Martes, 14 de Octubre 2025
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Adicciones

Las drogas son simplemente un eslabón de la cadena de las adicciones o placeres obsesivos en que estamos enredados casi todos

Por: EL INFORMADOR

Quizá no amanezcamos en un país menos violento pero sí en uno más realista. INSTAGRAM /

Quizá no amanezcamos en un país menos violento pero sí en uno más realista. INSTAGRAM /

GUADALAJARA, JALISCO (08/NOV/2015).- Como el deporte favorito de los mexicanos es darle en la torre a otros mexicanos y como hay sectores de la sociedad que son irreconciliables, llevamos algunos días de ping-pong retórico en los medios y las redes al respecto de la decisión de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de admitir el amparo de cuatro personas contra la prohibición de cultivar y fumar mariguana.

Por un lado, los elementos más liberales y progresistas celebran el fallo como un nuevo paso en la plena consecución de las libertades individuales y hasta como un posible golpe a las estructuras económicas del narcotráfico y con ello a la violencia que asola el país (frase, lo acepto, de tiempos de El llanero solitario). Quizá hayan ido demasiado lejos con el optimismo y la cosa no vaya a ser para tanto (ni esté definida como favorable a su causa al 100% aún) pero, de momento, los dados los favorecen.

En el otro bando están aquellos que consideran que el mundo se les movió bajo los pies y que no dan crédito a la posibilidad de que se despenalice la mariguana (como no dieron crédito antes a la luz verde que dio la Suprema al matrimonio entre personas del mismo sexo). “¿Ustedes permitirían que sus hijos fumaran de la “verde”? ¿No les da miedo?”, le preguntan a los padres de una sociedad en la que llevamos vistos, en unos pocos añitos, decenas de miles de muertos, miles de desaparecidos, cientos de secuestrados. No, pues viene el Coco.

La realidad es que las drogas son simplemente un eslabón de la cadena de las adicciones o placeres obsesivos en que estamos enredados casi todos. ¿Qué cantidad de mexicanos sobreviven a fuerza de engullir pastillas “médicas”, que no son sino drogas con efectos tan antinaturales y peligrosos, en muchos casos, como los de las sustancias que se persiguen por la ley? Yo se los digo: son millones. ¿Qué cantidad bebemos el alcohol necesario como para asombrar a un ruso cada fin de semana? Raro es el adulto que no lo hace o ha hecho. ¿Y el tabaco? ¿Y la comida chatarra? ¿Y los casinos? Mejor ahí le paramos.

Los casinos, justo, son un buen ejemplo. Sus detractores llegaron a decir que se convertirían en pústulas de crimen y mala vida que estallarían en la cara de la sociedad. Y, la verdad, un par de sexenios después de su aprobación quedó claro que no son más que centros de reunión. Las más aferradas asistentes que conozco son todos señoras de varias primaveras en las espaldas que van a ver si la diosa fortuna les hace ganar un dinerito para comprarles regalos a sus nietecitos.

¿Qué pasará si se despenaliza (de manera acotada, como parece que sería) el autocultivo y autoconsumo? Me parece que poco. Seguiremos con los problemas que tenemos. Al menos eso pienso. Sencillamente se aceptaría en la ley algo que ya hacen miles (quizá millones) de personas en el país. Quizá no amanezcamos en un país menos violento (el mercado de las drogas hace tiempo que dejó de tener en la mariguana una de sus principales fuentes de ingreso y el impacto de una medida de ese tipo podría ser marginal) pero sí en uno más realista y en la que la responsabilidad recaiga en los ciudadanos y no en leyes que deciden por ellos.

Entretanto, queda para la reflexión la grieta creciente que existe entre esos dos pedazos del país. Liberales y conservadores, dirá alguien, justo como en el siglo XIX. ¿Y se acuerdan cómo acabó  aquella historia? Pues eso.

Tapatío

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