Jueves, 09 de Octubre 2025
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Ama y haz lo que quieras

“''Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos'' (San Agustín de Hipona).

Por: EL INFORMADOR

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UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Conducir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo hacia Jesús, al encuentro con Él, es una urgencia que aparece en todas las regiones, tanto las de antigua como las de reciente evangelización. En todos los lugares se siente la necesidad de reavivar una fe que corre el riesgo de apagarse en contextos culturales que obstaculizan su enraizamiento personal, su presencia social, la claridad de sus contenidos y sus frutos coherentes.

No se trata de comenzar todo de nuevo, sino –con el ánimo apostólico de Pablo, el cual afirma: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1 Cor 9,16)- de insertarse en el largo camino de proclamación del Evangelio que, desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el presente, ha recorrido la historia y ha edificado comunidades de creyentes por toda la tierra. Por pequeñas o grandes que sean, éstas son el fruto de la entrega de tantos misioneros y de no pocos mártires, de generaciones de testigos de Jesús, de los cuales guardamos una memoria agradecida.

Los cambios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos nos llaman, sin embargo, a algo nuevo: a vivir de un modo renovado nuestra experiencia comunitaria de fe y el anuncio, mediante una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en sus expresiones” como dijo Juan Pablo II. Una evangelización dirigida, como nos ha recordado Benedicto XVI, “principalmente a las personas que, habiendo recibido el bautismo, se han alejado de la Iglesia viven sin referencia alguna a la vida cristiana, para favorecer en estas personas un nuevo encuentro con el Señor, el único que llena de significado profundo y de paz nuestra existencia; para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que lleva consigo alegría y esperanza para la vida personal, familiar y social”.

ATENTO EL OÍDO

Para poder ser un buen discípulo y con esto un excelente misionero, obligación que tenemos todos los bautizados, consciente o inconscientemente, en nuestra vida de fe, es la de estar atentos a la Palabra de Dios, por eso hoy que la lectura del Santo Evangelio nos habla de cual es el mandamiento más importante, comienza Jesús con una disposición que podemos dejar pasar de largo y es una de las más importantes y trascendentes para dar cumplimiento a todo lo demás, que se resume en el verbo que utiliza Jesús al inicio de sus indicaciones: “Escucha”.

Quien no es capaz de escuchar, no será capaz de ejecutar la mejor de las obras, hoy Jesús en el texto de san Marcos nos enmarca el centro de la vida del creyente en el amor, pero sin dejar de largo la escucha atenta a la Palabra de Dios, hoy nos hemos habituado a oír, y poco a escuchar, somos conscientes de la infinidad de voces y sonidos que se generan, pero muchas veces hemos dejado de escuchar, poner esa atención necesaria, que manifiesta nuestro reconocimiento a quien nos habla, no sólo por lo que nos dice, sino por quien Es.

El hecho es que no basta oír. Es necesario escuchar para poner en práctica. Se puede afirmar que se sabe sólo cuando se hace. La palabra se escucha únicamente cuando se convierte en hecho, cuando se traduce en acción, cuando determina un comportamiento.

DISPUESTO A LA ACCIÓN


Cuando Jesucristo invita a sus interlocutores a la escucha y no simplemente a ser conscientes de que está hablando, es porque quiere generar en todos la acción, la acción que se desprende de convencimiento, una acción que no es fruto sólo de un mandato, sino de la conciencia plena de que es el camino de nuestra perfección, que es la santidad, a través de lo cotidiano de la vivencia del amor, lo extraordinario no es el amor, sino que lo hagamos nuestro principio y modo de vida. Lo cual significa que Dios actúa a través de nosotros, porque Él es el amor.

Disponernos para amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, no es sólo un acto de obediencia, sino sobre todo un camino de santidad, un permitirnos prolongar la obra creadora, y perfecta de Dios. La obra perfecta de la creación es inagotable y se prolonga en la medida en que nos disponemos a amar, amando, siendo así co-creadores con Dios mismo, ya que todo lo bueno, perfecto y santo, se genera desde el amor y con el amor.

Esta concepción y lineamientos de Jesús expresados perfectamente en el Evangelio, nos permiten comprender las hoy tan confusas palabras de san Agustín, confusas no en sí, sino por nuestra deformada y limitada concepción del amor que tenemos, que hemos llevado a criterios tan reducidos y limitados, quien ama, no sólo cumple el mandamiento de Dios, sino que lleva a plenitud la razón por la cual fue hecho, demostrando la perfección de la creación de Dios.

NO HAY NINGUN MANDAMIENTO MAYOR

Los mandamientos no han de ser en nuestra vida una carga o un motivo de preocupación, sino una garantía segura de un camino, en este caso de salvación. Los mandamientos de la ley de Dios, con este resumen que nos presenta Jesús, no se desacreditan o desaparecen, sino que adquieren total cumplimiento, es en razón de esto que san Agustín nos ayuda a entender, ama y haz lo que quieras, quien ama, en razón del amor de Dios y como Dios quiere, no sólo cumplirá todos los mandamientos de la ley de Dios, conocidos en los diez mandamientos entregados a Moisés, sino que llevará a plenitud toda la doctrina y enseñanza de Jesús, como enviado del Padre, ya que éste vale más que todo sacrificio hecho por los hombres.

El resumen presentado por Jesús, nos ayuda a entender, que Dios quiere de cada uno de sus creyentes, no un grupo de inactivos – pasivos, preocupados más por lo que no tienen qué hacer, que por el bien que debemos hacer, Jesús le quita la pesada carga del “no” a los mandamientos, no porque los desacredite, sino porque nos los ha presentado en toda plenitud. Esto es lo que debemos hacer, el bien, hasta el grado máximo del amor.

"El camino de Dios es el camino del amor"


LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA:

Deuteronomio 6, 2-6

"Teme al Señor, tu Dios, y guarda todos sus preceptos y mandatos que yo te transmito hoy, a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos”.

SEGUNDA LECTURA:

Hebreos 7, 23-28


"Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios”.

EVANGELIO:

San Marcos 12, 28-34


"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

DESDE LAS LETRAS

Poner al hijo en cruz

Fray Miguel De Guevara

Poner al Hijo en cruz, abierto el seno,

sacrificarlo porque yo no muera,

prueba es, mi Dios, de amor muy verdadera, mostraros para mí de amor tan lleno.

Que —a ser Dios, y Vos hombre terreno—

os diera el ser de Dios que yo tuviera,

y en el que tengo de hombre me pusiera,

a trueque de gozar un Dios tan bueno,

Y aun no era vuestro amor recompensado,

pues a mí en excelencia me habéis hecho

Dios, y a Dios al ser de hombre habéis bajado.

Deudor quedaré siempre por derecho

de la deuda que en cruz por mí ha pagado

el Hijo por dejaros satisfecho.

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