Miércoles, 15 de Octubre 2025
México | Por Flavio Romero de Velasco

Temas para reflexionar

Hay libros que leo sentado y libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos e instructivos; con los segundos se experimenta una verdadera transfiguración, un intenso sacudimiento interior que marca el alma para toda la vida

Por: EL INFORMADOR

Flavio Romero de Velasco.  /

Flavio Romero de Velasco. /

No sería insensato afirmar que hemos inventado a Dios en el momento en que nos hicimos conscientes de que no podíamos hallar una explicación lógica de nada; entonces resumimos todo lo ilógico que nos angustiaba en una genial palabra: Dios. Lo que equivale a decir que nombrando a Dios no es que se nos aclararan todos los misterios, sólo los almacenamos en un cómodo clóset al que nos permitimos dar su nombre.

Reconozco mi agnosticismo en materia de religión, pero tengo inquietud en razonarla lo máximo posible. Pienso continuamente en mi ignorancia, pero es como la hidra: mientras más cabezas le corto, más se multiplica. Qué cómoda es la posición de tantos creyentes de las más variadas religiones que no necesitan pensar, porque ya todo lo pensaron por ellos. Ni se angustian ni se acongojan.

La revolución tecnológica que ha tenido lugar en las últimas décadas ha sido tan rápida y de tan grandes alcances, que ha dejado muy atrás a todo el complejo de concepciones y actitudes vigentes, produciendo lo que se ha dado en llamar un “shock cultural” que es causa y razón de grandes desajustes, porque las sociedades reaccionan con lentitud a esos violentos cambios tecnológicos que nos conturban y azoran.

Hay libros que leo sentado y libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos e instructivos; con los segundos se experimenta una verdadera transfiguración, un intenso sacudimiento interior que marca el alma para toda la vida.

Eurípides, el poeta trágico griego, dijo las siguientes palabras: “Desconfía, no engríes en tu goce. No te llames feliz hasta la hora de tu muerte; antes no sabes lo que el destino te reserva”.

El espíritu francés por su ligereza misma, por el carácter de su gusto estético, hace que sus modas y concepciones intelectuales y políticas se avengan mejor a todos los tipos humanos, así como sus gustos culinarios a todos los paladares. El alma francesa es el traje de la Humanidad latina desde hace varios siglos.

El respeto a los derechos humanos es sagrado. El hombre es hombre por encima de cualquier frontera y más allá de cualquier ley positiva.

Entre más se remueven los desechos políticos y religiosos, más apestan.

El gran pensador español Miguel de Unamuno se hizo la siguiente reflexión: “Hay veces en que me pongo a pensar si conviene el que la gente mayoría de la gente sepa leer en vista de la cosas que leen”.

El tiempo es una dimensión no renovable.

La pobreza es la explicación recóndita de la violencia que corre como un incendio por el mundo, esa violencia que ya no requiere de pretextos ideológicos ni religiosos para estallar, y que va convirtiendo al mundo en una selva de tribus enfrentadas donde toda diferencia se ha vuelto un riesgo mortal. La violencia que nace de una idea o una fe, se puede combatir, en tanto que el hambre, fatídica, que vendría programada metafísica o genéticamente en la condición humana, no es resistible y puede precipitarnos sin remedio en el Apocalipsis.

El remedio de los males que atormentan y aquejan a la nación, muy lejos estamos de esperarlo de la plutocracia ensoberbecida que México soporta.

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