Martes, 14 de Enero 2025
México | Peña Nieto y los retos que se avecinan

¿Vuelve el Presidente omnipotente?

El PRI es un partido de sectores y divisiones, pero el poder central logró, en el pasado, generar gobernabilidad y unidad partidistas

Por: EL INFORMADOR

Enrique Peña Nieto junto a Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, quienes liderarán a los senadores y diputados del PRI. REUTERS  /

Enrique Peña Nieto junto a Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, quienes liderarán a los senadores y diputados del PRI. REUTERS /

CIUDAD DE MÉXICO (13/AGO/2012).- Más que un partido político, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) constituyó en sus tiempos de absoluta hegemonía, el perfeccionamiento de una cultura política de clientelismo, arreglos corporativos y discrecionalidad.

El Presidente de la República simbolizaba la unión que derramaba gobernabilidad y que activaba todos esos mecanismos metaconstitucionales que dotaban de combustible al régimen político mexicano. La diferencia entre Estado, Gobierno y partido, se diluía en un esquema de rotación de élites políticas sumamente eficaz y estable. “La dictadura perfecta” la llamó Mario Vargas Llosa; otros la denominaron la “dictablanda”, pero lo cierto es que el  régimen que emanó de la Revolución Mexicana quebró la cabeza de cientos de politólogos a nivel mundial que nunca podían insertarlo en alguna de sus categorías.

El siglo XX mexicano, en términos políticos, fue tan confuso como la bizarra unión de las palabras “Revolucionario” e “Institucional” en un logo de un partido político.

Sin embargo, el PRI perdió el poder y el reacomodo de fichas llevó al rompimiento de ciertos equilibrios político, y al surgimiento de nuevos líderes. Se acabó el poder unificador de la Presidencia, y los gobernadores, grandes beneficiarios de la dispersión y descentralización del poder de la era de la transición democrática, emergieron como los grandes empoderados al interior del poder.

Los sectores obreros y campesinos, aunque sin perder por completo su influencia, quedaron debilitados hacia el interior del partido. Así llega Enrique Peña Nieto como la cara más visible del ascenso meteórico de los gobernadores en la escena pública; paradójicamente si vemos la tradición política priista, provincia puso contra la pared a los poderes centrales del partido, dominando las candidaturas a las diputaciones federales y acentuando su control casi irrestricto en sus estados. Humberto Moreira, Miguel Ángel Osorio Chong, Fidel Herrera, Ulises Ruiz y  Mario Marín, se constituyeron en los eslabones de poder en el partido, cuadros políticos con acceso a partidas presupuestales y con ejércitos políticos a su disposición.

Ahora, con el PRI de vuelta en Los Pinos, la pregunta es: ¿Enrique Peña Nieto podrá reinstalar esas prácticas informales del pasado que le dieron eficacia en los congresos? ¿podrá Peña Nieto subordinar a los gobernadores y controlar a modo al Congreso?

Luce difícil. Las oposiciones son muy claras: en el Congreso, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, dos “viejos lobos del mar” del priismo, tienen ascendencia sobre una buena parte de la bancada. Asimismo, desde sus posiciones en las coordinaciones legislativas serán claves para tejer los acuerdos con las bancadas del PAN y de la izquierda.

Es sabido de la buena relación que existe entre ambos personajes y el Presidente Felipe Calderón, y éste último tendrá una buena cantidad de fichas a jugar en el Legislativo. De la misma manera, una revisión a la composición de las fracciones parlamentarias del PRI en el Congreso, deja claro que la dispersión de liderazgos será un problema de muchas bandas para el próximo mandatario nacional. Los sectores están altamente representados, desde la CNOP hasta la CNC, que se activan en las discusiones presupuestales, serán dos grupos de interés que operan más con la lógica de sus ambiciones particulares que con la visión partidista general. Así, Peña Nieto tendrá que ceder ante múltiples sectores, organizaciones y liderazgos partidistas que complican el proceso de negociación con un legislativo fragmentado y sin mayoría absoluta.

Hasta con la propia Elba Esther Gordillo, lideresa vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que tiene 10 diputados clave para sacar las reformas simples en la Cámara de Diputados, los costos de los acuerdos no serán de ninguna manera bajos.

