GUADALAJARA, JALISCO (12/NOV/2016).- Ya lo sabe, soul en inglés significa alma, espíritu. Pero si algo era justo lo que hacía falta en el auto coreano que usa ese nombre, esa enjundia que nos alimenta el corazón a los entusiastas. ¿Está resuelto ahora el problema?Para el lanzamiento nacional del Soul, Kia invitó a los medios de comunicación a Punta de Mita, en Nayarit, desde donde lo condujimos a través de Puerto Vallarta hacia Tomatlán y de regreso. Fue un trayecto suficiente para entender que el auto es, sin duda, más divertido que sus hermanos con motores normalmente aspirados, pero no tanto como otras opciones, incluso algunos numéricamente menos ambiciosas.Para poner ese espíritu en el Soul, Kia hizo dos cambios muy importantes. El primero fue poner bajo el cofre una máquina turbo, de 1.6 litros, con 202 caballos de fuerza y 195 libras-pie de torque. El segundo fue dotarlo de una caja automática de doble embrague y siete velocidades. Súmese a esto las dimensiones reducidas del Soul y la receta, en teoría, suena infalible. Pero en la práctica no lo es tanto.La razón sigue al mandoPorque el manejo del Soul turbo sí es mejor, obvio, que sus dos versiones inferiores, pero no es un auto que transmita gran sensación de aceleración o ponga al piloto una sonrisa en la cara. No es un coche lento, que quede claro, pero tampoco es uno que nos transmita la confianza de entrar en curvas a altas velocidades. Las sensaciones de respuesta de la dirección aún son algo vagas; los frenos y la suspensión, que no fueron modificados, tampoco transmiten al conductor la confianza necesaria para entrar en las curvas velozmente y salir sonriendo como niño con juguete nuevo.Cuando a esto le añadimos el hecho de que el Soul Turbo cuesta 369,900 pesos, la emoción producida al leer la ficha técnica termina casi en decepción.Sí, el nuevo Soul turbo tiene un poco más de equipo, es un auto sólido y bien hecho, sin ruidos interiores y con un diseño tan distinto a la mayoría que hace las delicias de los que prefieren manejar algo diferente a lo que conducen los demás, pero el “alma” extra que recibe, el empuje y la deportividad que uno espera de 202 caballos y una caja de doble embrague, no nos parecieron objetivos alcanzados. El “alma” del Soul, si nos permiten la redundancia en dos idiomas, sigue fruto de su diseño, más que de su desempeño.