Sábado, 01 de Noviembre 2025
Jalisco | Por Guillermo Dellamary

Padres que hacen daño

Hoy en día el tema principal es educar para que nuestros hijos tengan la seguridad de decirle no al alcohol y a las drogas

Por: EL INFORMADOR

Hoy en día el tema principal es educar para que nuestros hijos tengan la seguridad de decirle no al alcohol y a las drogas.

Entre más inseguro sea un hijo, más propenso a consumirlas. Por ello tenemos que hacer un urgente esfuerzo para erradicar la violencia de los padres a los hijos.

Resulta que todavía hay padres de familia que creen que educar es darle con todo a sus hijos, exigirles hasta que revienten y peor aún, no confiar ni creer en ellos, así el castigo psicológico se hace más severo que el físico.

La violencia emocional comienza cuando los padres se justifican diciéndose que así los educaron a ellos. Por consiguiente, están muy convencidos de que así deben seguir siendo con sus hijos. Y entonces son duros y exigentes con ellos. Prefieren el castigo, la amenaza y la frialdad como una manera válida de tratarlos.

Todo debe tener sus consecuencias, y si cometieron errores, que los paguen. Se les debe de castigar y quitarles permisos y cualquier tipo de objetos y juguetes que tengan, con tal de hacerles entender que no deben de portarse mal y sacar buenas calificaciones.

Reducen la educación a crear hábitos de trabajo y a obedecer lo que se les exige. Cualquier otra cosa es inadmisible. Se fijan más en los errores y fallas que cometen y consideran que los aciertos y logros son su deber y que no ameritan premios. Si hay reprobadas o reportes de la escuela, la severidad de la autoridad es a rajatabla.

Los hijos tratados así, suelen crecer en un ambiente de terror, hacen las cosas por temor y no por convicción. Acaban por encontrar en su hogar un trato hostil que los orilla a sentirse poco amados y aceptados. Lo que sin duda, los hace sentir inseguros y por lo tanto propensos a buscar la evasión y la rebeldía como un mecanismo de salvación a su drama personal.

El daño va haciendo estragos en su proceso de crecimiento, y al llegar a la adolescencia hace explosión, muchas veces con consecuencias funestas. Y todo porque en nombre de la educación los padres olvidan que la mejor manera de hacerlo es con el amor, cumpliendo la regla de oro de tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran.

El fin no justifica los medios, para hacerles un bien no hay que recurrir a usar el mal para lograrlo.

Hacer sufrir a los hijos no es el camino más óptimo para hacerlos seres humanos provechosos. Más bien acaba sucediendo lo contrario, el dolor llega a tal punto que sólo las drogas y el alcohol alcanzan a atenuar el inmerecido sufrimiento.

Nada sustituye a la comprensión, el apoyo, el perdón y los consejos oportunos y llenos de compasión y sabiduría.

La delincuencia y las clínicas de rehabilitación están llenas de jóvenes que han sufrido la violencia paterna. Pues aunque no lo parezca, los padres somos los que más los perjudicamos en aras de la educación.

GUILLERMO DELLAMARY / Filósofo y psicólogo.
Correo electrónico: dellamar@yahoo.com

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