Miércoles, 22 de Octubre 2025
Suplementos | Por Pedro Fernández Somellera

De viajes y aventuras

Caminando por el maravilloso país (ahora mexicano) de los mayas

Por: EL INFORMADOR

Sorprendente fue -para mí- encontrarme al viajar por el Sur, y más bien por el Oriente de nuestro México desconocido, con un país totalmente diferente al resto: El mundo Maya.

La península de Yucatán resultó ser -quizás debido a mi ingenuidad y falta de cultura- sorprendentemente diferente al resto de la nación. La verdad es que cuando bromeábamos allá durante los años escolares a alguno de nuestros compañeros nativos de esas tierras, diciéndoles casi peyorativamente que pertenecían a la Hermana República de Yucatán, no teníamos la menor idea que esto era una verdad absolutamente cierta y de la que podían ufanarse. Todos estos territorios, bien pudieran orgullosamente formar -sin lugar a dudas- una nación totalmente aparte de la nuestra.

El territorio plano y calizo es diferente. Los ríos corren por debajo de la tierra, aflorando tan sólo de vez en cuando en pozos circulares y cristalinos llamados cenotes. La gente es pequeña, morena y de rasgos particulares. Su idioma -hasta la fecha- es el maya en sus distintas versiones, siendo el español una lengua hasta cierto punto ajena. Sus dioses y sus creencias se conservan actualmente entre ellos, haciendo para su protección, un sincretismo con el catolicismo.

Su comida es diferente y por demás deliciosa. Sus casas -en poblados no afectados por el “progreso” avasallador- siguen siendo de bajareque (ramas trenzadas), de forma ovalada y con una puerta al centro. Los techos son de palapa de guano (hojas circulares de una palma de la región) o de zacate, maravillosa y delicadamente trenzado que da frescura a sus viviendas. Su ritmo de vida parsimonioso y sin prisas, se refleja en los huipiles blancos, delicadamente bordados con flores de vivos colores hilvanadas a mano que visten sus mujeres. El sol aplastante da luz y calor a las selvas de maderas finas. En fin, es un mundo realmente diferente al que estamos acostumbrados a ver en el resto del territorio mexicano.

Este es el mundo maya que desgraciadamente ha sido ingratamente asediado: primeramente tribus rivales, más tarde por los conquistadores, luego por los criollos hacendados y después (para variar) por las políticas nacionales.


Bien describió todo esto Ermilo Abreu Gómez en su maravilloso libro “Kanek” en donde dice: “Es bueno saber cuál es la necesidad del indio, y la necesidad del blanco. Al indio le basta sólo un cuartillo de maíz, al blanco no le basta un almud. El indio come y bebe para su tranquilidad, mientras el blanco come y, desasosegado, guarda todo lo que puede para mañana. El blanco no sabe que una jícara no lleva más agua que el agua que señalan sus bordes. La demás se derrama y desperdicia”.
Es más que impresionante recorrer las tierras de los mayas, para realizar la belleza y magnitud de las importantes, cultas y avanzadas ciudades -ahora abandonadas- que fueron alguna vez unidas entre ellas por los famosos Sac Be (caminos blancos, maravilla de su ingeniería caminera) y encontrar a cada paso magníficas edificaciones de las que se servían, unas todavía internadas entre las bucólicas selvas, y otras descubriéndose y restaurándose para deleite de la cultura actual.

Algunas, como Chichén Itzá, ya de hecho han sido -como bien lo merecen- acreedoras a la denominación por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Y otras como el grandioso Ek Balám, que junto con cientos de otras que aún permanecen ocultas, están siendo restauradas para permitirnos darnos cuenta de lo que esa grandiosa cultura fue.

“Los señores son rojos, -dijo Kanek- Ellos dicen que son blancos. Los señores son rojos. Son rojos como la mancha del Oriente que los trajo; como el fuego que brota de sus manos; como el oro que se enciende y se arisca en sus barbas; como la palabra que estalla en sus bocas; como las llagas de sus dioses; y como el grito de las vírgenes que desgarran, sin advertir que son avecillas ciegas. Los señores son rojos”.

Es, pues, impresionante visitar todos estos territorios desprendiéndonos de colores, barbas, armaduras y políticas, para poder captar con la vista aguda y el corazón sensible, estas maravillosas tierras del Oriente mexicano, que una vez fueron parte del asombroso y culto mundo de los mayas.

deviajesyaventuras@informador.com.mx

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