Viernes, 17 de Mayo 2024
México | Por Ramón Zurita Sahagún

De frente y de perfil

Contrastes

Por: EL INFORMADOR

La gran expectación que causaba el proceso electoral del Estado de México tiende a desaparecer, una vez aclarado el panorama de los candidatos y las posibles alianzas.

Mientras los priistas celebran y viven días de fiesta por la forma en que resolvieron el tema de su candidato y sus alianzas, los adversarios no encuentran la forma de justificar los errores cometidos.

Los comicios de julio se aproximan a ser una fiesta priista, si es que no sucede algún imponderable en el camino.

La definición de las candidaturas de Eruviel Ávila Villegas por la alianza que conforman el PRI, PANAL y PVEM; Luis Felipe Bravo Mena  por el PAN y Alejandro Encinas Rodríguez por los organismos de izquierda (PT-PRD-Convergencia), dejan en franca ventaja al partido gobernante.

El rechazo de los partidos de izquierda para ir en alianza con la derecha, mostró el ridículo tan grande  realizado en torno a este tan atractivo proceso electoral, el que algunos ubican con sus resultados como la antesala de lo que pudiese ocurrir en 2012.

La elección mexiquense ha sido una tragicomedia de errores y tropiezos.

Todo inició cuando se supo que el dirigente nacional del PAN (César Nava Vázquez) había pactado con la priista (Beatriz Paredes Rangel) un compromiso para no ir en alianza con la izquierda en los comicios mexiquenses.

El pacto fue avalado por el gobernador del  Estado de México, Enrique Peña Nieto; su secretario de Gobierno, Luis Miranda; el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont y el dirigente nacional del PAN, César Nava Vázquez.

No se hizo esperar el escándalo cuando se conoció de la negociación y que los priistas respaldaron el compromiso con el apoyo de sus diputados al presupuesto.

Incluso, dentro del paquete se establecía que esas alianzas entre derecha e izquierda no se darían en ninguno de los procesos electorales para cambio de Gobierno, aunque en la realidad sucedió lo contrario.

Fue a raíz de las alianzas concertadas entre PAN y PRD para llevar candidato común en Oaxaca, Durango, Sinaloa, Puebla y Chihuahua en los comicios de 2010, cuando se supo del acuerdo no respetado.

Desde entonces se cavó la tumba partidista de César Nava, quien fue el pagano de ese incumplimiento, por lo que se le tachó de “Pinocho”, aunque los resultados obtenidos en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, le dieron un momento de respiro.

Roto el pacto y aireado públicamente, los panistas se dieron a la tarea de buscar una nueva alianza, la más anhelada de todas, la del Estado de México.
Para el efecto contaban con el respaldo presidencial y los programas federales que podrían convertirse en el antídoto para frenar la popularidad del gobernador Peña Nieto y de quien fuese seleccionado como candidato del PRI.

Se reanudaron las conversaciones con la dirigencia perredista, lo que los convirtió en centro de las críticas propias y ajenas.

Con  todo y ello, continuaron en su ruta a la alianza, ventilaron los nombres de sus candidatos: Bravo Mena, Ulises Ramírez y José Luis Durán Reveles, por los panistas y Alejandro Encinas, Héctor Bautista y Jaime Enríquez Félix, por los perredistas, aunque se sabía que Bravo y Encinas eran las cartas fuertes.

De esa forma se convocó a una consulta pública, para que fuesen los ciudadanos mexiquenses los que avalaran o rechazaran la alianza.

La consulta fue un fracaso, aunque la disfrazaron de ejercicio cívico, con la asistencia a las urnas de cerca de 3% de los ciudadanos.

Al mismo tiempo, los priistas definieron a su candidato, con un método que no dejó fisuras, ni provocó el éxodo de militantes y dirigentes como esperaban los aliancistas.

Desde ese momento, la alianza comenzó a hacer agua y, finalmente, los perredistas decidieron que van en alianza, pero solamente con  los partidos de izquierda, es decir Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, con su candidato Alejandro Encinas Rodríguez.

Los panistas también definieron a su candidato en la figura de Luis Felipe Bravo Mena, el ex secretario particular del Presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Con ello se presentará una segunda edición de la contienda electoral de 1993, aunque ahora el candidato priista será Eruviel Ávila Villegas, quien se enfrentará al panista Bravo Mena y al perredista Encinas Rodríguez, como lo hizo en aquella ocasión Emilio Chuayffet Chemor.

La diferencia ahora es que el PAN puede ubicarse con su candidato Bravo Mena en tercer lugar y no en segundo como hace 18 años, mientras que Alejandro Encinas podría avanzar una casilla, si se cumplen los resultados de las distintas encuestas.

Respaldo priista

Doce gobernadores del partido tricolor se reunieron en Toluca alrededor de la figura de su nueva estrella, Eruviel Ávila.

César Duarte, Chihuahua; Javier Duarte, Veracruz; Miguel Alonso, Zacatecas; Roberto Borge, Quintana Roo; Francisco Olvera, Hidalgo; Ivonne Ortega, Yucatán; José Calzada, Querétaro, Fernando Toranzo, San Luis Potosí; Carlos Lozano, Aguascalientes; Jorge Herrera, Durango; Fernando Ortega, Campeche y el anfitrión Enrique Peña Nieto, acudieron a la toma de protesta del ya candidato tricolor, quien está respaldado por Nueva Alianza y el Partido Verde.

Pasaron lista de presentes también los ex gobernadores Alfredo del Mazo González, Alfredo Baranda, Ignacio Pichardo Pagaza, Emilio Chuayffet Chemor y César Camacho Quiróz, además de los precandidatos de ese partido que se quedaron en el camino como Alfredo del Mazo Maza, Ricardo Aguilar Castillo, Ernesto Nemer y el flamante presidente estatal del PRI, Luis Videgaray.

En el Estado de México viene una etapa donde los partidos y sus candidatos, deberán estudiar la estrategia que aplicarán en las campañas que inician a mediado de mayo.

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