Lunes, 17 de Junio 2024
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Aprender de ellos

Albergues infantiles: con el lenguaje del corazón

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (15/ABR/2011).- En días pasados, la prensa se encargó de divulgar una serie de notas respecto a la situación que guardan los albergues infantiles que son administrados por los gobiernos, tanto estatal como municipal. Asimismo, se publicaron datos e informes referentes al Consejo Estatal de Familia, encargado, entre otras cosas, de dar seguimiento y puntualidad a las adopciones de niñas y niños, proceso cuyo espíritu es altamente humanitario, pero que tal parece no ha sabido ser justa y cabalmente interpretado por algunos de sus directivos.

El seguimiento periodístico de ambos casos aparentemente no deja bien parados a  instituciones tales como el DIF, estatal y municipal (este último de Guadalajara), IJAS: Instituto Jalisciense de Asistencia Social y al propio Consejo Estatal de Familia, CEF, según los informes y recomendaciones que ha dejado señaladas la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ).

Primero se dio cuenta de una supuesta anarquía en algunas adopciones, específicamente el caso de unas niñas que se encuentran ahora mismo en Italia. Después, aparecen recomendaciones de todo tipo, por lo que se refiere a la operación diaria de los albergues infantiles, recomendaciones que dejan al descubierto anomalías que impiden garantizar el buen desarrollo, físico y emocional, de los chicos albergados.
Vale la pena hacer algunas reflexiones acerca del espíritu altamente humanista de estas instituciones, que ubiquen en toda su dimensión e importancia la indispensable existencia de estos organismos, pero sobre todo las normas que los deben regir.

De inicio, es conveniente puntualizar que si los directivos de estos organismos intervienen excesiva y tendenciosamente en la vida interna –reglamentos– de la institución se habrán de convertir, más temprano que tarde, en una indeseable y peligrosa fuerza corruptora. Mancillar, por intereses espurios, el espíritu justo y solidario de estos organismos, es alta traición humana y social.

En cualquiera de estos albergues el único lenguaje permitido es el del corazón, dirigido bajo estrictos e inmutables reglamentos, los mandos deben trabajar y tomar decisiones con una actitud transparente y vigorosa, para impedir que la vida interna se convierta en una maraña de burocracia ineficiente que provocara a los albergados un sentimiento de disgusto y humillación. Las recomendaciones, ya puntualizadas en la prensa, alarman ya que no resulta exagerado resumirlas en los términos siguientes: erratas, equivocaciones, injusticias, omisiones, ridiculeces, falsedades e incongruencias. No es poco para instituciones cuyo estandarte está marcado por la esperanza, apoyo, aliento, generosidad, sinceridad y clemencia.

El amor genera respeto, tolerancia y comprensión, el que no ejerza este magisterio bajo estas premisas dentro de los albergues, no está llamado a ser parte de ellos; grave daño le hacen aquellos que actúen por afanes protagónicos o, peor aún, por oscuros e inconfesables intereses.

Un último comentario que forma parte de esa misteriosa y compleja condición humana con la que hemos sido creados; se supo que en las últimas adopciones aparecía un común denominador: las niñas y niños adoptados son ¡güeritos! Procederes humanos que desafían la razón. A la vista la Semana Santa que luego le da paso a la de Pascua, dos viernes, el 25 de abril y el 2 de mayo sin publicar esta modesta colaboración; felices vacaciones. Amén de los amenes.

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