Lunes, 28 de Abril 2025
Entretenimiento | San Francisco de Asís nos ha dado un ejemplo de la vivencia radical del Evangelio

Vivir el Evangelio

El gran problema es nuestra condición de seres humanos llenos de defectos e imperfecciones, tendencias al pecado y preferencia por el egoísmo

Por: EL INFORMADOR

     El artículo 4 de la Regla de la OFS dice, a la letra, que “La Regla y la vida de los franciscanos seglares es esta: guardar el santo Evangelio de N. S. Jesucristo siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres… Los franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, y pasen del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio”.
     Pero, ¿qué significa en estos tiempos tan difíciles eso de “pasar del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio”? El propósito de este escrito es proponer una respuesta acorde a nuestra condición de personas que viven en el mundo luchando por seguir la vida evangélica señalada por el Pobrecillo de Asís.
     El gran problema es nuestra condición de seres humanos llenos de defectos e imperfecciones, tendencias al pecado y preferencia por el egoísmo. Más dentro de esta limitada condición humana, albergamos también muchos anhelos, sobre los que predomina el de, simplemente, vivir. Entonces, ¿cómo aprovechar la vida al máximo y alcanzar la felicidad?
     Infinidad de personas se han hecho semejante pregunta, e incontables pensadores han ofrecido respuestas a través de filosofías y formas de vida para alcanzar, al menos, algo semejante a la felicidad plena. Sin embargo, no parece que se hayan logrado avances significativos; parece ser evidente que los proyectos de vida ofrecidos por nuestros pensadores han resultado poco eficaces. Sin embargo, el proyecto de vida ofrecido por N. S. Jesucristo a través de su Evangelio es la excepción.
     Jesús, como Verbo Encarnado, nos dio a conocer el proyecto que Dios mismo ha trazado desde la eternidad para dirigirnos hacia la ansiada meta denominada “Felicidad”. Así, para caminar hacia esa finalidad, para alcanzar el objetivo, debemos familiarizarnos con el contenido de las páginas evangélicas que nos enseñan cómo ha de dirigirse nuestra vida. El muy conocido Sermón de Monte recoge de manera admirable una parte esencial de lo que significa la vida evangélica.
     Mucho se ha escrito sobre el contenido del sermón y su significado; no es mi propósito abundar nuevamente sobre lo que ya todos sabemos, sino simplemente hacer hincapié en que el sermón del monte no representa una serie de prescripciones, una ley o reglas de ningún tipo. El sermón nos muestra cómo ha de vivirse la vida. La ley se da para que se cumpla, la vida para que se viva. Jesús no quiere que el hombre se rija por normativas, sino enseñar al ser humano a librarse del yugo de su pecado, a liberarse de las cadenas que lo esclavizan, porque vivir en libertad es la única manera de ser feliz. La vivencia a que nos llama Jesús en el sermón engloba todas las situaciones existenciales que fomentan la esperanza, que, a su vez, genera una actitud de entrega y compromiso. Las bienaventuranzas son la vivencia concreta del reino de Dios, ya que sólo mediante una actitud de pureza, paz y justicia cada creyente se convierte en un signo vivo de Su presencia.
     Por otro lado, vivir significa también actuar; no bastan los buenos propósitos y las buenas intenciones. El cristianismo no puede reducirse a fomentar una actitud pasiva, eso sería ir en contra del mensaje evangélico. Basta ver la vida de Jesús: porque ama al Padre y confía en Él, porque tiene fe verdadera, dedica su vida a cumplir Su voluntad, e igualmente llama a sus discípulos que, además de creer y confiar, deben luchar (Lc 13, 24), renunciar (Lc 14, 33), cargar con la cruz (Mt 16, 24), perdonar (Mt 18, 35) y amar (Lc 10, 30-37, Mt 25, 31-46), todo lo contrario a permanecer pasivos. La parábola de los talentos es el más claro ejemplo de cómo los que profesamos la fe católica estamos llamados a hacer fructificar los dones de Dios.
     San Francisco de Asís nos ha dado un ejemplo de la vivencia radical del Evangelio, de que sí es posible, aún en nuestra época, llevar a la práctica las enseñanza contenidas en los libros sagrados. Sigamos pues, las huellas del Pobrecillo de Asís y caminemos juntos hacia nuestro encuentro con Dios en este mundo, para que podamos llegar, finalmente, al encuentro definitivo con el Padre con las manos rebosantes de talentos.

Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
“mailto:alara(arroba)up.edu.mx_alara(arroba)up.edu.mx

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