Jueves, 16 de Enero 2025
México | López Obrador casi no influye en el partido

¿Llega la hora de Ebrard?

El jefe de Gobierno capitalino y ''Los Chuchos'' son piezas de poder hacia el interior del Partido de la Revolución Democrática

Por: EL INFORMADOR

Marcelo Ebrard evita mostrar públicamente su respaldo a Andrés Manuel López Obrador. NTX  /

Marcelo Ebrard evita mostrar públicamente su respaldo a Andrés Manuel López Obrador. NTX /

CIUDAD DE MÉXICO (14/AGO/2012).- En una concurrida rueda de prensa, Marcelo Ebrard tomó el micrófono y, rápidamente, sin mayores rodeos, señala: “Las encuestas no me favorecen, declino a mis aspiraciones a ser candidato a la Presidencia de la República”. A su lado izquierdo, sobriamente vestido, Andrés Manuel López Obrador se desvive en halagos a su ex contrincante interno y valora su “vocación democrática”. Aquel episodio fue sólo el primero de un espiral de encuentros y desencuentros entre los dos ex jefes de Gobierno de la Ciudad de México y símbolos de la izquierda política mexicana.

Dicen que la historia la “hacen los vencidos”, y la izquierda volvió a quedar a un paso del Gobierno federal. En una campaña exitosa que provocó que López Obrador cerrara las distancias con el priista Enrique Peña Nieto, la izquierda cosechó más de 16 millones de votos. Asimismo, ganó las gubernaturas de Tabasco y Morelos; retuvo sin debates la capital del país, y será, si se mantiene unida, la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados. La fuerza política e institucional de las izquierdas es innegable, sin embargo ¿quién se erigirá como el líder?, ¿entrará en el juego de las instituciones o se volverá a  marginar?, ¿asoma otro sexenio de López Obrador?, ¿se romperá la izquierda?

Las tensiones en el arco de partidos del sector, aunque principalmente en el PRD, se han contenido ante las presiones electorales. El acuerdo de López Obrador con la cúpula del sol azteca, encabezada por Jesús Zambrano, es muy clara y a la vez compleja: “Estamos juntos hasta que el falle el tribunal”. Hasta ese día (6 de septiembre), la izquierda parece cohesionada, toda detrás del discurso de la inequidad electoral y la búsqueda de ilegitimar a Peña Nieto. Sin embargo, ante las posibilidades que existen de que el Tribunal Electoral ratifique el triunfo del priista, el dilema de muchos sectores de ese arco político es López Obrador.

Ya pasó en 2006, el interminable conflicto poselectoral y la rijosidad con la que fue identificada la izquierda en buena parte de la sociedad, llevó al perredismo a uno de sus mínimos históricos: 12 puntos porcentuales en la elección intermedia de 2009. Perdió prácticamente 60% de su representación en el Congreso; de poco en poco fue cayendo en bastiones como Zacatecas o Michoacán, y puso en riesgo la estabilidad del partido en múltiples elecciones internas controvertidas. El PRD ya lo vivió y hoy vastos sectores del partido se niegan a repetir la historia.

Por otro lado, el discurso de López Obrador parece alejarse de los extremos a los que llegó en 2006. No hay toma de Reforma ni desconocimiento de las instituciones, sino una impugnación judicial acompañada por una retórica agresiva de fraude y corrupción electoral (por lo menos hasta el momento). A pesar de esto, tanto el sector de “Los Chuchos” como Marcelo Ebrard no quieren tomar riesgos, y ya planean una ruta de salida a la crisis poselectoral tras el fallo de Tribunal. Estos grupos, que han sido los beneficiados en la derrama de posiciones tras las elecciones, tienen mucho que perder: Marcelo Ebrard quiere construir su candidatura presidencial desde un Senado muy cercano a sus designios y a través de Miguel Ángel Mancera, nuevo jefe de Gobierno del Distrito Federal; por su parte, “Los Chuchos” ya piensan en las negociaciones legislativas (ver gráfico), basados en su peso en la Cámara de Diputados y su control sobre buena parte de la estructura del partido.

El hecho es que, tal vez por primera ocasión, el PRD está dispuesto a dejar ir a López Obrador. Saben que sus intereses y su grupos más cercano ya no está en el sol azteca, sino en el Partido del Trabajo (PT), que puede tener bancada propia en el Senado con Movimiento Ciudadano (MC) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Desde la campaña, López Obrador se rodeó de sus íntimos que ya no participan en el PRD y que tampoco tienen buena relación. Empezando con la cara más visible, la de Ricardo Monreal, lo cierto es que el PRD estuvo poco incluido en el proceso electoral. Posteriormente, Jesús Zambrano se ha sumado de lleno a las impugnaciones de López Obrador, pero siempre con el discurso que respetarán lo que el Tribunal decida.

Por primera vez, López Obrador se ha quedado, en término de posiciones, marginado del sol azteca. Ningún gobernador de izquierda, ya sea en alianza con el PAN o en solitario, pertenece a su grupo de leales. Incluso, Graco Ramírez y Arturo Núñez (virtuales gobernadores de Tabasco y Morelos) tienen profundas diferencias con el tabasqueño. Tampoco tiene fuerza en las cámaras, y su influencia en el Gobierno capitalino es imperceptible.

Ante esta realidad, el PRD se prepara para construir un trienio con un López Obrador que, difícilmente, tendrá la fuerza para llevar a la izquierda a un proceso interminable de impugnaciones y descalificaciones de la elección presidencial.

ANÁLISIS

La ruta del pragmatismo


Enrique Toussaint (periodista)

Por segundo sexenio consecutivo, la izquierda sale de un proceso electoral como la principal oposición política, tanto en términos institucionales como discursivos. En 2006, una mezcla de estrategias que fomentaron la parálisis legislativa y que sacudieron las calles de la capital del país, llevó a la izquierda, en la elección intermedia de 2009, a la fragmentación interna y al peor resultado de su joven historia: 12 por ciento.

Sin embargo, ante los peores augurios para la elección de 2012, la izquierda logró salir unida, y con un discurso renovado. Las pugnas internas dieron paso a la conciliación; y quitando Jalisco donde se dividió el bloque de partidos de izquierda, en el resto del país la operación de Manuel Camacho Solís, Ricardo Monreal y Jesús Zambrano dejó conformes a todos los actores internos. Cada quien recibió su parte y López Obrador tuvo que hacer sinnúmero de concesiones para evitar la ruptura interna.

Ahora, tras la elección presidencial, las “tribus” vuelven a moverse. Por un lado, el ala pragmática, que comparten desde hace meses los “Chuchos” y el grupo de Marcelo Ebrard, aunque ha acompañado la impugnación poselectoral, se niega a ir más lejos del fallo del tribunal. Por el otro lado, el ala “pejista” ya piensa en las acciones posteriores al fallo, aún si López Obrador acata la resolución del Tribunal. Una mezcla de retórica antiinstitucional, aliados juveniles en las calles en y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) constituirán la estrategia a seguir en la izquierda lópezobradorista. 

Sin embargo, a juzgar por el equilibrio de poder al interior de la izquierda, los pragmáticos resultan los más favorecidos. Con el dominio del aparato legislativo, la influencia sobre las gubernaturas y el Distrito Federal, Marcelo Ebrard y los “Chuchos” serán los encargados de construir el proyecto político del sector.  Ya no es 2006 cuando López Obrador culminó el proceso electoral con fichas “para tirar para arriba”, ahora se ha quedado sin fuentes claras de financiamiento y sin posibilidades de apoyarse en alguna Entidad gubernamental. La calle se ha convertido en su única apuesta propia.

El dilema para la izquierda es ¿qué tipo de oposición construir? Hay quienes pugnan por una posición conciliadora que desplace al PAN como el negociador oficial y que empuje las reformas que el país reclama. Hay otros que prefieren una oposición firme y crítica al Gobierno de Peña Nieto, que privilegie más el conflicto que la cooperación legislativa. Lo cierto es que el perfil de los legisladores que llegan al Congreso embona con una plataforma legislativa que privilegie ambas herramientas: cooperación y contrapeso.

La izquierda no puede ser un “cheque al portador” para Peña Nieto, está en su naturaleza la crítica dura y firme a la administración gubernamental. Sin embargo, tampoco puede aislarse del debate legislativo y allanarle el camino al PAN. Ya pasó en 2006, la izquierda se marginó del proceso legislativo, y seis años después, el PRI, que desde las cenizas se erigió como el partido bisagra de la Cámara, capitalizó su dominio de la plataforma legislativa.

A partir del primero de septiembre comienza el camino de seis años rumbo a la elección de 2018. La izquierda necesita de una reconciliación con el pragmatismo político, esa pieza de realismo que permite construir desde la diferencia y trazar acuerdos desde la diversidad. Así, la agenda de Peña Nieto le abre una doble oportunidad: ser el contrapeso institucional que las urnas le confieren y convertirse en el reformista crítico que el país necesita.

RESULTADO DE LA ELECCIÓN

El PRD acatará fallo del TEPJF

CUERNAVACA, MORELOS.-
Diputados, senadores y gobernadores electos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se reunirán mañana para impulsar una propuesta que consiste en atenerse al resultado que dé el Tribunal del Poder Judicial de la Federación (TPJF) sobre la elección presidencial, reconocer al próximo presidente y construir acuerdos con todas las fuerzas políticas del país, anunció el próximo mandatario de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu.

Para el político de izquierda esta decisión no significa retirarle el apoyo a Andrés Manuel López Obrador, pero consideró que no puede haber alternancia si todo el tiempo se habla de fraude electoral. “No abandonamos a López Obrador, pero tampoco vamos a ir mas allá de un presidente legítimo o no, como se hizo en 2006, porque eso nos impidió ganar la elección y fue un error”.

Con información de EL UNIVERSAL

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