El automóvil soñado se vende en las calles del Oriente

GUADALAJARA, JALISCO (05/FEB/2015).- Un chico de 14 años de edad me invita a conocer a mi pareja ideal: una lujosa camioneta blanca, modelo 2008. Está en la calle, sobre Avenida José María Iglesias, a un costado de un terreno cercano a Plaza Punto Oriente, en Guadalajara.

Según el vendedor, la camioneta es un diamante con una gran presencia exterior y un lujoso interior. Discretamente sofisticada. Alta. Blanca. Con un diseño audaz. Refinada. Que gasta poca gasolina. Que reúne todos los atributos que solamente se pueden encontrar en una camioneta como esa.

Tiene capacidad de carga. Es flexible. Utilitaria. Hace algunos ayeres revolucionó a la industria automotriz, aunque hoy se ofrezca en la calle.

El chico intenta decirme que esta camioneta es como un sueño. Tiene varios caballos de fuerza. Un sistema de iluminación especial. Rines. Sonido incomparable. Sin una patinada de mosca. Más confiable que cualquier otra. Un tigre blanco motorizado. Una fiera que ruge a cada acelerón. El automóvil pródigo. El de lujo. Con piel. Y aire acondicionado.

¿El precio? Una ganga: 190 mil pesos. Pero se puede mejorar. En la calle siempre se puede mejorar el precio. Se vale regatear.

En Pablo Valdez, entre Diego Cuentas y Ramón Castellanos, un trabajador abrillanta los neumáticos de un auto usado, modelo 2002. Estacionado en diagonal, alejándose hasta un metro de la banqueta, el coche tiene un costo de casi 60 mil pesos. El precio incluye la basura en los interiores y el polvo en las portezuelas.

Los comerciantes de la zona se quejan. En ocasiones, destacan, los vendedores suben los autos a la banqueta, y de ese modo obstruyen el paso a los transeúntes y a las personas con discapacidad que transitan por ese espacio.

Sobre la calle Francisco Huízar, de María Reyes hasta Alfredo Carrasco, está el oasis de la venta de autos usados. A lo largo de las banquetas hay al menos 40 coches estacionados. Los coches están adornados con globos y conos naranja. Antes de llegar a Manuel de Falla hay cuatro autos estacionados. A partir de Andrés Bello los hay en ambos sentidos: con la cola alzada, encima de estructuras de acero colocadas a lo largo de las calles.

Hasta la calle David Hinojosa hay más de 20 autos en venta. Pero siguen aumentando. En total son más de 40.

Unas cuadras cerca de ahí, en Pablo Valdez, entre Teherán y Esmirna, un vendedor estaciona cinco coches a un lado de un camellón. Hay dos autos compactos y tres camionetas. A bordo de su camioneta, dice que a veces pone más autos en el edificio contiguo, pero los vecinos se inconforman y tiene que quitarse. Para su fortuna, comenta, la autoridad nunca lo molesta.

LA VOZ DEL EXPERTO
Economía informal con tintes de evasión organizada

Antonio Sánchez Sierra (Miembro del Departamento de Contabilidad del CUCEA)

Para Antonio Sánchez Sierra, miembro del Departamento de Contabilidad del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), la venta de autos en la calle es un fenómeno complejo y peligroso, pues podría relacionarse con lavado de dinero. Explicó que debido a esta práctica, la Ley para la Prevención del Lavado de Dinero ve como actividad vulnerable la compra de vehículos.

Sánchez Sierra afirmó que si esta práctica se realizara lícitamente, los vehículos usados cuyo costo rebasara los 50 mil pesos deberían pagar impuestos y no lo hacen. “Es una especie de economía informal con tintes de evasión organizada”.

Por su parte, Raúl Mercado Pérez, miembro del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), asegura que la venta de autos en la calle no ofrece ningún tipo de respaldo a los compradores, pues en esta práctica hay autos robados a los cuales se les cambia la matrícula y la numeración.

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El reglamento señala que todo negocio que se establezca sobre la vía pública o espacio abierto no deberá entorpecer el tránsito.