Martes, 18 de Junio 2024
México | VISIÓN Y DECISIÓN POR CARLOS CORTÉS VÁZQUEZ

Fenómenos ¿naturales?

Ahora fue Japón, antes China, Estados Unidos, Haití, y más, donde se proyecta el infortunio conmovedor del momento imperecedero

Por: EL INFORMADOR

Carlos Cortés.  /

Carlos Cortés. /

Es pronto para decirlo y tarde para preverlo. Durante la segunda quincena de este marzo que aún nos toca el privilegio de transitar, surgen las declaraciones de auxilio a Japón derivación del terremoto y tsunami, motivadoras de sentimiento humanitario. En tales expresiones no falta el deseo auténtico de ayuda moral y material al pueblo en desgracia; pero sigue aún ausente la conciencia plena de lo que estamos haciendo para destruir nuestro planeta.

Paradójicamente, el compromiso del Protocolo de Kioto continúa suspendido por falta de aceptación, compromiso, respaldo y firma de los países generadores de mayor contaminación con gasto excesivo de recursos naturales.

Seguramente, habremos de escuchar declaraciones dotadas de la buena voluntad y el sustento imprescindible de recursos con la capacidad de frenar los daños reductores de la seguridad esencial para miles de seres humanos, cercanos o lejanos. Ahora mismo -aún sin ser científico o al menos técnico-, se predice peligro de mayores daños procedentes de plantas nucleares aledañas a la zona devastada.

¿Qué tan lejos estamos de la desgracia? Recordemos el 19 de septiembre de 1985 en México y varias más, donde todavía no se han cerrado las heridas en cientos familias tras el rescate de cadáveres entre escombros.
El drama conmueve en vivo, directamente transmitido con paralelismo por los medios de comunicación, pero el hecho que no alcanza la conciencia de gobernantes inmersos en el materialismo de la inmediatez, donde priva ambición por la continuidad en el poder impidiendo el enfrentamiento leal y verdadero de lo expuesto.

Ahora fue Japón, antes China, Estados Unidos, Haití, y más, donde se proyecta el infortunio conmovedor del momento imperecedero. La magnitud de los fenómenos es cada vez mayor y debe acelerar propósitos y proyectos de solución con freno a las provocaciones de las que nosotros, los pobladores humanos del siglo XXI, somos responsables. O ¿irresponsables?

Las recurrentes catástrofes llaman al sentido común de la premonición, cuando no ha operado la previsión en el más común de los sentidos. Desde generaciones pasadas la coordinación de esfuerzos enfrenta la conciliación de intereses apelando a las prioridades de vida contemporánea y reclamo de bienestar para las generaciones venideras.

Bien se dice que el hombre el hombre puede olvidar, pero la naturaleza no perdona. Con todo, quizá sea inútil el intento por evadir los fenómenos naturales, causantes de sacrificio de incontables víctimas; quizá nos encontremos en la real confluencia de dos eras, predicho por los mayas, donde prevalezca el pensamiento sobre el materialismo, la inmediatez y la incomprensión. O simplemente estemos llamados al ejercicio consciente del saber sin atinar qué hacer.

Dios nos guarde de la discordia.

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