Víctimas de la violencia estuvieron con Benedicto XVI

CIUDAD DE MÉXICO (26/MAR/2012).- El Presidente Felipe Calderón no sólo llevó a su familia frente al Papa Benedicto XVI. Según informó él mismo en su cuenta de Twitter (@FelipeCalderon), algunas víctimas de la violencia lo acompañaron.

El Mandatario indicó que “en la delegación con la que saludé al Papa estuvieron algunas víctimas de la delincuencia, indígenas, artistas, empresarios e intelectuales”.

En un segundo mensaje, Calderón Hinojosa comentó que “entre quienes me acompañaron estaban Guadalupe Dávila, madre de Rodrigo Cadena, fallecido en el multihomicidio de Salvárcar, en Ciudad Juárez”. Posteriormente, indicó que también estuvo acompañado por “Josefina Torre, esposa de un militar asesinado en Durango por la delincuencia”, además de Alicia Ulloa, cuya hermana “fue cruelmente secuestrada por delincuentes”. Señaló que en la comitiva también estaban “Araceli Quintanilla, hermana de Lucila Quintanilla, quien falleciera en una balacera en Nuevo León”. María Herrera, madre de los desaparecidos Raúl, José de Jesús, Gustavo y Luis Armando Trujillo Herrera, también estuvo frente al líder católico.

Asimismo, el Presidente posteó que también hizo acto de presencia “Elvia Valencia, madre de José Luis Ruiz Valencia, policía federal desaparecido, víctima” de la delincuencia.


LA VOZ DEL EXPERTO

Un mensaje de valores y fe

Fabián Acosta Rico (Miembro del Centro de Estudios de Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara)

Aunque el Papa Benedicto XVI, durante la homilía celebrada en su visita a Guanajuato, no hizo alusión directa a los tópicos que han sido motivo de polémica y debate como los matrimonios homosexuales, la legalización del aborto o el uso de la pastilla del día siguiente, “sí enfatiza que Latinoamérica está viviendo una crisis de valores y de fe”, afirma Fabián Acosta Rico, miembro del Centro de Estudios de Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara.

El especialista detalla que su Santidad manifestó que actualmente la comunidad católica de Latinoamérica está ejerciendo una religiosidad más superficial que podría caer en “un burocratismo litúrgico meramente ritual”, por una pérdida paulatina de la fe.

Manifiesta que el mensaje del Papa, que estuvo alejado de la política y los temas delicados, consistió en transmitir a los fieles la idea de que la fe no sólo se practica con ceremonias y rituales, sino con amplio conocimiento de Cristo.

Llevar una vida moral, señala Acosta Rico, sería una traducción de una vida cristiana y sana, libre de problemas de violencia y sufrimiento como los que se están presentando en México.

“Habló precisamente de que hay una doble realeza en Cristo, pues no viene a darnos un mensaje de violencia, sino por el contrario. La doble corona: la corona regia y la de espinas, nos habla de que su poder no consiste en la fuerza de sus ejércitos, sino de su amor”.

La homilía, indica, estuvo cargada de religiosidad, pero en ella no se dejó de destacar que Cristo no quiere la “muerte de los pecadores” —esto haciendo referencia a los miembros del crimen organizado que han causado violencia en el país—, sino que busca convertirlos  al catolicismo.

El especialista destaca que el sello del pontificado de Benedicto XVI es muy distinto por su perfil teológico, a diferencia de su antecesor Juan Pablo II, quien en su opinión tenía un gran manejo de la comunicación con las masas.


SIN PROTOCOLOS

Lo despide el mariachi

LEÓN, GUANAJUATO.- En un acto  fuera de programa, el Papa Benedicto XVI salió a la acera del Colegio Miraflores, en León, donde se hospedó durante su visita a México, para dirigirse a los miles de feligreses que lo esperaban y pedían su presencia, mientras un mariachi tocaba el Cielito lindo.

Inesperadamente, el Pontífice volvió a calarse un sombrero charro que le proporcionó una joven integrante del mariachi y dedicó un breve mensaje a las miles de personas que lo vitoreaban.

“Muchísimas gracias por este entusiasmo”, dijo Benedicto XVI que habló en italiano, y lo tradujo el nuncio apostólico Christophe Pierre.

“Nunca, nunca, he sido recibido con tanto entusiasmo”, siguió el Pontífice. “Debo decir que México va a permanecer siempre en mi corazón”.

Y en su breve discurso, acabó por echarse a la gente a la bolsa al decir: “Ahora puedo entender por qué el Papa Juan Pablo II decía ‘ahora me siento un Papa mexicano’”.

El mariachi y los desbordados feligreses podían haber iniciado una fiesta de toda la noche ahí mismo, pero el Papa remató: “Queridos amigos yo me siento muy bien con ustedes, pero deben entender que tengo otro viaje a Cuba, pero me voy a retirar dándoles mi bendición”, y tras impartirla en latín, concluyó: “¡Buenas noches!”.