Viernes, 03 de Mayo 2024
Jalisco | Por: Juan Palomar Verea

Números y árboles

Ciudades y campos se vieron beneficiados por plantaciones de nuevos árboles

Por: EL INFORMADOR

Los días que acaban de pasar estuvieron llenos de noticias sobre cuantiosas plantaciones de nuevos árboles en el territorio nacional. Ciudades y campos se vieron beneficiados por esta oleada de esfuerzos por aumentar la mermada riqueza forestal del país. Siempre serán bienvenidos. Por más que los apocalípticos y los agoreros de diario descalifiquen de entrada los operativos emprendidos, mucho queda de ellos de positivo. Es mejor un árbol más que todas las machaconas profecías que nos quieren hacer creer que todo está perdido, que es inútil tratar de mejorar las cosas.

Este maximalismo bienpensante puede ser muy dañino. O se hacen todas las cosas según tal o cual teoría o mejor dejamos que la nave se siga hundiendo. Con buena conciencia, claro. El contexto de la ciudad ha sido particularmente fértil para este tipo de pensamiento. Ciertos sectores aseguran que la urbe no tiene ningún remedio a menos que todo el sistema se adecue a sus nebulosos dictados. Desde hace muchos años se oye en aulas y salas de conferencia, en la prensa y en publicaciones especializadas, la solemne declaración de desastre para Guadalajara.

Y uno sale a la calle y comprueba que la gente va y viene, habita, da la vuelta, trabaja, estudia, compra y vende, se divierte y todo lo demás. El apocalípsis se esfuma a cada vez. Por supuesto que enfrentamos muchos y complejos problemas, que la injusticia y la inseguridad están ahí. Pero se vive. Y lo que habría que hacer es mejorar las condiciones de vida. Con esfuerzos modestos, con medidas humildes y sensatas, con algunos proyectos de mayor aliento. Pero hacer algo.

Plantar árboles, por ejemplo. Bien se dice que esta acción es una de las que pueden marcar la vida de una persona. Procurar que algo vivo y bienhechor se implante entre nosotros, madure, crezca, dé sus incomparables beneficios. Un árbol es invaluable. Tanto desde el punto de vista de los "servicios ambientales" que presta como desde el aspecto estrictamente estético de su presencia. Un buen árbol es capaz de civilizar y humanizar –aunque suene a paradoja- la calle más sórdida y desventurada de la ciudad. Un grupo de árboles mucho más.

Así que lo que se puede hacer, con un ánimo mínimamente optimista y propositivo, es plantar árboles, y luego cuidarlos. Esta sencilla noción debiera ser firmemente implantada en la conciencia de toda la población, y especialmente de los niños. Según ciertos números obtenidos por estudiosos de la ecología, un buen árbol vale 180,000 pesos. No es raro caminar por cuadras en las que se haya tirado a la basura –talándolos- un millón de pesos.

Y, más allá de los pesos, es preciso cuidar y fomentar lo que significa tener árboles en las calles de Guadalajara: conciencia ambiental, cuidado estético, civilidad de la mejor cepa. No sería algo tan complicado: ponernos de acuerdo, fuera de grandes pretensiones ideológicas, en que todas las buenas voluntades debieran unirse en el objetivo de tener una ciudad más arbolada. Y esto la hará, automáticamente, más humana, más digna, más justa.

Correo: jpalomar@informador.com.mx

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