Viernes, 26 de Abril 2024
Jalisco | Perder la casa, el auto o el patrimonio es una constante entre ludópatas

Van al casino y salen sin dinero ni para el camión

Perder la casa, el auto o el patrimonio es una constante entre ludópatas

Por: EL INFORMADOR

Los casinos en todo el país reportan ventas por 99 mil 838 millones de pesos entre los años 2010 y 2015. EL INFORMADOR / F. Atilano

Los casinos en todo el país reportan ventas por 99 mil 838 millones de pesos entre los años 2010 y 2015. EL INFORMADOR / F. Atilano

GUADALAJARA, JALISCO (14/FEB/2017).- Durante varios años, Lety fue directora de mercadotecnia de un casino en la ciudad. Su labor consistía en organizar eventos, promociones y torneos para entretener a los clientes y hacer que se quedaran el mayor tiempo posible gastando su dinero.

Había clientes que hacían fila para entrar antes de las nueve de la mañana y que se iban hasta las tres de la madrugada, cuando cerraba el casino. También amas de casa que dejaban a sus niños en la escuela y se iban a apostar hasta que sus hijos salían de la escuela, luego los recogían al mediodía, los llevaban a su casa y regresaban al casino.

“Conocí gente humilde que se gastaba lo poco que traía. Hasta me tocó clientes que, al salir sin un peso, me pidieron prestado para su camión de regreso”, explicó Lety. “Hubo casos en los que gente adinerada jugaba hasta 80 mil pesos diarios… una vez que se acababan su dinero, pedían prestado a otros clientes asiduos y nunca volvían”.

Señala que los casinos están diseñados para que pase el tiempo sin notarlo: luces tenues, sin vista al exterior, música, bebida y comida casi gratis. Y la esperanza de ganar un buen premio.

Además, cada empleado está “desbordándose” por atender a los clientes, pues los premian con propinas de cientos o miles de pesos. “Más aún cuando cobran un premio y los empleados daban promociones de forma irregular para que siguieran jugando. Los casinos son un gran riesgo para la población”, considera Lety, “todos pueden caer en la ludopatía, independientemente de su estatus social”.

Hay una historia. La pesadilla de Jorge comenzó hace siete años cuando una amiga lo invitó a un casino de un centro comercial en la colonia Arcos Vallarta. Inició como un pasatiempo, siempre que tenía un dinerito extra iba y lo apostaba en las máquinas donde jugaba bingo.

“Vas y te entretienes un rato, a lo mucho pierdes mil o mil 200 pesos, pero no lo sientes tanto. Luego lo agarré como costumbre y ni me di cuenta”, explica el tapatío de 45 años. “Fue cuando empecé a notar que se me hizo una necesidad porque el dinero se ganaba muy fácil, aunque también se perdía igual”.

Relata que “iba al casino todos los días aunque el tiempo que estaba ahí era relativo. A veces estaba de ocho a 10 horas, o sólo una hora, dependiendo del dinero que tenía, aunque en promedio pasaba en el casino cinco horas diarias”.

Cuando Jorge apostaba sentía que escapaba de todas sus preocupaciones, estaba cómodo y tranquilo. El tiempo pasaba rapidísimo y no se daba cuenta, era como estar dormido. Así estuvo dos años apostando sin parar, luego dejó de ir por casi un año, pero retomó la costumbre y regresó al casino por otros dos años hasta que lo dejó definitivamente.

Durante ese tiempo ganó 500 mil pesos, pero perdió más de un millón y medio. Allí dejó sus ahorros de toda la vida, además tuvo que vender tres camionetas y empeñar varias de sus pertenencias para seguir jugando.

“Tuve problemas en mi casa, nos empezó a faltar el dinero y crecían las necesidades. Mi esposa y mis tres hijos no se daban cuenta de lo me gastaba, sólo se daban cuenta de mi ausencia”.

Jorge tocó fondo cuando su adicción lo llevó al hospital por estar al borde de un infarto provocado por sus altos niveles de estrés. Identificó que el juego le había causado todo ese problema, así que decidió dejarlo.

Acudió con un psiquiatra particular porque tenía problemas emocionales y de ansiedad. Recibió terapia y además tuvo que ser medicado, aunque duda que esté curado. Sin embargo, asegura que jamás volverá a apostar. “Hace dos años que no voy al casino, me siento bien y no creo recaer por todo lo que viví en mi salud. Ya no me llama la atención”.

Por eso lanza un llamado a todos aquellos con problemas de juego a que acudan con un profesional.

TELÓN DE FONDO

Aumentan los internos en Jalisco

Durante 2015, la Zona Centro-Occidente y Bajío de los Centros de Integración Juvenil (CIJ) atendió cuatro casos de ludopatía en la unidad de hospitalización del Centro de Internamiento para el Tratamiento de Adicciones. Se trata de tres mujeres y un hombre.

Esta cifra es inédita, pues señalan que anteriormente no llegaban este tipo de pacientes, o ingresaba uno entre cientos de personas con otras adicciones, como las drogas sintéticas.
 
En el caso de las mujeres, todas son casi de la tercera edad, mientras que el hombre es un joven de 30 años.

Las tres mujeres internadas son de clase media baja a baja; dos también adquirieron la adicción al alcohol, a la par de la ludopatía. Una tenía la problemática del “pensamiento mágico”, que la hacía creer que, si pedía una bebida en específico, le traería suerte en el juego, o que si la atendía algún mesero en particular le iría mejor.

Todas llegaron con su familia al centro de internamiento, después de afrontar la realidad de que ya no tenían control en su manera de jugar. El común denominador es que presentan una situación vulnerable, de abandono. Algunas viudas o divorciadas empezaron a refugiarse en el juego para sentir placer y no deprimirse.

Una de las internas trabajaba en una maquiladora y ganaba el salario mínimo. Organizaba tandas con sus compañeras para asegurar que en ciertas fechas contaría con dinero para pagar deudas del juego o simplemente para jugar.

En el caso del joven, su estatus económico es alto, tiene una profesión, pero robaba dinero a sus abuelos para ir a jugar.

La estancia de los cuatro fue de tres meses y recibieron terapia individual y familiar.

Contacto

Directorio de Servicios para la Prevención y Atención del Juego Patológico:

http://bit.ly/2l1xAFP

Ingresos de los casinos

Año Monto
   
2010 15,346’323,775
2011 16,133’682,144
2012 19,165’164,850
2013 16,915’966,090
2014 16,775’657,281
2015 15,501’717,458
Total 99,838’511,598

Se reparten 37 empresas las casas de apuestas en el país

Las decenas de establecimientos dedicados a las apuestas en el país son propiedad de solamente 37 empresas, reveló información de la Dirección de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación (Segob).

Entre éstas destaca Grupo Caliente, la más grande del ramo, que opera 63 casinos, centros de apuestas, galgódromos e hipódromos en el país. En total, hay siete empresas con permiso vigente que utilizan la marca: Espectáculos Latinoamericanos Deportivos, Grupo Océano Haman, Hipódromo de Agua Caliente, Impulsora Géminis, Libros Foráneos, Operadora de Espectáculos Deportivos y Operadora Cantabria. Sin embargo, la página web del corporativo sólo da cuenta de cinco de éstas.  

Por su parte, el permiso de la empresa Operadora de Apuestas Calientes, que también maneja la marca, caducó en el año 2016 y no tiene ningún establecimiento en operación.

También sobresalen Administradora Mexicana del Hipódromo, que opera los casinos Jackpot Royal Yak y Sports Book, que tiene 56 establecimientos en todo el país, así como El Palacio de los Números, dueña de Twin Lions, Capri y Winland, con 33 negocios.

Sólo estas empresas generaron ingresos superiores a los 55 mil millones de pesos entre 2010 y 2015; es decir, poco más de la mitad de registrados por los 326 establecimientos dedicados a  esta actividad en todo el país durante ese periodo.

Sin embargo, también hay pequeños permisionarios, como Cesta-Punta Deportes, Espectáculos Deportivos de Cancún, Jumamex, Recreativos Marina y Sabia Corporation, que sólo operan un establecimiento cada uno.

También señala la Segob que a dos de las 37 empresas les fue revocado el permiso, CIA Operadora Megasport y Entretenimiento de México, por no proporcionar la documentación vigente y no acreditar su legal funcionamiento, respectivamente.

Por otra parte, los permisos de Sabia Corporation, Operadora de Apuestas Caliente y Operadora de Coincidencias Numéricas vencieron o quedaron extintos en 2014, 2015 y 2016. Mientras que el de la empresa Exciting Games se declaró insubsistente.

“Cocinan” otros 340 establecimientos

Las empresas dedicadas a los sorteos y apuestas tienen autorizada la instalación de otros 340 establecimientos del giro en el país, la mayoría de éstos centros de apuestas remotas con salas de sorteo de números.

Esto se debe a que la mayoría de los permisionarios tiene visto bueno de la Segob para abrir en promedio 21 negocios cada uno, entre centros de apuestas, galgódromos, frontón, hipódromos y salas de sorteo de números. Sin embargo, no todos se encuentran en operación.

Grupo Caliente es el que prepara la mayor expansión, pues aún tiene autorización para abrir 54 establecimientos que se sumarían a los 63 que ya se encuentran operando para llegar a la cifra récord de 177.

Mientras que Administradora Mexicana de Hipódromo tiene 66 establecimientos autorizados y sólo 56 en operación.

Por su parte, Comercializadora de Entretenimiento de Chihuahua solamente tiene operando 12 de los 60 centros de apuestas autorizados por la Segob; podrían inaugurar 48 más.

Para 2037, fecha de vencimiento del último permiso, el número de negocios dedicados al juego en el país podría ascender a 666. Más del doble de la cifra actual de 326 establecimientos.

Abren sus puertas al interior del Estado

Los casinos no solamente tienen presencia en la Zona Metropolitana de Guadalajara, también han llegado a instalarse en los municipios del interior del Estado.

Según la Segob, en total son ocho casinos: dos en Ocotlán, dos en Puerto Vallarta y el resto se encuentran en Tepatitlán de Morelos, San Juan de los Lagos, Arandas y Zapotlán el Grande.

Se trata de nombres como Bingo & Sports Bets, Golden Lion, Casino Miravalle, Casino Paraíso y Emotion, entre otros. Sin embargo, el casino Crown que se ubica en Arandas fue clausurado.

En toda la Entidad hay 24 casinos, la mayoría (16) en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Excepto en Tlaquepaque, donde la Segob señala que no hay ninguno de estos establecimientos.

LA VOZ DEL EXPERTO

Un convenio puede proteger el patrimonio

Francisco Jiménez Reynoso (del Departamento Jurídico del CUCSH).

Una forma para proteger el patrimonio si uno de los miembros de la familia padece ludopatía es mediante la firma de un convenio entre el enfermo y una de las partes interesadas ante el Instituto de Justicia Alternativa (IJA), explica Francisco Jiménez Reynoso, miembro del Departamento Jurídico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades del (CUCSH).

“En el caso de una pareja, los dos pueden acudir al Instituto a firmar un convenio donde señalen que, en un momento dado, en un acto del presente o futuro, no deben tomar los bienes del matrimonio para disponer de éstos o cambiarlos por efectivo para apostarlos”.

Esto es un convenio que se puede hacer como medida preventiva para que no se pierda el patrimonio familiar.

Acentúa que la ley está a favor de los familiares, pues en dado caso que un ludópata disponga de un bien que no es sea suyo o del que sea copropietario, se puede denunciar a esa persona por abuso de confianza o robo.

“Cada quien es dueño de sus pertenencias según lo pueda acreditar. Si un hijo o cónyuge hace uso de los bienes que no son de su propiedad, por ejemplo, una camioneta que no esté a su nombre, se puede denunciar a esa persona por abuso de confianza, por robo o por el delito que se pueda configurar en un momento dado porque no son bienes que le pertenezcan”.

Si comienzan a vender o apostar bienes que no son suyos, están incurriendo en responsabilidades penales en detrimento de algún familiar.

El abogado explica que no hay un recurso legal que impida que los ludópatas vendan los bienes que son de su propiedad para seguir apostando, por lo que considera relevante hacer reformas para declarar con incapacidad legal a las personas que padecen esta enfermedad.

La ley

El Artículo 450 del Código Civil Federal señala que son legalmente incapaces las personas mayores de edad que padezcan alguna afección originada por enfermedad o deficiencia persistente de carácter físico, psicológico, sensorial o por la adicción a sustancias tóxicas que les provoque que no puedan gobernarse a sí mismos.

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