Cruzar el Atlántico… remando en una Cascarita

GUADALAJARA, JALISCO (02/NOV/2014).- Ahora mismo, mientras están leyendo esto, Abraham Levy, un mexicano de carne y hueso, de tan solo 32 años; con altos ideales y la virtud de soñar; con el valor, el coraje y la voluntad férrea de vivir intensamente… está en medio del mar… absolutamente solo… sentado en su pequeño kayak y sumido en las tinieblas de la noche… tratando de remar desde España hasta México en una pequeña cascarita, impulsado tan solo por la fuerza de sus brazos… y el sorprendente poder de su mente.

No, no lleva ninguna ayuda. No hay barco que lo siga. No hay nadie que lo auxilie. No tiene motores de emergencia: “Voy solo y mi alma remando en mi Cascarita, impulsado tan solo con mis ilusiones, mi voluntad y la fuerza de mis brazos”. Frecuentemente cita la frase que le decía su abuelo: “Los hombres tenemos todo lo que podamos querer: la grandiosa fuerza que tenemos en nuestro interior”.

Personalmente, impresionado con esta hazaña, agrego la frase de Mijail Bakunin que viene al caso: “En la búsqueda de lo imposible el hombre siempre ha logrado lo posible; y aquellos que sabiamente se han limitado a lo que creían posible… jamás han dado un paso adelante”. Y como las remadas también cuentan como pasos… ¡Adelante mi querido Abraham…!

La frase donde mencionas que tu único miedo es… “dejar pasar una vida sin cumplir tus sueños” me parece extraordinaria. ¡Rema pues para lograr tus sueños! Ojalá que los mexicanos seamos capaces de entender la trascendencia de tu aventura, porque aquí también tendremos que remar contra vientos y mareas; pero… poco a poco -con tu ejemplo- quizás podamos entender que “la vida es tan solo un sueño, y los sueños… sueños son” Ojalá que México también aprenda a lograr sus sueños… en paz.

Abraham bautizó a su embarcación como “La Cascarita”, porque de verdad ¡es una cascarita de tan solo 7 metros de largo por 1.60 de ancho! No, no tiene motor. No tiene velas. No tiene nada que la impulse más que un par de remos, y una pequeña cabina en donde —atado con un cinturón de seguridad— quizás pueda dormir un poco, resguardase del sol por un momento, o encontrar protección en caso de tormenta.

Unos 700 kg de comida liofilizada (deshidratada) distribuida en porciones perfectamente programadas, le surtirán las 7mil calorías que necesita diariamente ese “motor humano” que, además debe beber por lo menos 10 litros diarios de agua de mar que constantemente tiene que desalinizar con una pequeña máquina. Estima perder unos 25 ó 30 kilos de su peso corporal en los cinco meses calculados para la travesía. Deberá de remar unas 10 ó 12 horas diarias, repartidas en series de 3 horas, con descansos intermedios de una hora que utilizará para descansar, comer, beber y tratar de comunicarse con su “tripulación en tierra” a través de los sofisticados chunches de altísima tecnología (GPS, teléfono satelital, PBL personal locator beacon para saber su posición en medio del ancho mar, radio VHF y muchos etcéteras) que atiborran su pequeña embarcación. Todos estos aparatos son desde luego a prueba de agua y de golpes; pero si alguno se cae al mar… bay, bay aparatito.

Todo esto lo pueden ver en el sitio www.abrahamlevy.com en donde aparecen los avances que diariamente va logrando nuestro amigo, y mil detalles más que en este espacio sería imposible relatar. Igualmente encontrarán en “patrocinadores” la manera como podemos ayudar a este ejemplar muchacho mexicano. Sus donaciones podrán ir desde “un kilómetro remado” que vale menos de 200 pesos, hasta paquetes de 15 mil pesos o más; aclarando que Abraham destinará una parte de lo recaudado a labores para la protección del invaluable Arrecife Mesoamericano que está cerca de las costas de Cancún a donde planea llegar.

P.D: Con gran interés les seguiremos informando sobre esta impresionante travesía.

vya@informador.com.mx