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Apuntes de mi libreta

Quemaditos, gastaditos y a trabajar

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (01/MAY/2011).- Es un hecho comprobado que la mayoría de las familias mexicanas que salen de vacaciones en el periodo de las semanas Santa y de Pascua, prefiere ir a alguna de las playas que existen en nuestro país. Aún y cuando la situación económica en este momento está más que difícil (cuando no): Vale la pena señalar que se trata de toda una tradición –que no es producto de las dotes promocionales de las dependencias–, de ahí que el regreso a clases, al trabajo y a la ciudad se dé en el tenor de una piel bronceadita, medio gastados o gastados y medio, pero contentos de poder regresar a trabajar con bien.

De hecho, como se ha podido apreciar en la información proporcionada hasta el momento y lo que hemos podido apreciar por aquí y por allá, por donde hemos andado, la circulación de paseantes –en un 98% mexicanos– es mucho menor que en otros años (dada la crisis económica ya mencionada), y la falta de una difusión puntual y certera de parte de las dependencias responsables, bajo el pretexto de que no hay presupuesto.

Y si bien es cierto que en el sector público no hay presupuesto que alcance –y para las actividades y fenómeno turístico menos–, apoyarse en un poco de audacia, imaginación y conocimientos en la materia, no estarían de más, pues sin éstas herramientas no se podrá lograr nada bueno.

Además, cabe destacar que los paseantes se fueron con un costo en el transporte foráneo y en el costo de la gasolina y regresaron con otro, “gracias al aumento de precios llevado a cabo por las autoridades”, y ni modo de quedarse para siempre en el destino turístico, todos tenían que regresar a su lugar de residencia, luego entonces no les quedó otra más de que “apechugar” y quedarse cayados.

Ante una situación así, vuelvo a traer a discusión la necesidad de que cada uno de los padres de familia y sociedad en general planeemos con la debida antelación y con mucho cuidado nuestras salidas vacacionales –ya sea solos, en pareja y/o en familia– para que los costos –a crédito o en casas de empeño– no multipliquen nuestras angustias.

La otra necesidad tiene que ver con la inexistencia de políticas públicas a favor de la ciudadanía, esto es, las dependencias se la pasan realizando actividades para beneficio de las empresas del sector, pero adolecen por completo de una visión social, en donde los ciudadanos que pagamos sus sueldos nos veamos beneficiados –salvo honrosos programas de actividades, que no constituyen políticas públicas–. Luego entonces, que bueno que algunos pudieron irse a vacacionar, que malo que se gastaron hasta lo que no tenían, tal vez algún día será diferente.

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