Tomando el frente de la estructura nacional del partido, tampoco es que Peña Nieto tenga un juego libre de restricciones.

Tras el fracaso en las negociaciones de Humberto Moreira, y los escándalos por endeudamiento en Coahuila, la llegada de Pedro Joaquín Coldwell fue un recurso del candidato para impedir la fragmentación de partido de cara a los comicios presidenciales. Sin embargo, el buen papel del dirigente nacional también elevó sus ambiciones. Coldwell ha estado vinculado por largo tiempo con Beltrones, que ya demostró en el periodo legislativo que está por terminar, que su relación con Peña Nieto no es la mejor. Su falta de comunicación, y la lucha por la candidatura, provocaron que se estuvieran bloqueando reformas importantes para el país entre las bancadas priistas en el Senado y en San Lázaro.

En el caso de los gobernadores, la exigencia por presupuesto será “una piedra en el zapato” para el próximo Presidente. Los gobernadores tienen ascendencia sobre una buena parte de los diputados que integrarán la siguiente bancada priista en el Congreso, y particularmente en la Cámara de Diputados. Por lo tanto, no satisfacer las demandas de las 21 entidades gobernadas por el PRI, lo pueden llevar a parálisis presupuestales de gran calado.

Ya no son los tiempos de la hegemonía absoluta, la fragmentación y la dispersión del poder provoca que Peña Nieto tenga menos margen de maniobra que los mandatarios priista del pasado. Así, si el mexiquense no logra mantener contentos a los múltiples liderazgos de su partido, no dudemos que encuentre en el propio PRI a uno de sus principales opositores.

La composición de las fracciones parlamentarias del PRI deja claro que la dispersión de liderazgos será un problema para el próximo mandatario

CLAVES

El reto de la unidad


1 Beltrones-Gamboa. Los coordinadores tienen diferencias con Peña Nieto algunos temas coyunturales.  

2 CTM. Han manifestado su oposición a la reforma laboral y tienen una representación amplia en el Legislativo.

3
CNC. Serán oposición si Peña Nieto no destina amplias partidas presupuestales al campo y al sector agrícola.

4 La dirección nacional del PRI. Coldwell no es una pieza de Peña Nieto, se le vincula a Beltrones.

5 Los gobernadores. La exigencia será de descentralización y opacidad en las cuentas públicas, las reformas anti-corrupción no pasarán fácil por el lente crítico de los gobernadores.

LA VOZ DEL EXPERTO

No es el México del priato


Jorge Alatorre flores
(Académico de la UdeG).

Para Jorge Alatorre Flores, aunque el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lleva en su ADN la vocación de política de obediencia y disciplina al Presidente, para Enrique Peña Nieto no será tan fácil domesticar a los liderazgos del partido.

“Peña Nieto tiene una labor complicada, por un lado debe dar resultados rápidos —vendió la eficacia como eje de acción de Gobierno— y por otro debe de negociar con múltiples sectores que no se doblegarán automáticamente a los designios presidenciales”.

En opinión del académico, Peña Nieto llega a un país que no es el mismo de los años del priismo absoluto. “El poder local, de los gobernadores, ha crecido muchísimo, y ejercen las finanzas públicas sin control y abusando de un federalismo no genuino; lo que complica la posibilidad de que Peña Nieto discipline fácilmente a los liderazgos regionales”.

En el tema de las reformas, para el especialista en políticas públicas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), el camino también es espinoso para el próximo mandatario. “El voto de castigo al PAN provino en gran medida de administraciones ineficaces, incapaces de dar resultados, que decepcionaron al electorado; y yo veo reformas muy difíciles de pasar como la Reforma Energética, donde en el mismo Senado hay liderazgos del sector petrolero”.

Para concluir, el investigador señaló que el gabinete de Peña Nieto, contemplando todas estas complicaciones, tendrá que incluir, por un lado a perfiles técnicos capaces de diseñar políticas públicas adecuadas, y por otro lado, a negociadores con alta calidad política que saquen los acuerdos necesarios.

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