- Blanco... o negro

Podría plantearse como adivinanza: si lo que el secretario de Gobierno de Jalisco ve blanco, el gobernador lo ve negro, ¿quién de los dos miente?

La respuesta correcta, paradójicamente, sería ésta: “Ninguno: los dos dicen la verdad”... Y no precisamente porque el objeto en cuestión sea una cebra (“burro blanco con pijama negra, o viceversa”, según la añeja definición infantil), sino porque uno y otro ven distintas caras de una misma moneda.

—II—

Se trata de una iniciativa planteada en el Congreso local, para incorporar en la legislación la revocación de mandato. Esto, dicho en cristiano, significa crear un mecanismo a través del cual el pueblo (esa cosa amorfa, tan enaltecida por los teóricos de la democracia... y tan vilipendiada por los gobernantes) tuviera la opción, llegado el caso, de darles un puntapié en salva sea la parte a los sátrapas que ocasionalmente toman por asalto los puestos públicos.

Fernando Guzmán Pérez Peláez, sobre el tema, sostiene que el pueblo de Jalisco no está listo para que se ponga en sus manos un arma tan poderosa como la propuesta. Emilio González Márquez, en cambio, dijo estar convencido de que la ciudadanía “tiene la madurez para elegir a sus mandatarios”, y que una sociedad bien informada debe tener la opción de destituirlos “cuando alguno no esté funcionando”. El primero estima que la figura propuesta generaría “confrontación permanente” y “turbulencias políticas innecesarias”; el segundo replicó que él, en lo personal, apoyaría esa iniciativa.

—III—

El tema, como materia prima de charla de café, es estupendo...
De entrada, habría que poner en tela de duda la aseveración de que el pueblo sabe lo que hace a la hora de elegir a sus gobernantes.
Está demostrado que la ciudadanía es sumamente permeable a la propaganda electoral... y, sobre todo, a los mensajes implícitos en la “guerra sucia” que en nuestro medio se ha institucionalizado.

Además, hay demasiados ejemplos de gobernantes que demuestran ser incompetentes o deshonestos (o las dos cosas), y otros tantos de qué tan audaces pueden ser los políticos en México, cuando los inspiran la envidia y el resentimiento.

Va de profecía: establézcase la figura de la revocación de mandato en estas latitudes, y pocos serán los gobernantes que, por notoriamente capaces y honestos, se salven de ella. La regla será que la mayoría, por ineptos y corruptos, serán despedidos con cajas destempladas; quienes tengan la dicha de llegar al término de su encomienda, serán las honrosas excepciones que la confirmen.