Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías - Chasco Como decía la publicidad de cierto antigripal: ''Son dos, se toman juntas''... Por: EL INFORMADOR 15 de marzo de 2010 - 04:26 hs Como decía la publicidad de cierto antigripal: “Son dos, se toman juntas”... —II— Primero fue una encuesta de Berumen y Asociados, difundida a principios de la semana anterior. Lo sustancial: siete de cada 10 mexicanos se declaran “desencantados” de la democracia. Ese chasco, en esencia, nada tiene de insólito: desde que el mundo es mundo, el que decide vivir de ilusiones —enfermedad crónica de los mexicanos, por cierto—, está condenado a morir de desencantos. Motivos —según la misma encuesta— de la desilusión generalizada: el abuso del poder, la corrupción y el incumplimiento de las promesas de campaña de los políticos. La conclusión sólo puede ser una: si los especímenes del ancien regime encarnaban muchos de los vicios de su clase, quienes consiguieron desplazarlos, a partir de la promesa de que quienes les compraron su pomada para los callos conocerían, finalmente, otra clase de gobernantes, más preocupados por servir al pueblo que por servirse de él, demostraron estar hechos exactamente del mismo barro. Después fue el lamentable vodevil en que se enfrascaron diputados y senadores a lo largo de toda la semana. Un escándalo, en el fondo y en la forma. En el fondo, porque se hicieron públicos los “acuerdos” entre partidos, en los que quedó demostrado, por enésima vez, lo que ya se sospechaba: que el ciudadano, en el juego de la política, se limita a ser el idiota útil que legitima, con su voto, las trapacerías de la clase gobernante. Y en la forma porque, una vez que se les cayó el teatrito, ni siquiera hubo lugar para demostrar el mínimo decoro necesario para lavar en casa la ropa sucia, y sí, en cambio, la impudicia para mal lavarla y tenderla en los recintos parlamentarios, convertidos por los “honorables” representantes populares en azotehuela de vecindad. —III— Como corolario, el regaño del Presidente Calderón a los rijosos, porque —les mandó decir— “la reyerta y la confrontación permanente denigran a quienes las realizan y ofenden a los ciudadanos”, y porque “la gente no merece que se denigre a la política, a las instituciones y a la vida pública”... Para su tranquilidad, tomando en consideración que denigrar significa deslustrar el prestigio o la fama pública de una persona o de una institución —que, obviamente, no es el caso—, es imposible, por definición, denigrar a quienes, por su incapacidad para dedicarse a oficios honestos, han hecho de la política su modus vivendi. Temas Jaime García Elías Entre veras y bromas Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones