Martes, 14 de Octubre 2025
Suplementos | Por: Pedro Fernández Somellera

De viajes y aventuras

Gonzalo Guerrero, el primero en defender nuestra independencia

Por: EL INFORMADOR

En una casa como esta debió haber vivido Gonzalo Guerrero, primer héroe de nuestra independencia. P.SOMELLERA  /

En una casa como esta debió haber vivido Gonzalo Guerrero, primer héroe de nuestra independencia. P.SOMELLERA /

GUADALAJARA, JALISCO (04/JUL/2010).- De pocas gentes podemos platicar tanto y tan cautivadoramente como de este marinero español, que habiendo naufragado cerca de nuestras costas y caído por casualidad entre los mayas, comprendió, asimiló, se integró y defendió - sacrificando hasta su vida- nuestras culturas, nuestras razas y la mexicanidad de nuestras tierras; siendo, al formar familia con una nativa del lugar, el iniciador de mestizaje mexicano y el primero que luchó -aún contra sus mismas gentes- en el Sureste mexicano por la libertad de nuestros pueblos

Un poco de historia viene muy al caso ahora que estamos en las celebraciones de independencias y revoluciones, dejando entre trifulcas, personajes, epopeyas, guerras fraticidas, historias torcidas y héroes fabricados a conveniencia, a muchos de los “de a de veras” en el olvido.

No se vale hablar de las disparatadas luchas criminales que sucedieron en nuestro terruño; de las conquistas maquiavélicas; del colonialismo cruel en donde gentes ajenas vinieron a hacer de las suyas; de personajes que -sin negarles su valía- y a conveniencia de las políticas en turno se les ha dado créditos inmerecidos olvidándonos de quienes en silencio, empeñando sus vidas, creencias, familias, religiones y nacionalidades defendieron lo que a nuestras gentes pertenecía.

Gonzalo Guerrero, fue un marinero arcabucero español que habiendo venido en una de las expediciones de la conquista naufragó cerca de la costa de Yucatán en el 1511, y que junto con el fraile Jerónimo de Aguilar fueron los únicos sobrevivientes.

 Al llegar a tierra, ambos cayeron en manos de Xamán Há, un gobernante maya que los tuvo algún tiempo como esclavos, y en donde, la actitud de Gonzalo entre los mayas fue muy diferente de la de Jerónimo. Mientras que este insistía en seguir apegándose a las  costumbres y religiones que traía imbuidas hasta las cachas, ni entendía ni toleraba cuantas cosas -según el extrañas- que ahí sucedían; Gonzalo en cambio, respetuoso, inteligente y hábil, prontamente aprendía la cultura, idioma y costumbres del nuevo pueblo donde por azares del destino había caído.

El cacique Taxmar, al ver la energía natural de Gonzalo, su rebeldía al sometimiento, sus habilidades, y el respeto que tenía hacia su pueblo, no solo lo liberó, sino que además de integrarlo con los suyos le dio rango y poder nombrándolo Nacom (jefe de guerreros), siendo así partícipe, tanto en la vida cotidiana de la comunidad como en muchas expediciones guerreras exitosas, logrando así el cariño, rango y distinción entre los mayas.

Tomó por esposa a la princesa Zazil Há, hija de Na Chan Can el gobernante principal, y adoptó con beneplácito ritos y costumbres de la cultura que lo acogía. Se dejó perforar las orejas y hacerse las mutilaciones y tatuajes rituales propias de su nuevo rango, demostrando -según el costumbre- su desprecio al dolor y a la muerte, incluso habiendo tenido que admitir que su primogénita Ixmo fuera sacrificada como ofrenda en Chichén Itzá en una ceremonia religiosa.

Al llegar el Cortés a esas tierras, unos ocho años después, para su sorpresa descubrió que entre los habitantes de la región (me choca decirles indios) se hablaba de que había unos “castilianos” que habitaban entre ellos tierra adentro.

Gonzalo, teniendo esposa maya e hijos mestizos, y estando muy bien adaptado a las costumbres del lugar, al ver los crímenes que sus coterráneos cometían en contra de los que ahora eran su pueblo, valientemente negó la posibilidad de volver a reunirse con ellos. 

Con valentía, y afrontando las consecuencias de ser llamado renegado, hereje y apóstata, luchó contra las injusticias, crímenes, destrucciones y devastaciones que zaherían a los ahora suyos; Jerónimo en cambio -con sus creencias a cuestas- no vaciló en adherirse sin cuestionamientos a los españoles.

“El Renegado”, como apodaron sus compañeros, siempre fue especialmente belicoso contra ellos. Armó inteligentes ejércitos mayas que dificultaron durante muchos años la conquista de las tierras mayas y, años más tarde, en una batalla contra las huestes de Pedro de Alvarado, una flecha que salió de una ballesta española, con crueldad vino a incrustarse en el ombligo de Gonzalo traspasándolo de lado a lado; un disparo de arcabuz a renglón seguido, vino a terminar con la vida del primero en defender a nuestras gentes del asedio de los extranjeros.

Las palabras que un historiador de aquellos tiempos, pudiera ser el epitafio de quien, antes que nadie, luchó por nuestra independencia y fue digno padre de nuestro mestizaje.

“… y andaba este español que fue muerto difunto, labrado el cuerpo y en hábito de indio…”     
Es decir… ¡”Con la camiseta puesta” en términos actuales…! Gracias Gonzalo por este ejemplo.

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