- Si te digo ‘digo’...

POR JAIME GARCÍA ELÍAS

Menos mal que el Arzobispado de Guadalajara, mediante un boletín, "aclaró" ayer las cosas: donde el cardenal Juan Sandoval, en su homilía de la misa del Día del Voceador, dijo: "No hay rico que sea honrado, porque trabajando nadie se hace rico; si así uno se hiciera rico, los burros serían los más ricos; si eso sucede es porque hubo explotación, algún engaño, hacer ganar poco y hacer trabajar mucho...", en realidad aludía a "aquellos que han adquirido sus riquezas de una manera ilícita". Y donde, apoyándose en el argumento de autoridad, agregó: "San Agustín, aquel Padre de la Iglesia, dijo: ‘El rico es ladrón o hijo de ladrones’...", se refería a aquellos "que han creado grandes monopolios (nacionales o internacionales) en base a la injusticia, sin ninguna ética de por medio". (Y lo dijo, por supuesto, porque, aun siendo, modestamente, sólo Doctor de la Iglesia pero no profeta, ya avizoraba, desde los siglos IV y V, lo que vendría, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con la Revolución Industrial).

-II-

Salen sobrando, pues, las réplicas que, por mal interpretadas --espejismos sonoros, ilusiones acústicos: ya se aclarará el Día del Juicio en la tarde--, suscitaron las palabras de Su Eminencia: desde los empresarios que tienen conciencia "de generar riqueza, de crear empleos y de ganar su dinero con honradez" (Juan Arturo Covarrubias), hasta los que reprocharon al prelado que viva "como un príncipe, como un monarca" (Hugo Álvarez Blum)...

Saldrían sobrando, por ende, los afanes institucionales de la Iglesia Católica, y particularmente de los papas León XIII (encíclica "Rerum Novarum"), Pío XI ("Quadragessimo Anno"), Juan XXIII ("Mater el Magistra") y Paulo VI ("Populorum Progressio"), por orientar en el sentido evangélico la función del capital como complemento del trabajo, en el contexto de la justicia social, porque "Don Juan" --como le dice ya sabemos quién--, donde dijo "digo" (ya nos lo aclara el boletín) en realidad quiso decir "Diego".

-III-

Hecha la salvedad, pues, quede, como colofón, otra cita de San Agustín... por si algún día le resulta útil a Su Ilustrísima: "La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano".