Viernes, 03 de Mayo 2024
Jalisco | Pórtico

Severa crisis económica

Por: Luis René Navarro

Por: EL INFORMADOR

La severa crisis económica que está afectando a varios países, entre ellos México, nos ha traído también nuevas caras en las manifestaciones de la pobreza.

En la Zona Metropolitana de Guadalajara estamos presenciando formas novedosas de implorar o pedir la ayuda pública.

Esta crisis en nuestro entorno se ha agravado por el cierre de numerosos negocios, entre pequeños y medianos, que ha traído consigo el desempleo de numerosas personas, las que de algún modo buscan llevar dinero a sus hogares, aunque sea para las necesidades más básicas, como son la comida, la renta, la energía eléctrica y el gas.

De todas las salidas, la más socorrida es el comercio callejero, con productos baratos que están al alcance de su poco dinero, como son chicles, dulces, chocolates, fruta picada y algunas otras golosinas.

Esto lo hacen todos los trabajadores sin empleo, que están acostumbrados a ganarse con su esfuerzo el poco o mucho dinero que llevan a sus casas, y que por lo mismo su dignidad no desaparece aún en los momentos más difíciles.

Nos ha tocado ver a un hombre joven, padre de familia, que con la ayuda de dos pequeñas hijas, en pequeñas cajitas, no pesadas para ellas, venden chicles, dulces y chocolates, recorriendo calles de arriba abajo en busca de compradores.

Cuando alguna persona les compra algo, en el rostro de las niñas se dibuja una hermosa sonrisa, por la satisfacción que sienten de que están ayudando a llevar dinero a su casa para lo que se necesite, pero sobre todo para comer.

Sin embargo, muchos desocupados, de ambos sexos, optan por estirar la mano, pidiendo algunas monedas para las cosas más increíbles, entre las que destacan el comprar medicinas para un familiar enfermo, enterrar a n muerto, comprar una silla de ruedas o unas muletas, completar el pasaje del camión, trasladarse a alguna población cercana, porque les robaron la cartera y se quedaron sin dinero, o simplemente para comprar un lonche.

En este renglón, ya se tenían, de tiempo atrás, a los discapacitados en sillas de ruedas, que en los altos prolongados de algunos cruceros aprovechan para vender alguna golosina a los conductores de vehículos, o los invidentes que venden boletos para rifas, o las indígenas que con un niño en brazos piden alguna ayuda a los ocupantes de los automotores, y también a las personas que entonan canciones o tocan un instrumento en lugares muy concurridos, como los mercados municipales.

Está tan explotada esta actividad de pedir dinero para diversas cosas, que algunos pordioseros ya son unos verdaderos profesionales en esa actividad, que hasta consiguen recetas médicas y certificados de defunción con los membretes de instituciones tan respetables como el Hospital Civil de Guadalajara.

Pero  ahora a todo este ejército de pordioseros profesionales se han venido a sumar numerosos centro y sudamericanos que quieren se les ayuda con “pesitos” para regresar a sus países, algunos tan lejanos como Bolivia.

Aunque la verdad es bien distinta, ya que estos centro y sudamericanos han tomado a Guadalajara como una escala en su intento de llegar a la frontera con Estados Unidos y entrar a ese país como ilegales.
Algunos ya fueron detenidos y expulsados de esa nación, que tal parece que sólo quiere pasarle el problema a México.

Estos expulsados, cuando llegan a Guadalajara, ven que es más cómodo y fácil obtener algunos pesos aquí que regresar a su país, donde es probable que la situación económica sea más crítica y difícil.

Ante esta situación, sería muy conveniente que el Gobierno de México buscara la forma legal y adecuada de lograr la repatriación de estos centro y sudamericanos a sus correspondientes países, a través de sus embajadas y consulados, ya que este personal diplomático podría conseguir en sus respectivos gobiernos los fondos necesarios para efectuar esos traslados, como un despertar decoroso de su sueño americano.

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