Domingo, 12 de Octubre 2025
Suplementos | La conversión o el arrepentimiento es el primer elemento

¿Conversión, fruto, o ambos?

Convertirse o arrepentirse significa sencillamente volverse a Dios: dar media vuelta en una manera de caminar o de pensar

Por: EL INFORMADOR

     Por mucho tiempo se ha discutido lo que significa la salvación de los hombres. ¿Se trata de un evento particular, marcado por la fe? ¿Es el resultado del logro de los esfuerzos humanos para agradara Dios? ¿Se trata de una mezcla, en donde Dios hace una parte y el hombre hace otra? Aún en tiempos de Jesús la gente buscaba lo que le pudiera acercar la salvación, por eso cuando apareció Juan el Bautista con un mensaje de arrepentimiento, la gente respondió por multitudes.

     El mensaje de Juan no era como el de los maestros de la Ley, quienes aburrían o abrumaban a la gente con sus listas interminables de mandamientos y enseñanzas, los cuales, a pesar de cumplirse al pie de la letra, no calmaban la culpa en las conciencias; Juan, en cambio, golpeaba directamente a la conciencia, para hacer un llamado al arrepentimiento.

     Fue precisamente Juan quien, en su mensaje, dijo las palabras claves para entender la salvación que Dios quería traer: “Dad el fruto que pide la conversión”. ¿A qué se refería Juan? Veamos en detalle esta parte de su discurso.

     La conversión o el arrepentimiento es el primer elemento. Convertirse o arrepentirse significa sencillamente volverse a Dios: dar media vuelta en una manera de caminar o de pensar respecto a algo, y reconocer que es un camino malo. Confesar un pecado a Dios significa “ponerse de acuerdo con Dios” respecto al pecado; esto no significa que Dios cambie de opinión respecto a un pecado, sino que nosotros somos los que nos hemos equivocado, al justificar como “bueno” lo que Dios dice que es malo. Por eso confesar un pecado es aceptar que lo que hemos hecho es malo ante Dios, aunque a nosotros no nos había parecido eso. Cuando confesamos nuestros pecados, en otras palabras estamos diciendo: “Dios, reconozco que lo que he hecho es malo delante de Ti, aunque a mí me ha parecido bueno; me doy cuenta de que siempre ha sido malo; no tengo justificación, y lo único que puedo hacer es pedir humildemente tu perdón”.

     El fruto demuestra la sinceridad de arrepentimiento. ¿Habrá algún tipo de arrepentimiento falso? Sí, se llama remordimiento. El remordimiento se parece al arrepentimiento, porque en ambos casos la persona se siente mal, emocionalmente hablando, pero el origen del malestar es muy diferente. En el arrepentimiento, la persona se siente mal porque se da cuenta de que ha ofendido a Dios y a otros con su comportamiento, y no trata de justificarse; en el remordimiento, la persona se siente mal por las consecuencias de sus actos, o por la vergüenza de ser descubierto, o por los privilegios que va a perder por sus acciones, y generalmente va a tratar de justificarse, o de compartir la culpa con otros.

     Entonces, ¿cómo podemos saber que nuestra contrición es verdadero arrepentimiento y no se trata de simple remordimiento? A través del fruto. Juan dijo: “den o muestren el fruto que pide la conversión; en otras palabras: “si verdaderamente están arrepentidos, demuestren con sus siguientes actos que verdaderamente han cambiado de dirección”.

     Esto no es tan complicado, ya que el mismo Juan les explicó a algunos grupos de la sociedad lo que deberían de hacer. Por ejemplo, cuando unos soldados le preguntaron sobre lo que deberían de hacer, Juan les explicó que no extorsionaran a los demás y que vivieran contentos con su salario. Lo mismo hizo con otras personas. De manera que el día de hoy tenemos el llamado de Dios para conocer su salvación a través de nuestro genuino arrepentimiento, el cual se mostrará a través de nuestros actos. O sea que creemos, nos arrepentimos y cambiamos, en ese orden.

Angel Flores Rivero
iglefamiliar@hotmail.com   

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