariamente sucede con mi amigo sueco, que pasa por mí en su coche para irnos juntos a la oficina. Como siempre, diario llegamos muy temprano -y claro- mucho antes que todos los demás; y pese a que esté nevando, haga mucho frío o el estacionamiento esté vacío, siempre dejamos el coche muy lejos de la puerta y juntos caminamos hasta la lejana entrada. Una vez le pregunté el porqué de esta actitud; a lo que -casi con ingenuidad- me contestó: Los que llegamos muy temprano tenemos tiempo para caminar; y es bueno que los que lleguen más tarde queden más cerca de la puerta para que también puedan llegar a tiempo. Un poco avergonzado, me quedé recapacitando en mis propias actitudes, impresionado por su manera de ver la vida; siempre tranquilo y siendo considerado con los demás. Curiosamente -unos días después- averigüé de la existencia de un movimiento llamado “Slow Food”, “Comida Lenta”, que me pareció que venía mucho al caso; porque pregonaba lo bueno que es el comer, el beber y el vivir, disfrutando intensamente el día… la comida, y… el momento. El símbolo de Slow Food es un lento caracol que va, como mis amigos suecos y alguna gente sabia… ¡Sin prisa! Más tarde leí un serio artículo en el Business Week, en que se hablaba de “la locura de la prisa” como un serio problema vivencial, en donde hacemos casi un Dios al infame “Fast”, negándonos día con día el placer de disfrutar cada momento. Estamos tan ansiosos por el futuro -decía el artículo- que nos olvidamos de vivir el presente; siendo que es lo único que tenemos son los días de vida, etc… etc…” y así me siguió platicando en una larga carta que tuve que editar. Aclaro que la actitud “sin prisa” de la que habla mi amigo, no quiere decir hacer poco, sino trabajar con más calidad y menos tensión, retomando los valores de la familia y de las amistades; saboreando los valores esenciales, disfrutando los pequeños grandes placeres de lo cotidiano... que es por demás… efímero. “Despacio… que voy de prisa” agregué como título y como corolario al comunicado de mi lector, quien desde el extranjero nos hace saber las experiencias de un mexicano recibiendo ejemplares enseñanzas en el mundo global actual. Con gusto “despacio” lo comparto con ustedes. PARA SABER Los vuelos El costo de los boletos varía entre los 390 y los 850 dólares en vuelo redondo. Las aerolíneas que ofrecen el servicio son United Airlines, Lufthansa o Delta Airlines. El hospedaje Las opciones oscilan entre los dos mil 500 y cuatro mil pesos. Hay opciones como el Radisson Blu Royal Viking Hotel o el First Hotel Reisen. Busca en: www.booking.com Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones