Jueves, 16 de Octubre 2025
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De viajes y aventuras

Momias y vestigios arqueológicos en las cuevas de la Sierra Tarahumara

Por: EL INFORMADOR

Como si descansara en posición fetal pudo conservar su piel, pelo, uñas y dientes, casi sin dañarse.Pedro Fernández Somellera  /

Como si descansara en posición fetal pudo conservar su piel, pelo, uñas y dientes, casi sin dañarse.Pedro Fernández Somellera /

GUADALAJARA, JALISCO (19/SEP/2010).- Allá por los barrancones de Huápoca, hogar de los rarámuris de la Sierra Tarahumara, no muy lejos de Ciudad Madera en el estado de Chihuahua, Carlos Lazcano y un grupo de científicos tuvieron la suerte de encontrar todavía in situ y a la entrada de la cueva, el cuerpo momificado de una persona adulta con su piel, pelo, uñas y hasta algunos dientes, sorprendentemente en buen estado de conservación. Una tela tejida con rusticidad que ceñía su torso y un par de petates envolviéndola, completaban el atuendo mortuorio. Olotes, tallos de maíz, una mazorca completa y dura como piedra, pedazos de ollas y algunas herramientas pétreas, posiblemente formaban parte del equipo necesario para emprender su viaje al mas allá.

Lazcano encaminó su expedición a las serranías, con el objetivo en mente de explorar una cueva en donde se decía que había varias momias, y que supuestamente estaba en la pared de un acantilado vertical, que pendía sobre la barranca del arroyo del Venado, un poco antes del lugar donde se une con el Río Chico,

Dos niveles con vestigios arqueológicos se encontraron dentro de  la enorme cueva, siendo el nivel superior -a donde se tenía que accesar escalando un tronco de pino con muescas a manera de escalones peligrosamente apoyada sobre la pared- en donde se encontró el conjunto con más casas constituidas por pequeñas estancias y habitaciones.

Cuando menos unos diez recintos de viviendas que aprovechaban la misma cavidad como techo, se encontraban frente a una gran apertura del acantilado con una insuperable vista a la inmensa barranca y al precipicio inmediato, que ventajosamente resguardaba su seguridad y privacía.
En tiempos recientes, esta momia ya había sido descubierta por vándalos buscadores de tesoros, quienes por fortuna simplemente la habían hecho a un lado para escarbar en el piso de la habitación de una de las orillas de la cueva. Destruyeron todo lo que pudieron, incluyendo algunas otras momias que se encontraban en el lugar, dejando regados fragmentos de ellas esparcidos por la cueva entera. Vasijas hermosamente decoradas con figuras geométricas al estilo Paquimé, habían sido estrelladas contra el piso para encontrar tesoros supuestamente escondidos dentro de ellas. Perforaron algunas de las paredes, supuestamente para tener más luz al explorar los interiores. Hicieron fogatas para que se quemaran los soportes de los techos y derrumbar los pisos superiores para facilitar así el saqueo.

La búsqueda de ollas para venderlas a los extranjeros ha sido el principal motivo del latrocinio, que no sólo ha afectado a las cuevas y las casas, sino también a otros invaluables vestigios como son las pinturas en los muros, las mismas momias, las ollas, pequeños fragmentos de cerámica o diminutas piececitas, que por  más sencillas que parezcan, son sumamente valiosas para reconstruir la historia relatada en ellas.

Por suerte, esta momia fue dejada intacta por los delincuentes, habiéndose podido recuperar y enviar a buen resguardo para efectuar estudios posteriores que nos revelen los usos y las costumbres de quienes hace miles de años llegaron desde las tierras congeladas de Beringia. Estos valiosos vestigios de la cultura Paquimé -que forma parte de la llamada Oasis América- están en grave riesgo, tanto por la cercanía con los Estados Unidos cuyos compradores de antigüedades están ávidos de estas piezas, como por el abandono (y tendencia centralista) de nuestras autoridades.
Esperemos que publicaciones como ésta, sirvan para crear conciencia en excursionistas y exploradores de que el verdadero tesoro es conservar los sitios tal como fueron encontrados y no tomar -por ignorar el valor que para los científicos expertos puedan tener- las cuentitas, ollitas, pequeños objetos y otros vestigios reveladores, con parte de nuestra historia escrita en ellas. Al irse a particulares residentes o a países extraños se pierde la secuencia y el hilo de los acontecimientos.

Actualmente esta momia descansa -a buen resguardo- en una salita-museo que construyó ex profeso el Capitán Leal, junto al motel Real del Bosque en las afueras de Ciudad Madera.

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