Viernes, 17 de Octubre 2025
Suplementos | Por: Pedro Fernández Somellera

De viajes y aventuras

La Galerita de San Sebastián

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAY/2010).- Tres pequeñas cabañitas delicadamente diseñadas; un agradable corredor trepado en la cima de una gran escalera que descansando en el estanque de los peces sostiene el mini comedor con su cocina al lado; un pequeño patio con su típico fogón para horneados especiales, y la mini taberna para fabricar cerveza artesanal, forman el pequeño conjunto hotelero que con amor y celo vigilan hasta en sus mínimos detalles los excelentes anfitriones, Lorena y Misael Gradilla, en las afueritas, allá pasando el río, en el bonito pueblo de San Sebastián del Oeste.

Real de San Sebastián -como se le llamaba antes- está por allá escondido entre las serranías de la Sierra Madre Occidental. Altas montañas llenas de oros y de platas, que desde las épocas de la conquista fueron la panacea de gambusinos, empresarios y vivales, que posteriormente, y a raíz de la famosa revolución y la cristiada, fueron abandonadas por quienes eran explotadas. Enormes cerros, que por su difícil acceso conservaron impávidos la belleza auténtica de las construcciones de aquellos tiempos, San Sebastián del Oeste emprende ahora una nueva vocación para su renacimiento, muy distinta a los metales de las entrañas de sus cerros: el turismo.

La carretera que une a Guadalajara con Puerto Vallarta, pasando por la señorial Mascota, ha puesto a su disposición -no sin los riesgos inherentes- al bonito y típico pueblito de San Sebastián en la mira de los viajeros que buscan los valores de lo auténtico del México de antaño.
Unas 3 horas y media desde Guadalajara, por una carretera curvosa y -por fortuna- a medio terminar; y un par de horas de Puerto Vallarta, nos llevan -desacelerando nuestras prisas- a la quietud y parsimonia de las casas viejas y tejados antiguos de San Sebastián.

La Galerita, si bien no sigue la arquitectura clásica pueblerina de antaño, su construcción es más que respetuosa con el entorno. La Galerita, estando en el pueblo mismo, entre los bosques de las afueras, rodeada de árboles y “jardines de cocina” que aprovecha para condimentos y sazones, forma -en su aislamiento- un conjunto encantador.

Unos humildísimos y discretos anuncios grabados en madera -poniendo mucha atención- conducen desde la plaza principal hasta el sitio. El primero, que está a mano derecha de la plaza sobre el poste de la esquina, nos lleva a un callejón descendente. El siguiente, con una flechita insignificante, indica bajar por una pendiente empedrada aterradora. Más adelante, pasando el puente, al encontrar la antigua hacienda de La Galera, se puede atisbar -muy escondido- otro letrerito de madera que señala nuevamente “a la Galerita” donde, sin miedo hay que continuar hasta una puerta de trancas que anuncia “Bienvenidos”.

Don Mérce, zampurrado en su viejo sombrero de hongo y tres dientes en la sonrisa, abrirá la puerta rechinona para que después de unos buenos gritos de “Buenos diaaas” aparezcan los excelentes anfitriones que -previa reservación- con orgullo te presentarán las delicias que hay en cada una de las habitaciones que previamente tienen asignadas.

El buen gusto y la calidad de sus interiores, comienza con la gran cama matrimonial con finas sábanas, cobijas excelentes y almohadas de pluma de la buena, frente a la elegante y campirana chimenea con todos los aperos para encenderse de inmediato. Desde la mesa de trabajo con equipales, rodeada de ventanales se ve la pequeña terraza que da al jardín. Una televisión con todos los canales habidos y por haber, con su video casetera -que creo estará siempre apagada por no distraer el maravilloso sonido de gallos y jilgueros pueblerinos- está a disposición. El baño, con enorme y rica regadera, lavabo con toallas blancas y todas las “amenidades” de un hotel de lujo, incluyendo batas personales, forman un conjunto muy fuera de los que estamos acostumbrados al llegar a un pueblo que otrora y durante muchos años estuvo abandonado.
Si bien, su precio es muy distinto al que ofrecen los hoteles clásicos del pueblo, no hay nada más reconfortante para, después de un azaroso día de excursiones, y después de una deliciosa cena de pozole y tostadas en los billares, cantina y cenaduría del pueblo, llegar a chiquearse en los lujitos -aunque sean caritos- de un lugar como este, imaginando ya el suculento desayuno que ofrecen para el siguiente día.
lagalerita@sansebastián.mitmx.net y su teléfono 322 297 3040 son su “santoyseña”

¡Que disfruten un San Sebastián en primera clase; la vida es taaan corta, que mucho vale la pena…!

deviajesyaventuras@informador.com.mx   

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