Aventura para todos

GUADALAJARA, JALISCO (20/JUL/2013).-La miras e impone. Y esto no es fácil de lograr en un universo en el que el tamaño dejó de ser noticia hace algunos años. Pero con la Raptor Ford logró un producto no sólo atractivo, también uno muy capaz, aunque como todo, hay un precio a pagar por ello. Y no nos referimos únicamente al dinero.

Lo primero que salta a la vista es la parrilla gris oscura, con enormes letras Ford en el centro. Luego, la defensa más chica y alta, para mejorar su ángulo de entrada para que pueda hacer lo que más le gusta: andar fuera del asfalto, entre tierra, lodo y rocas. Luego, también vemos los gigantescos neumáticos montados en rines de sólo 17 pulgadas, pero con un perfil muy alto. La suspensión, elevada y reforzada, que deja mucho espacio entre la llanta y el arco de la rueda, contribuye tanto a su aire rudo como a su desempeño.

Todo esto recibe refuerzo en la pintura, que sobre el cofre está pintada de negro y gris mate, al igual que en los costados de la caja de carga, donde hay el logotipo Raptor y una simulación de lodo.

Para subirse a la Raptor, hasta los más altos usarán los estribos laterales que tienen perforaciones para escurrir agua y lodo. Una vez arriba, la Raptor es tan equipada como la que más entre las Lobo, pero con detalles que sólo las versiones todo terreno poseen. Si la primera que probamos, hace un par de años, no tenía cámara de reversa, éste no sólo la tiene, también cuenta con una cámara frontal, gran angular, que permite que el piloto vea todo lo que está delante de la camioneta, incluso lo que va debajo de la línea de visión del cofre. Esta más que útil cámara -¿Cómo no se le había ocurrido a nadie antes?- sólo se puede activar cuando la Raptor está en modo todo terreno, lo que se puede poner presionando un botón en la consola central, justo delante de la palanca de cambios, o cambiado la perilla en el tablero ajustándola a 4H. Una vez ahí, la cámara frontal estará disponible hasta que la velocidad llegue a 25 km/h, cuando se apaga automáticamente, por obvia razón de seguridad. Sobre la pantalla central, donde se proyectan las imágenes captadas por la cámara, hay líneas que muestran hacia donde apunta la carrocería y otras independientes que muestran la posición de las ruedas sobre el piso. Una genialidad de Ford para las aventuras fuera del asfalto.

Hardware

Claro que no podría ser un vehículo todo terreno sin la caja reductora de la que hablamos antes, pero hay más. También es posible bloquear el diferencial para facilitar la tracción en superficies complicadas.

Para mandar la fuerza hacia las ruedas traseras o a las cuatro, dependiendo de lo que se necesite en cada momento, la Raptor usa un V8 de 6.2 litros, con 411 caballos de fuerza, ayudado por una caja automática de seis velocidades. El motor funciona con gran suavidad y nos transmite todo el tiempo esa agradable sensación de poder que uno espera de un ocho cilindros.

El precio a pagar, es claro, el consumo de combustible, que anda en la casa de los 4 kilómetros por litro de gasolina, en ciudad. Nadie dijo que la diversión es gratis.

En carretera, la Raptor estará bien, con algunos brincos producidos por una suspensión más rígida que lo normal, hasta unos 140 km/h. A partir de ahí, hay que doblar la atención al volante para mantenerla firme. En curvas, su largo total, más la firmeza de los elementos que la mantienen separada del piso, obligan a bajar la velocidad y conducir con extremada precaución. Todo esto, claro, es normal en los vehículos todo terreno y los que disfrutan las actividades en el campo, lo saben.

La Raptor es una gran camioneta. Visualmente atractiva, poderosa y capaz. Cuenta con equipo para satisfacer a la gran mayoría de los fanáticos del todo-terreno, pero hay que entender que sus límites son su propio tamaño y distancia entre ejes. Una vez comprendido esto, la Raptor levanta la mano como la opción más interesante para esta finalidad, en el mercado. Sí, la Ram Runner compite, pero no es algo que entres a un distribuidor y salgas con ella puesta, sino que hay que pedirla, diseñarla y esperar. Incluso cuando está lista, la Raptor puede no ser tan radical como la Ram, pero tiene sobre su rival una enorme ventaja: la belleza. Y de ésta, todos somos esclavos confesos.