Domingo, 26 de Octubre 2025
México | Escriben: Jaime García Elías, Jacobo Zabludovsky, Lydia Cacho y Salvador García Soto

ROTONDA del lunes 7 de febrero de 2011

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Por: EL INFORMADOR

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Libre directo Jaime García Elías
— “Ciudad hostil”
Unos tiempos traen otros. Se confirma que, como sentenciaban esos portentos de sabiduría que eran las abuelas de antes, así como los hay “de lanzar cohetes”, también los hay “de recoger varas”. Y aunque quizá aún no haya llegado la hora de declarar a Guadalajara “Ciudad Hostil”, es obvio que la etiqueta de “Ciudad Amable” que le quedó como traje cortado a la medida a lo largo de varias generaciones, ya no es, por desgracia, la que mejor le acomoda.
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Bucareli por Jacobo Zabludovsky

La lección de la calle
Nadie sabe cómo acabará la erupción egipcia. De algo estamos seguros: nada será como era. De la calle surgió esta rebelión contra las fortalezas del desierto árabe. Han revivido las escenas turbulentas de 1789, l848 y 1968 en París, las del asalto al Palacio de Invierno en 1917 en Rusia, las del derrumbe del muro de Berlín, las protestas obreras de fines del siglo XIX en Chicago y principios del XX en la Union Square de Nueva York. Ejemplos de manifestaciones a veces sangrientas que contribuyeron a transformar las estructuras de la sociedad. Las concentraciones callejeras masivas contra las injusticias han sido tan frecuentes y numerosas como los cambios en el marco jurídico de los pueblos donde se han producido.
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Plan b por Lydia Cacho

La mujer del sicario
Sentada frente a mi está “Lupe”, delgada, ojerosa y asustada. “Nos va a matar, Lydia, nos va a matar”. Se refiere a Octavio su esposo, un albañil que al perder su trabajo hace dos años fue invitado por un vecino a trabajar de vigía de narcotienditas disfrazadas de expendios de cerveza en el centro de Cancún. “Él era un buen hombre, nunca nos había pegado, nomás gritaba”. A la mujer, como a otras esposas de narcotraficantes y sicarios que he entrevistado, no le queda muy claro qué sucedió con su esposo. Seis meses después de ser vigía, el jefe de zona descubrió que era magnífico manejando el machete, por su infancia campesina.
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Serpientes y escaleras por Salvador García Soto

El general no tiene quien le apoye
Sometidos a dos fuegos, por un lado el de una guerra contra el crimen organizado, en la que son primera línea de combate y, por el otro, el de organismos nacionales y extranjeros de derechos humanos, que los señalan y culpan de asesinatos por abuso de fuerza y de violaciones a garantías fundamentales de la población, los militares mexicanos no encuentran asideros ni apoyos para su complicada y polémica labor de ser un Ejército patrullando las calles y enfrentando a los delincuentes cual si fuera una Policía civil.
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