Suplementos | Es uno de los más bonitos puertos del continente americano Bahía Cenicero Es uno de los más bonitos puertos del continente americano Por: EL INFORMADOR 17 de abril de 2016 - 00:50 hs Es uno de los más bonitos puertos del continente americano. EL INFORMADOR / V. García Remus GUADALAJARA, JALISCO (17/ABR/2016).- En el Municipio de Manzanillo, la Punta Carrizal y la Punta Juluapan, delimitan la pintoresca Bahía Cenicero. En 1857, Mathieu de Fossey escribió: “El Manzanillo es uno de los más bonitos puertos del continente americano. La bahía ha de tener dos leguas de largo y una legua y media de profundidad. Su fondeadero es seguro, y los buques pueden acercarse a unos metros de la orilla… Este puerto no tiene más de cuarenta habitantes, que viven de lo que ganan en la descarga de navíos, oportunidad que apenas se les presenta siete u ocho veces al año. En cuanto a los aduaneros se les permita residir en Colima, a 26 leguas de El Manzanillo, adonde se trasladan solamente en ocasión de la llegada de un buque”. Y José María Sandoval González nos dice en su publicación, “Manzanillo Nació del Mar”: “Cuando en ese Puerto de Manzanillo, Colima, aun en los años 1900 antes y después, las maniobras de carga y descarga de barcos se hacía por lanchones en forma muy primitiva, los trabajadores estaban con el agua hasta la cintura a recibir el bulto en la espalda, estando la lancha fondeada a la orilla del mar, llevando la carga a las bodegas o al playón”. Una fresca mañana, Marisol, Nicolás y yo, salimos del extremo oriente de la Bahía Santiago al extremo opuesto, seguimos la carretera a El Naranjo y al acercarnos a Miramar viramos a la izquierda, por el Club Santiago, pasamos el fraccionamiento y llegamos a “La Boquita”. Saludamos al marinero Diego, quien nos indicó que pasáramos frente a una ramada, donde unas bollas delimitan un paso de entrada y salida de lanchas, paso por donde se apareció la lancha “Preciosa”, bizarro nombre, con Pablo al timón. Diego la detuvo mientras la abordamos. La proa apunto suroeste y fuimos bordeando la admirable Punta Juluapan, cubierta por variado y abundante follaje, con playas rocosas. Pliegues de roca blanca contrastados por arbustos, verde olivo, subían con gracia a la cresta, de dos jorobas. Unos pliegues profundos y otros no tanto, con lechos arenosos y blancos. En una peña saliente vimos un nicho con la virgen de Tepeyac, venerada por los timoneles. La Punta fue perdiendo altura y nos mostró unas cautivadoras peñas, algo puntiagudas, con cortes diagonales y con pocas plantas, le siguieron rocas desnudas, unas blancas y otras oscuras, finalizando con una un tanto piramidal. Al girar a estribor contemplamos la hermosa Bahía Cenicero, la Punta Juluapan con pliegues blancos en su parte inferior y al perder su verticalidad, completamente verdes. Enseguida miramos acantilados blancos, con residencias que se asomaban a la bahía, era “Vida de Mar”, al fondo el Cerro Toro. A corta distancia, llegamos a una playa desierta, de arena fina y morena, de oleaje suave, delimitada por un monte rocoso, con diversos cactus y arbustos. Nos bañamos en aquella paradisiaca playa, observando su ladera rocosa, con plantas que riega la brisa marina. Luego nos tiramos en la arena y observamos el cautivador entorno. De la playa, continuamos apreciando las grandes y esculturales peñas salientes de la fabulosa bahía. Después de una peña se dejó ver “La Rada”, insólito adentramiento que esconde la bahía, un refugio de veleristas y un regocijo para bucear. El velero “Starshine” estaba gozando de aquel remanso. Trozamos unas galletas saladas y las arrojamos a la superficie y súbitamente aparecieron bastantes peces Ángel. Nos pusimos las aletas, el visor con tubo y a bucear por el bello manto coralino, poblado de peces y otras plantas. Luego de bucear vimos la Punta el Carrizal, su follaje terminaba donde empezaba una pared blanca y casi vertical, le seguían unas peñas desnudas, entre ellas una con faro. Al atardecer fuimos al “Oasis Ocean Club”, donde saboreamos camarones al axiote, filete de pescado encostrado y un Mahi Mahi. Un saxofonista se hizo presente y el sol se fue despidiendo, tornándose rojizo y perdiéndose en Punta Juluapan. Temas Pasaporte Lee También Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, Michoacán Abrazo otoñal en la Riviera Nayarit Pasaporte: la vocación de contar el mundo Cuatro imperdibles para tu primera visita a Madrid Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones