Jalisco | Pergeño por Víctor Wario Romo Ayer ya es historia Le quitaron el traje gris, elegante, aunque sin corbata. Lo bajaron del Ángel de la Independencia. Lo sacaron del Paseo de la Reforma Por: EL INFORMADOR 28 de junio de 2010 - 05:09 hs Le quitaron el traje gris, elegante, aunque sin corbata. Lo bajaron del Ángel de la Independencia. Lo sacaron del Paseo de la Reforma. Lo enfundaron en un atuendo deportivo blanco. Le escondieron el rostro debajo de una gorra. Y de un plumazo le borraron la sonrisa y le bajaron los decibeles a la voz. De la euforia mercadotécnica del ¡Sí se puede!, que gritaba frente a la pantalla apretando los puños y rompiendo con ellos el aire, llegó a una conferencia de prensa con un derrotismo realista y mediocre de “vamos a intentar”, sobando la visera de la gorra y agachando la cara. Era el nuevo Javier Aguirre (¿o el de siempre, pero desnudo?), despojado del aparato de los medios electrónicos que mangonean en el futbol mexicano, anteponiendo sus intereses a la auténtica afición por el deporte. Era la víspera del mítico “cuarto partido”, la antesala del duelo definitivo, la víspera de una ansiada revancha. Las llamadas redes sociales, ausentes del fenómeno futbolero hace cuatro años, cuando México fue eliminado por Argentina en el Mundial de Alemania, apabullaron durante la semana el espacio cibernético con mensajes que rodaron, más locuaces que el mismísimo Jabulani, desde Tepito hasta Johanesburgo, para decirle al “Vasco” que ya frenara su terquedad, que obrara con sensatez (¿puede un entrenador de futbol actuar por los senderos de la sensatez? ¿Y puede la fanaticada de un equipo exigir a técnicos y jugadores algo que no sean insensateces?), que ya dejara en la banca al Guille Franco, que metiera a Andrés Guardado… El técnico rehuyó la polémica y dejó a los cibernautas, a los periodistas, a los críticos, hablando solos. “Ninguno, no tengo ningún mensaje que dar; la gente nos da por perdidos, hasta aquí llegamos como siempre y vamos a intentar cambiar esto”. Mascullando agregó: “México me da la sensación de que no es favorito de nadie, que son ellos (los argentinos) y que no tenemos ninguna posibilidad, vamos a ver si en 90 minutos somos capaces de cambiar el curso de la historia”. Ayer se cumplió la cita y no hubo cambio; el curso de la historia siguió, lineal. Perdimos otra vez en octavos de final; perdimos otra vez frente a Argentina. El error del árbitro, la pifia de Osorio, los tiros al marco de los mexicanos, el desinfle, la desilusión, la impotencia… Seguimos en el México del ¡Sí se puede!, al menos por otros cuatro años en justas mundialistas. “No pude cambiar el curso de la historia”, dijo tras la descalificación un Aguirre enfadado, pero solícito con sus entrevistadores que pagaron los derechos para tenerlo en exclusiva frente a las cámaras. Y, en efecto, la historia ha sido la misma: la venta de ilusiones, pero también de tiempos de rating, se quedó a un pasito de mantener en la mano a un mercado cautivo de millones de aficionados-consumidores. Es la ley del mercado. El ansiado quinto partido no significa lo mismo para un aficionado que quiere a una selección triunfadora que para un consorcio que vendería más, pero mucho más caro un minuto de tele en cuartos de final. La realidad nos espera. Ya es lunes. Temas Pergeño Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones