Caminar sobre las aguas con Christo

GUADALAJARA, JALISCO (26/JUN/2016).- Mientras tecleaba el artículo del próximo domingo donde les platicaba sobre los volcanes de Costa Rica, cuando entre los miles de informes que brotan de las abrumadoras “redes sociales”, se asomó un artículo que hablaba sobre la más reciente obra del asombroso Christo.

Me llamó la atención a tal grado que dejé a un lado todo lo que con gran trabajo había logrado, para -después de  quedarme con la boca abierta- tratar de  describirles lo que este admirable y extraño ser humano llamado Christo, con su valor, ilusión, visión, ingenio, arte y valentía; aunado a su poder de empresa, de organización, de gestión política y administrativa, (de la financiera mejor ni hablamos: admirable es poco), pudo hacer sobre las aguas de un lago en el Norte de Italia, no muy lejos de Milano o de Monza.

Son tres los impresionantes kilómetros de caminos flotantes que, cubiertos con una brillantísima lona plástica de color amarillo-naranja subido, están uniendo, a costos elevadísimos como ya imaginarán  ¡tan sólo por 16 días! (del 18 de junio al próximo 3 de julio,) a tres de los antiguos y bellos pueblitos ribereños que asoman al Lago de Iseo, con una pequeña isla que hay en su centro. Se estima que serán al menos 800 mil gentes, entre visitantes y turistas, los que caminarán flotando entre los pueblitos ribereños (entrada libre y gratuita).  ¿Que para qué? Para nada; solo por el gusto de hacerlo. ¿Tiene alguna utilidad? No. Ninguna. ¿Algún objetivo? No. Ninguno. ¿Entonces? “!Pos nomás!”, como decía con mucha gracia un cómico de la televisión.

¡Qué locura! ¡Qué estupidez! ¡Qué payasada! ¡Qué sandez! ¡Chifladura! Majadería, demencia, locura, farsa, comedia, y muchas expresiones similares fueron las que me encontré al tratar de platicarles a mis amigos sobre este insólito acontecimiento.      

¡Caminar sobre las aguas de un pequeño lago en la Lombardía, flotando sobre 250 mil bidones plásticos cubiertos con 100 mil metros cuadrados de brillante tela naranja; aprovechando el valor, ingenio, arte y osadía de un sujeto llamado Christo, y a sabiendas que en unos días desaparecerá dejando el lago intacto! ¿Se les ocurre algo más fascinante que esto?

En fin, hay criterios. A mí, personalmente me voló la cabeza con fascinación, admiración y asombro. Intenté ir allá, y los costos me volvieron a sentar en mi sillón.

¿Y quien es ese Christo tan mentado? Me preguntaron. Debe ser un payaso, un millonario excéntrico, un farsante o algo así; se lo comieron vivo. Pues no… Christo es un simple artista que interpreta el arte y la belleza -como todos los artistas- muy a su modo. Durante toda una vida (ahora tiene 81 años) junto con su compañera Jeanne-Claude (que  ya murió) se dedicaron al sencillo arte de envolver cosas ¡¿De envolver cosas?!, explotaron mis amigos. Si; efectivamente; ellos comenzaron envolviendo cosas pequeñas; después lograron envolver algunas “cositas” mas grandes, como el Reichstag en Berlin; el Pont Neuf en Paris; una playa entera en Australia; la Porta Pinciana en Roma; unas islas enteras en Florida; unos cerros kilométricos en Sonoma; una cortina monumental entre dos enormes montañas en Colorado etc. etc. ¿Y todo eso para que? me hacían “bulling” mis compañeros. No. Para nada, contesté.

Para nada;  como todo en la vida, traté de aclarar. Para nada. ¿Para que sirve la música? No. Para nada. ¿Para que sirve un cuadro, una pintura? No. Para nada. ¿Para que sirve un perfume, tan caro y tan efímero? No. Para nada. Ahora,  en última instancia, ¿Para que sirve la vida misma? ¿Para que estamos aquí? Pregunto… (¿?).

Los impresionantes “Floating Piers” de Christo en un pequeño lago de la Lombardía en el Norte de Italia… no los analices, no los critiques, no trates de entenderlos (como las mujeres o la música), ¡solo gózalos! Son hermosos, son grandiosos, son intrigantes, son monumentales, son impresionantes. ¡Solo gózalos!

¿No? Bueno,  tú eres el que te lo pierdes.

¡Habrá que salir a ver la Luna, porque la vida es sólo una!