Suplementos | Por: Pedro Fernández Somellera De viajes y aventuras La famosa Cruz Parlante y los intríngulis por la libertad Por: EL INFORMADOR 12 de septiembre de 2010 - 01:43 hs Ceibas, cruces parlantes, coyotes, jaguares y cielos prometidos se mezclan en apasionado sincretismo. P. FERNÁNDEZ / GUADALAJARA, JALISCO (12/SEP/2010).- En estos tiempos, donde se está tratando de poner un poco más en claro las cosas que sucedieron en nuestro país, en aquellos tiempos de la guerra civil fratricida que ahora estamos festejando con bombo y platillo, sirva nuestra columna para llevar a ustedes los sentimientos -desde luego muy personales- que me impresionaron mientras viajaba por aquellas tan olvidadas tierras del Sureste, a las que alguna vez incluso se les denominó “La (hermana) República de Yucatán”, que hasta tenía su propia bandera que ostentaba las estrellas de los territorios en ella incluidos. Por a’i de los años de mil 800 cuarenta y tantos, las haciendas henequeneras y azucareras crecían en la región a costa de las tierras comunales de los mayas, causando el empobrecimiento y el desplazamiento de los nativos que las habitaban quienes, sin embargo, seguían obligados a pagar diezmos, impuestos y pesadas cargas de trabajo en las “posesiones” de los blancos. Se sentía pues en el ambiente, que la rebelión era la única forma de salvar su modo de subsistencia y autonomía trascendentales. Antonio Ay, el líder, fue ejecutado. Cecilio Chi encabezó desde entonces la rebelión llamada “Guerra de Castas”; causa muy justificada que ni las negociaciones ni la represión militar lograban controlar, quedando así todo a manos de los insurrectos. Cincuenta o más años de guerra agotaron los esfuerzos, tanto de los ejércitos como de las guerrillas. Los amos de las haciendas henequeneras, que sentían que su producto sería la panacea del comercio mundial, absorbieron las tierras comunales mayas y desplazaron sin piedad a sus ancestrales y legítimos propietarios. En esos tiempos, Porfirio Díaz firma con la Corona Inglesa el tratado que concedía a Belice su soberanía; significando esto para los rebeldes el desabasto de apoyo y de armas. Ignacio Bravo, reemprendió la campaña sin cuartel contra los cruzoob -que así se hacían llamar por ser seguidores de “La Cruz Parlante” que los aglutinaba- atacándolos desde varios frentes. Derrotas, hambre y escasez de municiones, hicieron que los cruzoobs se internaran, dispersos, entre las selvas. Bravo ejecuta a los líderes rebeldes, quienes hambrientos y desmoralizados no tuvieron más que rendirse en Chan Santa Cruz, terminándose con esta acción la Guerra de las Castas, que lo único que pretendía era conservar tierras, costumbres y la libertad que desde siempre habían tenido quienes las habitaban. Los mayas, refugiados en la selva construyeron, como último recurso, un mundo ideal alrededor del símbolo de la cruz. Una cruz ideal. Una cruz como ellos la querían. Justo Sierra, en uno de sus escritos apunta: “Lo único que hicieron las guerras de conquista, fue convertir a los idólatras paganos, en idólatras cristianos”; ahora… adoraban a una cruz como a ellos les agradaba. A partir de la aparición de una misteriosa marca de tres cruces sobre un árbol, que consideraron milagrosa, surgió el “verdadero” culto a La Cruz Parlante. Erigieron una capilla custodiando a una gran cruz de madera, que flanqueada por dos más pequeñas y con el apoyo de un ventrílocuo (el intérprete de la cruz) hablaba a los cruzoob rebeldes. Esta cruz sería el símbolo de unión, fuerza, esperanza y aliento que llegaba desde una única voz de mando. Me pregunto ¿En que religión no hemos oído de algo como esto? Los cruzoob se organizaron desde ese entonces en una sociedad militarista basada en una sola imagen, bajo el mando de un jefe supremo. Y alrededor de la ventrílocua cruz parlante se constituyó la comunidad de Chan Santa Cruz, santuario y bastión de los rebeldes que controlaban la región desde donde establecieron tratos con los colonos ingleses de Belice en donde les permitían extraer caoba y “Palo de tinte” (Haematoxylum campechanium) a cambio de sus armas y municiones. Bien decía aquel fraile de tiempos de la conquista… “La única forma como podemos introducir nuestra religión ante los infieles, es por medio de las armas”. Así es, y así ha sido -desgraciadamente- la historia de nuestro país y -no lo puedo negar- también la del mundo entero. N.B. Los mayas fueron desplazados de sus tierras, y poderosos y demagogos así han seguido, orgullosos de sus egoístas hazañas temporales, durante centenarios y bicentenarios. Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Cuatro imperdibles para tu primera visita a Madrid Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones