La generación Ni-Ni y los objetivos del milenio

El 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de la Organización de las Naciones unidas (ONU) aprobó la recomendación de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud, de declarar el 12 de agosto “Día Internacional de la juventud”.

Años antes, el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes ya consideraba a éstos como agentes esenciales en el propósito de erradicar la pobreza.

Constituido el día y con una estructura funcional a nivel mundial, se sumó a este sector al esfuerzo de “Erradicar juntos la pobreza” en los objetivos del milenio. Objetivos que son en realidad necesidades humanas y derechos de primer orden: ausencia de hambre y pobreza extrema; educación de buena calidad, empleo productivo y decente, buena salud y vivienda.

Sin embargo, a cinco años para la fecha límite (2015), pareciera que los adjetivos de los objetivos siguen siendo ambiciosos. Pedir educación “de buena calidad”, empleo “productivo y decente”, así como “buena” salud y vivienda, resulta casi absurdo.

El periodista Luis Miguel González ha señalado acertadamente que el purgatorio económico tiene forma: “Ser joven, no estudiar ni trabajar. Para ellos se ha inventado un término, generación Ni-Ni y una cifra: se dice que son siete millones de personas en México”.

No hay duda, estamos ante uno de los mayores problemas sociales que enfrenta el país, pues no sólo es el tercio de la población joven, sino que el Gobierno tiene poco qué ofrecerle, y por si fuera poco, en 2011 será un universo de 20.3 millones.

Los jóvenes que están en el lado opuesto del universo de los denominados Ni-Ni han constituido un nuevo modelo de familia, reflejo también de la situación económica mundial.

Una etapa de transición denominada “Dinki” (del inglés: doble ingreso y no niños). Un modelo formado sin la presencia de niños, con un nivel económico alto, grandes ambiciones en el trabajo, así como un grado considerable de consumo y narcisismo.

Su rango de edad, 25 a 35 años. El objetivo, disfrutar el presente como prolongación de la juventud.

El Día internacional de la juventud en México ha sido la fecha propicia para saber que existe una cada vez mayor presencia de jóvenes en el crimen organizado, proporcional al rango de edad de los ejecutados.

Fecha propicia para recordar que faltan cinco años para la revisión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Una fecha en la que el Presidente de México ya no habla de dichos objetivos, en la que ya no subraya la fuerza productiva que representan los jóvenes en el país.

Una fecha que ha sido tema en la jornada presidencial contra la delincuencia organizada.

El Presidente pregunta qué hacer con los Ni-Ni, y casi se conforma con que no se enrolen “Ni” en la drogas “Ni” en el crimen organizado.

Con eso es suficiente.