Inseguridad protagoniza aniversario del golpe de Estado

EL CAIRO, EGIPTO (01/JUL/2014).- “¡Fuera! ¡Fuera!” gritaban hace un año miles de manifestantes en la plaza Tahrir, pero no se fue, lo echaron. Mohamed Morsi, blanco de las críticas de decenas de manifestaciones que culminarían el 30 de junio de 2013, fue derrocado el 3 de julio por unos militares liderados por el que hoy es el nuevo presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi.

Coincidiendo con este primer aniversario, dos policías murieron ayer víctimas de dos bombas en las cercanías del palacio presidencial de Ittihadiya, en El Cairo. El primer fallecido fue Ahmed Al-Ashmawy, experto en explosivos de la Dirección de Seguridad de El Cairo, que murió al intentar desactivar el artefacto explosivo.

Otros tres miembros de seguridad resultaron heridos. De la segunda víctima no se han facilitado datos. También explotó una tercera bomba, sin víctimas, mientras otras dos fueron sido desactivadas.

Según informa el periódico local ‘Ahram’, el grupo islamista Agnad Misr podría ser el responsable de estos atentados, pues había difundido en redes sociales que realizaría ataques en la plaza Tahir. Este grupo, declarado terrorista en 2014, se responsabilizó también de los atentados en la Universidad de El Cairo del pasado abril, donde murió un policía.

Estas explosiones se suman a otros casos de artefactos colocados en varios sitios de la capital egipcia, como los que estallaron en tres estaciones de metro la semana pasada dejando a cuatro heridos leves, o el que este domingo que mató a una niña de nueve años y su madre en una central telefónica propiedad del Gobierno.

Un año después de aquellas manifestaciones los gritos ahora piden seguridad, pero tampoco llega. Este año Egipto ha destacado por las decenas de muertes en su territorio, especialmente por las bajas en las fuerzas estatales de seguridad.

Silvia R. Taberné

SIN CONDENA
El futuro del ex presidente

Hasta ahora Mohamed Morsi, ex presidente islámico de Egipto, sigue en prisión a la espera de varias condenas que lo pueden llevar a la horca, aunque él mismo las ha tachado de falsas.

A sus espaldas carga una buena lista de acusaciones, entre las que destacan cooperación con grupos terroristas extranjeros como Hamas o Hizbulá o la incitación a la violencia contra manifestantes.