Viernes, 26 de Abril 2024
Suplementos | La esquina sureste, que forman las calles: 67 y 64 de Mérida, se pavonea de tan hermosa

Capilla de la Candelaria

Su puerta de dos hojas, con chapetones y postigos, el marco en medio punto sobre capiteles toscanos, cada esquina cubierta por dos hojas grandes

Por: EL INFORMADOR

Su atrio delimitado por columnas cuadradas con almenas piramidales y entre ellas rejas de fierro, formando volutas. EL INFORMADOR / V. García

Su atrio delimitado por columnas cuadradas con almenas piramidales y entre ellas rejas de fierro, formando volutas. EL INFORMADOR / V. García

GUADALAJARA, JALISCO (14/MAY/2017).- La esquina sureste, que forman las calles: 67 y 64 de Mérida, se pavonea de la hermosa capilla de la Candelaria. Su obra comenzó a finales del siglo XVII, a expensas del maestre de la Catedral, Manuel Núñez de Matos, y el arco del altar revela: “Año del Señor de 1706 en 19 de nobyembre se acabó esta Santa Yglesia”. Manuel Toussaint anotó en 1948: “La Candelaria ofrece una curiosa solución en su crestería: los merlones de su almenado han sido unidos con un pretil calado. Conserva uno de los pocos retablos de interés que subsisten en Mérida”. La talla original de la virgen se conservaba en la Basílica de Candelaria en Tenerife, España, desapareciendo luego de un mal temporal. Las Canarias eran escala obligada en los viajes a América y, los frailes adquirían imágenes de la venerada virgen para sus evangelizaciones, patrona general del Archipiélago Canario.

Luego de haber mirado el Arco de San Juan, seguimos la calle 64, y después de una cuadra fuimos atrapados por una bonita capilla, era la de la Candelaria. Su atrio delimitado por columnas cuadradas con almenas piramidales y entre ellas rejas de fierro, formando volutas. Adentro del atrio, un añejo árbol brindaba sombra al espacio. Vimos un busto de Monseñor Norberto Domínguez, deán de la Santa Iglesia Catedral, protonotario apostólico, prelado doméstico y camarero de honor de su Santidad, nació en Mérida el 5 de junio de 1832, murió santamente en esta ciudad el 12 de mayo de 1902. Su rostro un tanto serio, con su hábito abotonado hasta el cuello y con una buena cruz colgada en el cuello. El costado derecho del pedestal tiene inscrito: “Protector insigne de la juventud consagrado a la enseñanza toda su vida y todos sus recursos, haciendo del Colegio Católico S. Idelfonso en cuya fundación lo acompañó el Ilmo. Sr. D. Crescencio Carrillo y Ancona entonces simple presbítero, un importante centro de instrucción en que se formaron muchos y distinguidos profesores en los varios ramos del saber. En Izamal fundó también el Colegio de Nuestra Señora de Izamal con la cooperación de prominentes vecinos de aquella ciudad. El año de 1898 su nombre es respetado y querido por toda la sociedad yucateca y sus altas virtudes cristianas le han de haber alcanzado la vida eterna”.

La capilla, orientada al poniente, como todas las del poblado blanco. Su puerta de dos hojas, con chapetones y postigos, el marco en medio punto sobre capiteles toscanos, cada esquina cubierta por dos hojas grandes. El marco fue encuadrado por medias columnas dóricas, el friso sencillo y arriba de la cornisa, un barandal de fierro, de la puerta coral, con una almena por costado. Arriba de la puerta luce una alta espadaña en forma de campana y con volutas, de tres vanos arqueados, dos en el primer cuerpo y uno en el segundo, pendiendo campana en cada uno. El cornisamento, coronado por una balaustrada de vanos cuadrados y redondos, comprendidos por columnas cuadradas y rematadas piramidalmente. Al entrar a la capilla, fuimos sorprendidos por un bello retablo. Díceres que en tiempo de la revolución, el párroco tapó el retablo con una cortina, pues no le agradaba mucho y colocó una cortina y santos sobre pedestales al frente. Y en cierta ocasión, la gente de Alvarado entró al recinto destruyendo todo lo visible, sin llegar a tocar la preciosidad que estaba detrás de la cortina. Contemplamos aquel retablo dorado, barroco, de tres cuerpos, con columnas salomónicas que flanquean los nichos y ornamentado con estilos vegetales. El primer cuerpo con tres nichos ocupados por: Jesús, la Virgen Patrona y San José; en el segundo: un arcángel, una virgen y San Antonio; el tercero, con un sólo nicho y con una virgen. Dos vanos circulares daban luz al retablo. La bóveda en cañón. Había una pintura de un sacerdote con aureola, sonriente y con las manos unidas al frente.     

* Colaboración póstuma de Vicente García Remus. 

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones