Se festeja el Ashura en Medio Oriente

BEIRUT, LÍBANO (16/ DIC/ 2010).- Chiítas en todo el mundo musulmán conmemoraron el jueves su día más sombrío del año con procesiones solemnes en las que golpearon sus pechos o se hicieron cortes en la piel en luto por la muerte de uno de sus santos más amados hace unos 1,300 años.

En Irak, un ataque con bombas a peregrinos chiítas ocasionó la muerte de dos personas mientras caminaban hacia lugares sagrados. En Pakistán, 16 personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad, cuando un atacante lanzó un explosivo a una procesión chiíta.

En Líbano, Hasan Narsala, líder del Jezbolá, aprovechó un discurso por el Ashura, o día de la congoja, para hacer un llamado a la resistencia armada contra Israel y por la unidad entre chiítas y sunitas.

En Afganistán, el presidente Hamid Karzai instó a los insurgentes a adoptar la paz.

El Ashura de este año llega entre tensiones entre las sectas rivales del islam: sunitas y chiítas.

Dos atentados suicidas el miércoles de los que se culpó a un grupo sunita radical dejaron al menos 39 muertos en una ceremonia por el Ashura cerca de una mezquita chiíta en el sureste de Irán. El grupo Jundalá, o Soldados de Dios, se atribuyó la responsabilidad del ataque en un comunicado colocado en su sitio de internet.

El jueves se reforzó la seguridad en las conmemoraciones del Ashura en Pakistán, país mayoritariamente sunita, donde el conflicto sectario se ha incrementado en los últimos años debido a la insurgencia sunita del Talibán. Las procesiones musulmanas chiítas en ciudades grandes han sido atacadas en ocasiones por hombres cargados de explosivos.

Para marcar el día de congoja, los chiítas marchan en procesiones masivas, golpeando sus pechos en duelo por el martirio en el año 680 d.C. en Karbala, hoy Irak, del imán Hussein, uno de los santos más adorados de la secta y nieto del profeta Mahoma.

Los chiítas más devotos se cortan con espadas o navajas de afeitar, o laceran sus espaldas con cadenas hasta sangrar, rituales que reflejan la inmersión de la secta en un relato de duelo, martirio y sufrimiento.

En Islamabad, capital de Pakistán, la gente que quería unirse a la procesión principal en la ciudad tuvo que someterse a revisión corporal para ver si no portaba armas o explosivos.