Suplementos | Por Pedro fernández Somellera De viajes y aventuras Mérida, donde habitan los boxitos Por: EL INFORMADOR 23 de enero de 2011 - 02:20 hs En Yucatán hay edificios que denotan la arquitectura de la época colonial. P.FERNÁNDEZ / GUADALAJARA, JALISCO (23/ENE/2011).- “Siento decirte, ninio, que la Mérida blanca que tú conoces, está llena de bombas; pero no de las que truenan lindo hermoso, sino de las que se dicen y que también retruenan” (pronúnciese esto con el marcado acento yucateco), me decía una chaparrita muy coqueta, que enfundada en su huipil bordado a la usanza y con todas las de la ley, de buen ver, muy hermosa, de cara oval y con facciones mayas a más no poder, organiza recorridos turísticos para conocer la ciudad. “Ven en uno de nuestros camiones, que son de un sólo piso por seguridad”, me advertía ante mi deseo de viajar (cual clásico turista) en un autobús de los de dos pisos, donde imaginé que podía sacar mejores fotos desde el piso superior al aire libre. “Lindo hermoso”, me decía, “los de dos pisos son muy peligrosos ¿Qué no ves que los que van arriba no traen chofer?”. Aunque su argumento era convincente a más no poder, lo que vino a acabar con la escena fue cuando me dijo que “si en Yucatán tenemos cenotes, en Chiapas tenemos El Chichonal; y aquí en esta güagüa, como podrás ver, ninio lindo hermoso, tenemos de las dos”, aseveró con picardía mientras volteaba sus ojos a su exuberante compañera chiapaneca. Tanta gracia expresada con picardía fue más que convincente para acomodar nuestra humanidad entre los tiesos y estrechos asientos, en los que nos llevaron entre arrebatos y estertores al arrancar y al frenar, a recorrer la pacífica y señorial T’Ho, o bien Ichcaansihó (como en tiempos mayas se llamaba Mérida). Un par de horas el la güagüa (rudimentario camión sin puertas ni ventanas) nos dieron una imagen de lo que estábamos -ahora a pie- por descubrir. El paseo “Monteho” (que no Montejo porque no pronuncian la jota), calmado y señorial, nos remontó hasta tiempos de la Colonia, donde los “encomenderos” hacían su agosto en las haciendas henequeneras con el llamado “oro verde” (el henequén) a costa de los indígenas a quienes tenían en la esclavitud. Los grandes capitales los demostraban construyendo monumentales casonas, de las que aún se conservan algunas de ellas mediante grandes esfuerzos para su conservación. Una de ellas, la Casa Cantón, ha sido rescatada y conservada para albergar ahí un admirable Museo de Historia Natural de la península, digno de visitarse. Caminar por las calles en el centro -cuidándose de los camiones urbanos que pasan peligrosamente orillados a las banquetas- es una delicia, sobre todo en los alrededores de la Plaza Principal donde encontramos la casona del tal Monteho, en cuya fachada se exhiben labradas en cantera las infamias cometidas contra los indígenas, y frente a la cual, y delante de las “autoridades” de aquellos tiempos, se torturó, desmembró y sacrificó al gran Kanek, líder de los mayas en contra de la esclavitud. La gran catedral, con el escudo de Iturbide labrado en su fachada. El gran teatro, ostentoso y bonito. La interesante edificación de la universidad el Estado, y varios edificios más, que hacen un caminar lleno de historia y sensaciones muy diferentes a las que se puedan vivir en otros lugares de nuestro México. Ese día -que tuvimos la suerte que fuera jueves- rematamos, ya entrada la tarde, en la pequeña placita de Santa Lucía que estaba precisamente frente a un pequeño y bonito hotelito llamado Casa Lucía en donde habíamos hecho nuestro hogar. “Vayan a la serenata, les va a gustar”, nos dijeron quienes atienden el hotel. “Música, bailables y trova auténtica yucateca va a haber ahí en breve tiempo, consigan un buen lugar”, aseveraron. Delicia de delicias fue aquella noche que se pasó con velocidad inaudita entre Guty Cárdenas, Luis Demetrio, Manzanero y todos esos compositores yucatecos que nos dejaron granitos de sal, rosales, golondrinas y adoros, que nos hicieron remontar a momentos románticos de nuestras juventudes bajo un par de arbolones, que a manera de toldo cobijaban las notas y los recuerdos que cada vez se hacían más presentes. Mérida, T’Ho, Ichcaasihó, un lugar que esperamos que no se aparte de lo valioso de nuestras tradiciones en pos del “progreso” que tan frecuentemente nos encandila. N.B. “Cenote”: Depósito natural de agua dulce propio de la península de Yucatán. “Chichonal”: Volcán en Chiapas que en1982 hizo erupción causando grandes daños. Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones