Suplementos | Por: Pedro Fernández Somellera De viajes y aventura Isabel, una isla para los bobos Por: EL INFORMADOR 16 de mayo de 2010 - 06:12 hs GUADALAJARA, JALISCO (16/MAY/2010).- Eran casi las seis de la tarde, cuando en la marina de Puerto Vallarta todos estábamos a bordo del velero que uno de nuestros amigos acababa de adquirir, en co-participación con algunos otros socios, ya que para sostener una embarcación como ésta no son tres pesos los que se necesitan; por eso dicen que entre muchos, hasta el…, bueno pues… (quitándonos de averiguaciones), todo es más fácil. Chente, Chale, Sobina, El Vigas y yo, bastimento comestible y bebestible incluídos, fuimos los escogidos para el viaje inaugural. La tutela y vigilancia de Julián, excelente marinero, navegante, pescador y chef, nos daba una cierta tranquilidad que nos hacía alejar nuestros pensamientos -recordando al Titanic- de los viajes inaugurales. La Isla Isabel sería nuestro destino. Como la Isabel es una pequeña isla situada frente a las costas de San Blas, Nayarit, o más bien frente a Boca de Camichín, donde desemboca el Río San Pedro después de pasar por la Laguna de Mexcaltitán, o de Boca Asaderos donde tira sus aguas el Río Santiago; lugares desde donde el recorrido en panga no pasa de las tres horas navegando, ciertamente Puerto Vallarta no era el punto ideal para zarpar a la travesía. De cualquier manera, los cinco bobos -no sin la bendición de San Bacardí- ya habíamos abordado la embarcación dispuestos a cualquier afrenta de Neptuno; Espronceda, los 10 cañones por banda y su velero bergantín, eran nuestra inspiración. Aunque la salida del puerto fácil fue, el viento también se fue. El ruido del ronroneante motorcito auxiliar casi ni se oía con las pláticas, las carcajadas y los albures. Los grandes edificios iluminados se fueron perdiendo al doblar -después de horas- el faro de Punta Mita donde fijamos el rumbo a los 350º casi, casi norte cerrado con destino a la Isla Isabel que está en las coordenadas (21º50’30” norte y 105º52’54” oeste). En la oscuridad de la noche y con el viento que seguía brillando por su ausencia, el motor ronroneante ahora hacía coro con los ronquidos de nuestras guardias incumplidas. El piloto automático navegaba y Julián, de vez en cuando atisbaba la negrura donde cielo y mar se confundían. A las 6:00 horas, el silencio, el ruido de la cadena del ancla y el olor a huevos con chorizo, rescató de los brazos de Morfeo al personal de abordo. Un par de horas más tarde los cinco grumetes desembarcábamos en la playa cubierta con pedacera de coral, frente a Las Monas, dos hermosos promontorios volcánicos que siendo los restos de un viejísimo cráter, recuerdan la actividad volcánica stromboliana (de fuertes explosiones aéreas) de donde surgió la isla. De hecho la laguna salina que hay en el centro de la isla es el vestigio de otro cráter de la época. La Isabel, aunque por su cercanía se le piensa parte del archipiélago de las Islas Marías, no se le considera, al igual que éstas, como isla oceánica, sino que durante las glaciaciones era parte del continente. Muchos bobos (aparte de nosotros) fueron los que encontramos entre las arenas y los pastos bajos de la isla. Todos estaban en época de romance, empollando el fruto de sus amores. Sus patas, increíblemente azules, las usaban -levantando una y luego la otra, o zapateando sin cesar- para invitar a su pareja a disfrutar del nido previamente preparado entre el arenoso matujal. Ignoro por que les dicen Pájaros Bobo, ya que no tienen nada de ello. Sula Nebouxii es su nombre científico. De gran alzada (unos 30 centímetros.). Bravos a más no poder. Guapos y excelentes clavadistas, regurgitan sus presas para alimentar a sus polluelos que pululan hambrientos entre sus azules patas natatorias. De bobos no tienen una pizca; por algo será que Cousteau pasó casi un año en la isla estudiando sus hábitos y costumbres. Entre el chaparral de la isla -rodeada de pececillos que son su alimento- habitan los Sula Nebouxii. En la vegetación arbórea baja, las Fragatas (Fregata magníficens) discutiendo sus nidos con los Pelícanos (Pelécanus occidentalis). Y entre las rocas, las Gaviotas (Sterna fuscata) hacen que los bobos (nosotros) nos quedemos embobados ante tanta belleza emplumada existente en la Isla Isabel. ¡Excursión recomendada! deviajesyaventuras@informador.com.mx Temas De viajes y aventuras Lee También Zacatecas y La Antigua: Viaje a dos joyas históricas de México Agencias de viaje en Jalisco ofrecen descuentos para adultos mayores con Inapam Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones