Suplementos | Pedro Fernández Somellera De viajes y aventuras Adoptando a Santa Mónica Por: EL INFORMADOR 28 de junio de 2009 - 03:31 hs Nuestra Guadalajara tiene lo suyo; y esto lo tenemos que decir al mundo, quedito, discreto, estudiado y fundamentado, evitando los superlativos que además de odiosos suelen ser desilusionantes. Dejémoslos que estos se los vaya poniendo quien se deleite con los tesoros que tenemos. Pero eso si; sin pena ni vanagloria decírselo al mundo; y decírselo también a los tapatíos que en su gran mayoría lo desconocemos. Hay que reconocer que lo que actualmente poseemos gracia nuestra no ha sido; otros fueron los que lo hicieron. La gracia que podemos haber tenido es el contar entre nosotros con gente visionaria que nos ha hecho darnos cuenta de lo que es valioso en las huellas dejadas por los que nos precedieron; y esto… defenderlo y cuidarlo de los modernismos, de las políticas, de los sabiondos en turno y del nefasto “progreso” que parecieran querer acabar con todo lo que anterior, haciendo parecer como si en este mismo momento descubriéramos el mundo. Existe, gracias a valiosas y aguerridas personalidades, una institución que se dedica a… adoptar obras de arte. Sí, pero… ¿Qué significa adoptar? Adoptar quiere decir (así lo dicen los diccionarios) “hacerse cargo de él como hijo propio, sin que sea hijo biológico” y esta palabra adoptar, viene del latín ad optare que sin titubeos nos refiere a la explícita palabra desear. Esta institución… “desea”… “adoptar”… obras de arte. Y procura quererlas, admirarlas, restaurarlas y conservarlas para el bien de la ciudad, del mundo y de las futuras generaciones. Y… ¿Cuales son las obras de arte? Preguntarán ustedes. Pues, bueno… lo que actualmente llamamos obras de arte son todos aquellos objetos de valor estético, artístico, histórico o costumbrista, que podemos encontrar entre nosotros en el entorno en que vivimos. Y si nos vamos a escudriñar entre las raíces de las palabras… arte, viene del latín ars, que equivale a la palabra griega téchen técnica, o sea la disciplina del saber hacer; que están ambas íntimamente relacionadas con asuntos referentes a lo estético y a lo emotivo. A estas maravillosas obras, a su cuidado, restauración y conservación es a lo que se dedican en esta institución; por eso se llama “Adopte una Obra de Arte”. El Templo de Santa Mónica, aquí en Guadalajara es una de las “Obras de Arte” que están siendo por ellos rescatadas; y a ella se están dedicando con alma, vida y corazón, por que están convencidos de que valen mucho los esfuerzos que se hagan para conservar este valioso monumento eclesiástico. San Cristobalón, que está ahí muy puesto en la esquina del templo lo atestigua; y varios empresarios con su decidido apoyo y patrocinio lo corroboran. Pero… déjenme platicarles, que si bien el templo en si mismo, es una valiosa obra del arte barroco del 1700 siguiendo los lujos de aquellos tiempos, de nada serviría si no fuera apoyado por el dinero, tradiciones, cariño y vivencias –tanto de moros como de cristianos- que han sucedido entre muros, techos y paredes del templo, donde parece nublarse la memoria de los tiempos. San Cristobalito-San Cristobalón ahí parado, tieso, serio y aburrido en su pétreo nicho de soldado inglés, ha sido fiel testigo de cuitas y querellas, de amores y desamores, de robos y balazos, de peticiones e indulgencias (pasaportes ilusos para ir al cielo), de guerras y batallas, y hasta las grillas de sabihondos y las políticas de los políticos vienen a completar el cuadro de las vivencias mudas del santo. Dicen; sólo se que dicen… que más antes… por las calles aledañas que eran muy oscuras, rateros y malvivientes se reunían ahí para, además de encubrir sus fechorías hacerle bromas al patrón; y dicen… que sucedió que una vez, al ver venir a la guardia -que ocasionalmente aparecía por ahí- los bandidos tratando de ocultar su fechoría, dejaron el botín escondido detrás de la escultura. Cosa que un poco más tarde, una beata que “ingenuamente” metió la mano tras las velas que lo custodiaban, encontró el tambache del tesoro oculto; y sin más ni más y haciendo un conveniente espacio entre su buche y los escapularios que traía enredados, lo acomodó junto a su conciencia, y considerándolo como una graciosa dádiva del santo, con gran contento puso pies en polvorosa olvidándose -desde luego- de dar su comisión al santo. También dicen que algunas damas muy urgidas, llegaban y le rezaban con angustiada voz… -San Cristobalón, San Cristobalón; patazas grandazas, manazas fierazas… ¿Pa` cuando me casas?- A lo que igualmente, dicen que más tarde y después de algún tiempo, regresaban con diferente voz a suplicarle: -San Cristobalito, San Cristobalito; patitas chiquitas, manitas bonitas… ¿Cuándo me lo quitas?- De cualquier manera, ahí está desde hace más de trescientos años al pendiente del Templo de Santa Mónica, y “Adopte una Obra de Arte” actualmente sigue ayudándole en su encomienda al santo; cuidando, restaurando y vigilando la conservación de esta digna obra de arte para beneficio de los que vendrán más tarde. deviajesyaventuras@informador.com.mx Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones